La importancia de guiar a los niños según Dios
El primer versículo de la Biblia que memoricé fue Proverbios 22:6: “Instruye al niño en su camino, y aun cuando fuere viejo no se apartará de él”. Encauzar la energía de la juventud en la dirección correcta es un proceso necesario y a largo plazo.
Nuestro ejemplo como padres puede tener un impacto enorme y positivo e influir sobre nuestros hijos. Niños y jóvenes manifiestan una gran cantidad de conductas complejas cuando carecen del ejemplo adecuado de los adultos: déficit de atención, trastornos conductuales, experimentación precoz con el alcohol, las drogas y el cigarrillo, bajo rendimiento académico, participación en actividades criminales y otras más (Organización Mundial de la Salud: “Youth Violence” [Violencia juvenil], 8 de junio de 2020).
¿Cómo debemos enseñar a nuestros hijos? Actualmente muchos padres descuidan a sus hijos y a cambio permiten que aprendan sus valores en las escuelas, o dejan que la principal influencia en sus vidas sea su grupo de compañeros o los medios de comunicación. Dios les dio a los padres la responsabilidad de criar adecuadamente a sus hijos y enseñarles valores religiosos (Deuteronomio 6:7; Proverbios 1:8). Podemos denominar esto como tutoría. Todos somos tutores, nos demos cuenta o no. Nuestro ejemplo tiene más valor que cualquier cosa que digamos.
La tutoría consiste en crear un entorno que propicie la interacción y el desarrollo personal, y en compartir sabiduría para el beneficio del aprendiz. Un buen tutor participa activamente en el crecimiento personal y profesional de su discípulo. En las Escrituras hay ejemplos de este tipo de tutoría: Moisés y Josué, Noemí y Rut, Elías y Eliseo. Cristo fue tutor de sus discípulos. Pablo fue tutor de Timoteo y Tito.
¿Cuáles son algunas pautas para orientar eficazmente a nuestros jóvenes?
• Genere confianza. La confianza se construye día a día. Las promesas deben cumplirse, no debe haber menosprecio, y la información se debe transmitir amablemente y sin hipocresía.
• Ofrezca su tiempo. Invierta tiempo en sus hijos y esté siempre dispuesto a conversar, aconsejar y dar respuesta a sus preguntas (Proverbios 1:4).
• Sea transparente. Admita que puede equivocarse y acepte las consecuencias de sus actos. Esto motiva a sus hijos a comportarse de la misma manera.
• Motive. Ofrezca retroalimentación positiva. Por cada crítica o amonestación, destaque tres atributos o hechos positivos. Las personas mejoran de acuerdo a lo que se espera de ellas. Mantenga estándares altos y destaque lo mejor. Todo el mundo necesita motivación, que es una forma pura de retroalimentación positiva. Cuando nos infunden ánimo, experimentamos calma, fortaleza y deseos de edificación personal.
• Sea consistente. Los niños prosperan en un ambiente consistente y predecible.
• Destaque lo valioso. Recompense el comportamiento que produce resultados exitosos y destáquelos personalmente. Discierna sus necesidades. El “fracaso” es parte del proceso de aprendizaje; cuando su hijo falle, convierta la situación en una oportunidad para enseñar y dele la oportunidad de intentarlo nuevamente.
• Elogie en público y corrija en privado. Nadie prospera en un entorno en el que no sabe qué esperar. Comprométase con su formación. Confíe en ellos — esto los motiva y hace posible que desarrollen su potencial.
• Apoye. Sea un soporte emocional, guíe sus habilidades y provéales las herramientas adecuadas para realizar las labores encomendadas.
• Asigne obligaciones antes de dar autoridad. Hasta que adquieran un grado de madurez, están bajo su autoridad. Si las cosas no salen bien, debemos dirigirlos y asumir la responsabilidad. Esto genera respeto por parte del niño y la confianza de que usted “no lo hará quedar mal” si no hace un trabajo perfecto. Una vez que aprendan a hacerse cargo adecuadamente de sus responsabilidades, ¡deles la libertad de ser “hombres” o “mujeres”! EC