Añada virtud a su fe
En 2 Pedro 1:5-7, el apóstol escribe: “Poniendo toda diligencia por esto mismo, añadid a vuestra fe virtud; a la virtud, conocimiento; al conocimiento, dominio propio; al dominio propio, paciencia; a la paciencia, piedad; a la piedad, afecto fraternal; y al afecto fraternal, amor”.
¿Qué significó este consejo de Pedro para sus oyentes del primer siglo? ¿Cuál era la filosofía común en aquella época en lo que se refiere a este pasaje?
Alejandro Magno había conquistado el mundo antiguo y propagado la filosofía griega a lo largo de su imperio, la que prosperó y se extendió hasta el Imperio romano, donde era muy prevalente durante los tiempos de Cristo.
Pedro dice que lo primero que debemos añadir a la fe es la virtud. ¿Por qué este atributo es mencionado antes que los otros?
Sabemos que los significados pueden cambiar con el tiempo. Según un diccionario la virtud es un sustantivo que significa “buena conducta, comportamiento que se ajusta a las leyes morales”. Nosotros deseamos altas leyes morales, pero eso parece ser un fin en sí. ¿Es eso lo que Pedro quiso decir? Si fuese así, ¿no debería haberse mencionado la virtud después de los otros elementos y no antes?
La palabra griega traducida como virtud en este pasaje es arete. En la época de Pedro, el concepto de virtud era utilizado como verbo más que como sustantivo, y como acción más que como resultado.
El antiguo filósofo griego Aristóteles pensaba que la virtud se refería específicamente a un concepto amplio de la excelencia personal. Creía que uno debe buscar la excelencia en todo aspecto, no solo a nivel moral.
Platón, su maestro, describió este arete como algo que requiere acción. Creía que para demostrar la virtud, las personas debían dar lo mejor de sí mismas a lo largo de su vida. En su opinión la virtud era un esfuerzo continuo, no un fin. Esta dimensión de la palabra arete puede ayudarnos a procurar vivir con excelencia hoy en día.
Si usted sirve, ¿lo hace pensando en la excelencia? Si enseña, ¿lo hace con excelencia, para beneficio del estudiante? Si ora, ¿lo hace fervientemente o con pocas ganas? Si busca el Reino de Dios, ¿lo hace esforzándose con excelencia y comprometiéndose plenamente, tanto en acción como en palabra?
El concepto griego de virtud nos recuerda Eclesiastés 9:10: “Y todo lo que te venga a la mano, hazlo con todo empeño; porque en el sepulcro, adonde te diriges, no hay trabajo ni planes ni conocimiento ni sabiduría” (Nueva Versión Internacional).
“Añadid a vuestra fe virtud” significa que, en lugar de limitarnos simplemente a declarar nuestra fe, debemos practicarla con fervor para alcanzar la excelencia en cuanto a ella. Debemos procurar la excelencia moral, pero enfocarse solamente en ser moralmente puros no nos hace automáticamente parte de la familia de Dios. También requiere arete, es decir, ir más allá de ella y buscar activamente la excelencia en todo asunto espiritual.
Esto es lo que quiso decir Jesús cuando declaró “Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con toda tu mente” (Mateo 22:37). Esto también se refiere al segundo gran mandamiento, “Amarás a tu prójimo como a ti mismo”.
Acabamos de terminar las fiestas de otoño (en el hemisferio norte) y ya se acercan las de primavera. Estas fiestas nos dejan muy motivados, pero esa emoción a veces disminuye con el tiempo. A medida que continuemos el resto de este año, “añadamos virtud a nuestra fe” en todos nuestros asuntos relacionados con Dios y otras personas. Esto nos ayudará a manifestar el amor que necesitamos hacia Dios y hacia los demás para llegar a ser parte de su familia. EC