#329 - 1 Tesalonicenses 4-5
"El regreso de Cristo; consejos prácticos"
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#329 - 1 Tesalonicenses 4-5: "El regreso de Cristo; consejos prácticos"
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Algunos hermanos, parece por el contexto de estar tan inmersos en profecías sobre el esperado retorno de Cristo, habían dejado de trabajar y estaban viviendo a expensas de otros miembros, causando críticas y quejas por parte de los hermanos.
Por eso Pablo tiene que advertirles, “Pero os rogamos, hermanos, que abundéis en ello más y más; y que procuréis tener tranquilidad, y ocuparos en vuestros negocios, y trabajar con vuestras manos de la manera que os hemos mandado, a fin de que os conduzcáis honradamente para con los de afuera, y no tengáis necesidad de nada” (1 Tesalonicenses 4:10-12).
Pablo está delicadamente corrigiendo a algunos de los hermanos que se habían vuelto ociosos y desordenados.
Como menciona El Comentario Expositor, “El causar intranquilidad viola el amor que debe regir una verdadera comunidad cristiana… Es probable que esta condición surgió al aplicar equivocadamente en sus vidas cotidianas algunas verdades respecto al regreso de Jesús. Los cristianos no deben descuidar sus responsabilidades diarias con el pretexto de que están proclamando o preparándose para esa venida. De hecho, había miembros que se habían ocupado en curiosear y meterse en asunto ajenos (vea 2 Tesalonicenses 3:11) y requerían de una corrección. Pero no solo debían evitarlo, sino también poner sus propios asuntos en orden. Por eso Pablo los insta a “trabajar con sus propias manos”, lo que implica el ocio era un problema entre ellos.”
Por tanto, Pablo aclara algunos malentendidos sobre el retorno de Cristo. Parece que algunos pensaban que miembros fallecidos no iban a participar en la victoria al regreso de Jesús. Desde luego que Pablo esperaba estar vivo cuando eso ocurriera, pero era una suposición de su parte, pues él mismo había dicho: “Porque en parte conocemos, y en parte profetizamos” (1 Corintios 13:9).
Luego menciona, “Tampoco queremos, hermanos, que ignoréis acerca de los que duermen, para que no os entristezcáis como los otros que no tienen esperanza. Porque si creemos que Jesús murió y resucitó, así también traerá Dios con Jesús a los que durmieron en él. Por lo cual os decimos esto en palabra del Señor: que nosotros que vivimos, que habremos quedado hasta la venida del Señor, no precederemos a los que durmieron. Porque el Señor mismo con voz de mando, con voz de arcángel, y con trompeta de Dios, descenderá del cielo; y los muertos en Cristo resucitarán primero. Luego nosotros los que vivimos, los que hayamos quedado, seremos arrebatados juntamente con ellos en las nubes para recibir al Señor en el aire, y así estaremos siempre con el Señor. Por tanto, alentaos los unos a los otros con estas palabras”. (1 Tesalonicenses 4:13-18).
Noten este vital punto doctrinal: Es Pablo quien describe a los hermanos fallecidos como “los que duermen”, o “los que durmieron en él”, o “los que durmieron”. Es claro que “dormir” aquí es simbólico de estar en un estado inconsciente después de morir, hasta que uno sea “despertado” y vuelto a la vida después de una resurrección.
Samuel Bacchiocchi, un profesor de historia cristiana, nota: “Tal como Cristo durmió en la tumba antes de su resurrección, así los creyentes duermen en la tumba mientras esperan su resurrección. Hay dos vocablos griegos que significan “dormir” en el Nuevo Testamento. El primero es koimao, que es usado 14 veces para el sueño de la muerte. Un derivado de este término griego, koimeterion, es la base de nuestra palabra, cementerio [el lugar donde los muertos duermen]… El segundo vocablo griego es kateudein, que usualmente se usa para el sueño normal. Sin embargo, en el Nuevo Testamento este término se usa cuatro veces para el sueño de la muerte… El hecho de que los santos vivos se reunirán con Cristo al mismo tiempo que los santos “dormidos” indica que estos últimos todavía no se han reunido con Jesús en el cielo. Si las almas de los santos muertos estuvieran ya gozando del compañerismo con Cristo en el cielo y descienden con Jesús a la tierra en su venida, entonces obviamente ellos tendrían prioridad sobre los santos vivos. Pero la realidad es que ambos creyentes, vivos y muertos, todavía están esperando esa reunión con el Salvador; una unión que ambos experimentarán al mismo tiempo en el día del advenimiento de Cristo” (Inmortalidad o Resurrección, 1997, pp. 142, 145).
Así se refuta la idea de la inmortalidad del alma. Pablo en vez enseña que los miembros fieles, vivos y muertos, serán “despertados” con el sonar de la trompeta en la venida de Cristo. Esa resurrección se llama “la primera” en Apocalipsis 20:6 y los participantes son llamados “benditos.” Esa es la mejor noticia que consuela a las familias de los miembros – ¡pues un día todos serán reunidos!
Luego, Pablo explica cómo prepararse para esa segunda venida. Dijo: “Pero acerca de los tiempos y de las ocasiones, no tenéis necesidad, hermanos, de que yo os escriba. Porque vosotros sabéis perfectamente que el día del Señor vendrá así como ladrón en la noche; que cuando digan: Paz y seguridad, entonces vendrá sobre ellos destrucción repentina, como los dolores a la mujer encinta, y no escaparán. Mas vosotros, hermanos, no estáis en tinieblas, para que aquel día os sorprenda como ladrón. Porque todos vosotros sois hijos de luz e hijos del día; no somos de la noche ni de las tinieblas. Por tanto, no durmamos como los demás, sino velemos y seamos sobrios. Pues los que duermen, de noche duermen, y los que se embriagan, de noche se embriagan. Pero nosotros, que somos del día, seamos sobrios, habiéndonos vestido con la coraza de fe y de amor, y con la esperanza de salvación como yelmo. Porque no nos ha puesto Dios para ira, sino para alcanzar salvación por medio de nuestro Señor Jesucristo, quien murió por nosotros para que ya sea que velemos, o que durmamos, vivamos juntamente con él.
Por lo cual, animaos unos a otros, y edificaos unos a otros, así como lo hacéis” (1 Tesalonicenses 5:1-11).
Pablo usa las referencias dadas por Cristo acerca del período del fin. Dice que sería un tiempo que sorprendería a los incrédulos, pero no debía serlo para la Iglesia (Lucas 21:34-36). Mientras los inconversos viven confiados en un mundo con la apariencia de “paz y seguridad” -confiando en tecnología, tratados, ejércitos y prosperidad general- cuando el cataclismo del tiempo del fin irrumpirá y se prolongará tal como una mujer dando parto (Mateo 24:8). Los cristianos, por tanto, deben estar espiritualmente “alertas” y “velando” respecto a los acontecimientos mundiales (tal como las hojas de una higuera) y siempre puestos la armadura espiritual basado en una fe fuerte, un amor profundo y una esperanza inquebrantable.
Barclay entrega un buen resumen: “No entenderemos cabalmente el retrato de la segunda venida que da el Nuevo Testamento sin recordar que ellos poseían la perspectiva del Antiguo Testamento. Allí es muy común encontrar una descripción del día del Señor y todas las referencias a ese tiempo son conectados a la segunda venida. Para el judío, el tiempo estaba dividido en dos partes – este presente mundo malo y el mundo venidero que sería una edad de oro. Entre estas dos eras existirá el día del Señor que sería devastador. Es un período donde un mundo se desmorona mientras que nace otro. El Antiguo Testamento describe el día del Señor como un tiempo tenebroso. 1. Vendría súbita e inesperadamente, y 2. Sería una catástrofe total 3. También es un tiempo de juicio. Los escritores del Nuevo Testamento identificaron al día del Señor con la segunda venida de Cristo.
“Naturalmente, las personas querían saber cuándo vendría ese período. Jesús mismo dijo que hasta él no sabía la fecha, sino solo el Padre, pero eso no ha detenido a que sigan especulando al respecto. Pablo dijo dos cosas sobre esto: primero, que ese día sorprendería como un ladrón en la noche, y segundo, no debía ser así para el cristiano. Solo el que vive en la oscuridad y que sus obras son impías será sorprendido. Sin embargo, el cristiano debe vivir en la luz y cuando llegue ese día, estará preparado si está alerta y espiritualmente sobrio”.
Luego Pablo les recuerda, “Os rogamos, hermanos, que reconozcáis a los que trabajan entre vosotros, y os presiden en el Señor, y os amonestan; y que los tengáis en mucha estima y amor por causa de su obra. Tened paz entre vosotros” (1 Tesalonicenses 5:12-13).
Como menciona Barclay, “Pablo termina su epístola con un hermoso collar de perlas de buenos consejos. Los presenta brevemente pero cada una vale la pena contemplar. Nos dice que debemos de respetar a nuestros líderes por la labor que llevan a cabo. No es un asunto de prestigio personal sino del trabajo que lo hace meritorio y su servicio una medalla de honor”.
Pablo concluye: “También os rogamos, hermanos, que amonestéis a los ociosos, que alentéis a los de poco ánimo, que sostengáis a los débiles, que seáis pacientes para con todos. Mirad que ninguno pague a otro mal por mal; antes seguid siempre lo bueno unos para con otros, y para con todos. Estad siempre gozosos. Orad sin cesar. Dad gracias en todo, porque esta es la voluntad de Dios para con vosotros en Cristo Jesús. No apaguéis al Espíritu. No menospreciéis las profecías. Examinadlo todo; retened lo bueno. Absteneos de toda especie de mal. Y el mismo Dios de paz os santifique por completo; y todo vuestro ser, espíritu, alma y cuerpo, sea guardado irreprensible para la venida de nuestro Señor Jesucristo. Fiel es el que os llama, el cual también lo hará. Hermanos, orad por nosotros. Saludad a todos los hermanos con ósculo santo. Os conjuro por el Señor, que esta carta se lea a todos los santos hermanos. La gracia de nuestro Señor Jesucristo sea con vosotros. Amén” (1 Tesalonicenses 5:14-28).
Pablo aquí le avisa a los líderes y miembros que acicateen a los ociosos a trabajar, que animen a los tímidos, a los débiles a superar sus problemas y a ser longánimes y pacientes con todos. Además, los amonesta a que no se desquiten con los que les han hecho mal, sino seguir haciendo lo bueno.
El Comentario Expositor tiene un importante alcance: “Pablo refuta la falsa conclusión de los escribas sobre Éxodo 21:23-24:
“Ojo por ojo, y diente por diente”. Originalmente era una medida para restringir al que quería ir más allá de lo equitativo en el castigo por el mal sufrido. Los escribas habían distorsionado ese propósito del mandamiento al usarlo para justificar la venganza personal. Lo que había sido un límite al castigo se convirtió en un permiso para retribución. Cristo refutó esa falsa interpretación y estableció la norma que no permite la venganza personal… De hecho, el poder pasar por alto un agravio personal es una señal de madurez espiritual. Y luego, Pablo entrega una alternativa a la venganza personal—“seguid siempre lo bueno unos para con otros”.
Luego Pablo comenta sobre la necesidad de mantenerse positivos y gozosos ante las pruebas, que solo se puede lograr a través orar frecuentemente. “Orar sin cesar” no significa estar en oración continuamente, sino más bien en recurrir a la oración regularmente mostrando una dependencia en Dios. Además, dar gracias en todo significa que cualquier circunstancia no es “mala” en sí al tomar en cuenta que Dios lo llevará a “bien” a largo plazo, como promete en Romanos 8:28.
También les recuerda que no “apaguen el Espíritu” y esto significa que sí se puede apagar el Espíritu Santo, como Pablo también menciona en 2 Timoteo 1:6. Esto claramente refuta la creencia de “una vez salvo, siempre salvo”. Además, les advierte que no menosprecien las profecías. Pues parece que algunos tenían sus propias ideas sobre las profecías explicadas por los apóstoles y ministros pero que no las tomaban en cuenta.
Por eso Pablo los amonesta a “examinadlo todo, retened lo bueno” para ver si lo que uno investiga está de acuerdo con la Palabra de Dios. Si es así, se debe retener y si no, se debe descartar. También debemos apartarnos de toda apariencia del mal, y eso quiere decir que se debe evitar acercarse a cosas que pueden parecer inocuas, pero no lo son.
Luego menciona las tres partes que componen el ser humano – cuerpo, alma y espíritu—y que deben ser guardadas irreprensibles para la venida de Cristo. Noten que no dice nada aquí del alma inmortal. El espíritu (pneuma) es lo que preserva nuestra identidad al morir, aunque esté en un estado de inconsciencia. El alma (psyche) es la esencia y vitalidad de vida que desaparecen al morir, y el cuerpo (soma), que también perece al fallecer. En la resurrección, nuestro espíritu será transformado en una naturaleza divina (2 Pedro 1:4), nuestra alma será una vida eterna y nuestro cuerpo será transformado en un cuerpo de sustancia espiritual imperecedera.
Pablo termina la epístola animándolos a saludarse con un beso santo, que es una tradición que todavía se practica en el mundo latino y en otras partes. Pero recuerden que debe ser un beso “santo” y jamás debe tener una connotación sexual. Luego les desea a todos que la “gracia” o el favor divino de Jesucristo, esté con ellos.
Después de repasar toda esta materia, solo se puede decir: ¡Qué maravillosa epístola!