#328 - 1 Tesalonicenses 1-4: "Pablo defiente su ministerio; la pureza sexual"

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#328 - 1 Tesalonicenses 1-4

"Pablo defiente su ministerio; la pureza sexual"

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Según Hechos 17:1-4, Pablo pasó los primeros tres sábados allí, asistiendo y predicando en una sinagoga, lo que dio lugar a muchas conversiones. Sin embargo, algunos judíos incrédulos incitaron una turba contra ellos y tuvieron que huir de la ciudad. De modo que ésta es la primera epístola dirigida a ellos, escrita alrededor del año 50 d. C., y probablemente desde Corinto.

Pablo comienza: "Pablo, Silvano y Timoteo, a la iglesia de los tesalonicenses en Dios Padre y en el Señor Jesucristo: Gracia y paz sean a vosotros, de Dios nuestro Padre y del Señor Jesucristo. Damos siempre gracias a Dios por todos vosotros, haciendo memoria de vosotros en nuestras oraciones, acordándonos sin cesar delante del Dios y Padre nuestro de la obra de vuestra fe, del trabajo de vuestro amor y de vuestra constancia en la esperanza en nuestro Señor Jesucristo. Porque conocemos, hermanos amados de Dios, vuestra elección" (1 Tesalonicenses 1:1-4).

Es interesante que mientras que "Saúl" es su nombre bíblico en hebreo, que significa "pedido", su nombre romano, Pablo, significa "pequeño", lo cual es típico de la modestia de Pablo, como él se consideraba a sí mismo "el más pequeño de los apóstoles"(1 Corintios 15:9) y "el menor de los santos" (Efesios 3: 8). Estuvo acompañado por dos ministros fieles, Silas y Timoteo.

En su saludo, él combina los saludos griegos de "gracia" o "que tenga favor", con el saludo hebreo "shalom" o "que tenga paz". Observen que sólo hay dos Personas divinas mencionadas aquí que están "en" o espiritualmente ligadas, a los Tesalonicenses: Dios Padre y Jesucristo. Es notorio ver que el "Espíritu Santo" no está incluido para nada como una tercera persona.

Pablo continúa: "Pues nuestro evangelio no llegó a vosotros en palabras solamente, sino también en poder y en el Espíritu Santo y en plena certidumbre, como bien sabéis cuáles fuimos entre vosotros por amor de vosotros. Y vosotros vinisteis a ser imitadores de nosotros y del Señor, recibiendo la palabra en medio de gran tribulación, con gozo del Espíritu Santo, de tal manera que habéis sido ejemplo a todos los de Macedonia y Acaya que han creído. Porque partiendo de vosotros ha sido divulgada la palabra del Señor, no sólo en Macedonia y Acaya, sino que también en todo lugar vuestra fe en Dios se ha extendido, de modo que nosotros no tenemos necesidad de hablar nada. Porque ellos mismos cuentan de nosotros la manera en que nos recibisteis, y cómo os convertisteis de los ídolos a Dios para servir al Dios vivo y verdadero, y esperar de los cielos a su Hijo, al cual resucitó de los muertos, a Jesús, quien nos libra de la ira venidera" (Tesalonicenses 1:5-10).

Noten que Pablo habla acerca del evangelio saliendo con poder, con el Espíritu Santo y con plena certidumbre - estas frases no tienen que ver con personas, sino con la forma en que salió el evangelio. Además, un tema importante que Pablo recalca en esta epístola es la necesidad de prepararse para el regreso de Jesucristo y cómo él nos librará de la ira venidera (en los tiempos del fin).

Pablo añade: "Porque vosotros mismos sabéis, hermanos, que nuestra visita a vosotros no fue en vano. Pues habiendo antes padecido y sido ultrajados en Filipos, como sabéis, tuvimos denuedo en nuestro Dios para anunciaros el evangelio de Dios en medio de gran oposición. Porque nunca usamos de palabras lisonjeras, como sabéis, ni encubrimos avaricia, Dios es testigo, ni buscamos gloria de los hombres, ni de vosotros ni de otros aunque podíamos seros carga como apóstoles de Cristo. Antes fuimos tiernos entre vosotros como la nodriza que cuida con ternura a sus propios hijos. Tan grande es nuestro amor por vosotros que hubiéramos querido entregaros no sólo el evangelio de Dios, sino también nuestras propias vidas porque habéis llegado a sernos muy queridos. Porque os acordáis hermanos, nuestro trabajo y fatiga como trabajando de noche y de día para no ser gravosos a ninguno de vosotros, os predicamos el evangelio de Dios”. (1 Tesalonicenses 2:1-9).

Pablo aquí se defiende a sí mismo de algunas calumnias y rumores que habían escuchado. Estas acusaciones probablemente vinieron de algunos judíos incrédulos en Filipos, pero algunos hermanos podían haber pensado de esta manera. Él tuvo que afirmar que su venida no fue un fracaso, sino que fue a través de grandes sacrificios. Afirmó que no estaban predicando herejías ni para explotarlos sexualmente o engañarlos. Además, no estaban tratando de agradar a personas para tomar ventaja de ellas o de su dinero. Tampoco buscaron ser alabados o exigir apoyo financiero de ellos, a pesar de que dijo que, como ministros, tenían derecho de hacerlo.

En cambio, como ministros deben actuar, los trataron con la ternura de una madre con su bebé y estaban dispuestos a dar sus vidas por ellos. Ellos trabajaron con sus manos para que no pareciera que predicaban con ánimo de lucro.

Pablo dice: “Vosotros sois testigos, y Dios también, de cuán santa, justa e irreprensiblemente nos comportamos con vosotros los creyentes; así como también sabéis de qué modo, como el padre a sus hijos, exhortábamos y consolábamos a cada uno de vosotros, y os encargábamos que anduvieseis como es digno de Dios, que os llamó a su reino y gloria. Por lo cual también nosotros sin cesar damos gracias a Dios, de que cuando recibisteis la palabra de Dios que oísteis de nosotros, la recibisteis no como palabra de hombres, sino según es en verdad, la palabra de Dios, la cual actúa en vosotros los creyentes.” (1 Tesalonicenses 2:10-13).

Una vez más, Pablo les recuerda, para desacreditar los falsos rumores, de su conducta impecable y su tierno cuidado, ahora comparado con el de un padre amoroso hacia sus hijos. Noten que deben "caminar dignos" de su llamamiento para poder entrar en el reino de Dios, porque la salvación no está garantizada. Luego los alaba por recibir su predicación como la palabra de Dios.

Pablo dice: “Porque vosotros, hermanos, vinisteis a ser imitadores de las iglesias de Dios en Cristo Jesús que están en Judea; pues habéis padecido de los de vuestra propia nación las mismas cosas que ellas padecieron de los judíos, los cuales mataron al Señor Jesús y a sus propios profetas, y a nosotros nos expulsaron; y no agradan a Dios, y se oponen a todos los hombres, impidiéndonos hablar a los gentiles para que éstos se salven; así colman ellos siempre la medida de sus pecados, pues vino sobre ellos la ira hasta el extremo. Pero nosotros, hermanos, separados de vosotros por un poco de tiempo, de vista, pero no de corazón, tanto más procuramos con mucho deseo ver vuestro rostro; por lo cual quisimos ir a vosotros, yo Pablo ciertamente una y otra vez; pero Satanás nos estorbó. Porque ¿cuál es nuestra esperanza, o gozo, o corona de que me gloríe? ¿No lo sois vosotros, delante de nuestro Señor Jesucristo, en su venida? Vosotros sois nuestra gloria y gozo. Porque vosotros sois nuestra gloria y gozo”. (1 Tesalonicenses 2:14-20). 

Observen que no había una "división" entre las iglesias mayormente gentiles y las iglesias cristianas judías en Judea. De hecho, los tesalonicenses se convirtieron en "imitadores" de las iglesias de Dios en Judea y siguieron su ejemplo de ser fieles a través de todas las persecuciones, especialmente de los judíos.

Luego menciona que quería visitarlos, pero que Satanás le había impedido de alguna manera. Les hace saber que ellos son su corona y gozo - y su ferviente deseo es que ellos entren en el reino de Dios y que sean parte de la primera resurrección.

Pablo continua: “Por lo cual, no pudiendo soportarlo más, acordamos quedarnos solos en Atenas, y enviamos a Timoteo nuestro hermano, servidor de Dios y colaborador nuestro en el evangelio de Cristo, para confirmaros y exhortaros respecto a vuestra fe, a fin de que nadie se inquiete por estas tribulaciones; porque vosotros mismos sabéis que para esto estamos puestos. Porque también estando con vosotros, os predecíamos que íbamos a pasar tribulaciones, como ha acontecido y sabéis. Por lo cual también yo, no pudiendo soportar más, envié para informarme de vuestra fe, no sea que os hubiese tentado el tentador, y que nuestro trabajo resultase en vano. Pero cuando Timoteo volvió de vosotros a nosotros, y nos dio buenas noticias de vuestra fe y amor, y que siempre nos recordáis con cariño, deseando vernos, como también nosotros a vosotros, por ello, hermanos, en medio de toda nuestra necesidad y aflicción fuimos consolados de vosotros por medio de vuestra fe; porque ahora vivimos, si vosotros estáis firmes en el Señor. Por lo cual, ¿qué acción de gracias podremos dar a Dios por vosotros, por todo el gozo con que nos gozamos a causa de vosotros delante de nuestro Dios, orando de noche y de día con gran insistencia, para que veamos vuestro rostro, y completemos lo que falte a vuestra fe? Más el mismo Dios y Padre nuestro, y nuestro Señor Jesucristo, dirija nuestro camino a vosotros. Y el Señor os haga crecer y abundar en amor unos para con otros y para con todos, como también lo hacemos nosotros para con vosotros, para que sean afirmados vuestros corazones, irreprensibles en santidad delante de Dios nuestro Padre, en la venida de nuestro Señor Jesucristo con todos sus santos”. (1 Tesalonicenses 3:1-13).

Pablo menciona lo preocupado que había estado por ellos y que había enviado a Timoteo a visitarlos. Cuando Timoteo regresó diciendo que los hermanos estaban firmes y que no creían los falsos rumores acerca de él, pero que realmente se preocupaban por él, se alegró mucho. También vemos que Dios Padre es mencionado ante todo y luego Jesucristo, pues ellos trabajan juntos con los llamados – “los santos”, que se encontrarán con Jesús en el aire cuando regrese a esta tierra.

Pablo entonces dice: “Por lo demás, hermanos, os rogamos y exhortamos en el Señor Jesús, que de la manera que aprendisteis de nosotros cómo os conviene conduciros y agradar a Dios, así abundéis más y más. Porque ya sabéis qué instrucciones os dimos por el Señor Jesús; pues la voluntad de Dios es vuestra santificación; que os apartéis de fornicación; que cada uno de vosotros sepa tener su propia esposa en santidad y honor; no en pasión de concupiscencia, como los gentiles que no conocen a Dios; que ninguno agravie ni engañe en nada a su hermano; porque el Señor es vengador de todo esto, como ya os hemos dicho y testificado. Pues no nos ha llamado Dios a inmundicia, sino a santificación. Así que, el que desecha esto, no desecha a hombre, sino a Dios, que también nos dio su Espíritu Santo. Pero acerca del amor fraternal no tenéis necesidad de que os escriba, porque vosotros mismos habéis aprendido de Dios que os améis unos a otros; y también lo hacéis así con todos los hermanos que están por toda Macedonia. Pero os rogamos, hermanos, que abundéis en ello más y más; y que procuréis tener tranquilidad, y ocuparos en vuestros negocios, y trabajar con vuestras manos de la manera que os hemos mandado, a fin de que os conduzcáis honradamente para con los de afuera, y no tengáis necesidad de nada”. (1 Tesalonicenses 4:1-12).

Pablo ahora va a lo práctico y los exhorta a guardar los mandamientos de Dios como fueron magnificados por Jesucristo, en especial el séptimo mandamiento, acerca de cómo evitar la inmoralidad sexual y cómo ser fieles y amorosos a sus esposas; no como los gentiles que normalmente vivían vidas muy sueltas.

Como Barclay lo aclara, "Puede parecer extraño que Pablo tenga que llegar a tales extremos para inculcar la pureza sexual en una congregación cristiana; pero hay dos cosas que tienen que ser recordadas. En primer lugar, los tesalonicenses solo habían recién llegado a la fe cristiana y que habían venido de una sociedad en la que la castidad (la pureza sexual) era una virtud desconocida; aún estaban en medio de una sociedad así, y la infección estaba constantemente cerca de ellos. Sería muy difícil para ellos desaprender lo que había sido natural durante toda su vida. En segundo lugar, nunca hubo una época en la historia en que los lazos matrimoniales eran tan débiles y el divorcio tan desastrosamente fácil”. 

“Entre los judíos el matrimonio fue mantenido teóricamente en la más alta estima. Se decía que un judío debe morir antes que cometer un asesinato, idolatría o adulterio. Pero, de hecho, el divorcio era trágicamente fácil. La ley en Deuteronomio decía que un hombre podía divorciarse de su mujer si encontraba "alguna cosa indecente" o "un algo vergonzoso" en ella. La dificultad estaba en la definición de lo que era algo vergonzoso. Los rabinos más estrictos lo restringían al adulterio; pero existía otra interpretación más liberal que permitía el divorcio si la mujer estropeaba la cena al poner demasiada sal en la comida; o ir en público con la cabeza descubierta; o hablar con hombres en las calles; o hablar irrespetuosamente de los padres de su marido en su presencia; o si era una mujer gritona (que se define como una mujer cuya voz se podía oír en la casa de al lado). Fue la interpretación laxa la que prevaleció”.

"En Roma… el divorcio era una cuestión de capricho. Como dijo Séneca: "Las mujeres se casaban para divorciarse y se divorciaban para casarse”. Juvenal cita un caso de una mujer que tuvo ocho maridos en cinco años. Había muerto la moral.

"En Grecia, la inmoralidad siempre había sido muy evidente. Hace mucho tiempo, Demóstenes había escrito: "Mantenemos prostitutas para el placer; mantenemos amantes para las necesidades del cuerpo día a día; mantenemos esposas para la procreación de los hijos y para la fiel tutela de nuestros hogares”. Mientras un hombre mantenía a su esposa y su familia no había vergüenza alguna en las relaciones extramaritales. 

"Fue a los hombres y mujeres que habían salido de una sociedad como esa que Pablo escribió este párrafo. Los modales cristianos que hoy damos por sentado, para ellos eran algo sorprendentemente novedosos. Una cosa que el cristianismo hizo fue establecer un nuevo código moral en lo que respecta a la relación de hombres y mujeres y que se convirtió en el campeón de la pureza y el guardián de la casa. Esto no se puede afirmar muy bien en nuestros días, pues de nuevo se ha visto un cambio pronunciado en las normas del comportamiento sexual. La nueva moralidad es sólo la vieja inmoralidad, pero actualizada" (nota sobre 1 Tesalonicenses 4:4). Y Barclay escribió este comentario sobre esa “nueva moralidad” en 1975 -- ¡cuánto peor se han vuelto las cosas ahora.