#029 - Génesis 27-30: "Jacob obtiene la bendición y su huída"

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#029 - Génesis 27-30

"Jacob obtiene la bendición y su huída"

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La Biblia no justifica el modo que lo obtiene y, de nuevo, se nota que las personas no son perfectas y que, en vez de confiar en Dios, se acarrean serios problemas al tratar de hacerlo a su manera. Rebeca, la madre de ellos, se dará cuenta de los efectos negativos que va a producir este engaño. Casi muere Jacob a causa del ardid, y Jacob mismo pasaría por muchas pruebas y humillaciones en Harán.

"Isaac estaba en el año 137 de su vida y dándose cuenta de que la muerte estaba cerca, se preparó para hacer su testamento. Era un acto de inmensa importancia, porque incluía un elemento profético en la bendición patriarcal… el cariño natural, prevaleciendo a través de la ancianidad y debilidad, le movía a Isaac a conferir los honores y poderes de la primogenitura sobre su hijo mayor. Rebeca estimó en sumo grado la bendición; sabía que Dios la destinaba al hijo menor y en su ansiedad de asegurar que fuese conferida sobre la debida persona, sobre uno que apreciaba la religión, ella obró con sinceridad de fe, pero de manera torcida, con un celo equivocado, y sobre el principio falso de que el fin justificaría los medios" (Comentario de la Biblia, Jamieson, p. 38).

"Ya había comprado la primogenitura a Esaú, ahora era necesario lograr que su padre diera validez al traspaso. Esto lo logró mediante engaño. Para evaluar en lo moral el acto de Jacob deben considerarse varios factores:

1.    Su madre le inspiró a hacerlo.

2.    Anhelaba ardientemente la primogenitura, lo cual era en sí mismo digno de encomio, aun cuando usó de medios dudosos para obtenerla, porque esa primogenitura significaba ser el medio de la gran promesa de bendición para el mundo entero.

3.    A Esaú nada le importaba la primogenitura.

4.    Jacob pagó muy caro su engaño; cap. 29.

5.    Dios mismo, al colocar los cimientos para sus gigantescos planes mundiales (Ro 9:10-13) hizo la elección antes de que los dos naciesen (Génesis 25:23).

Sobre las predicciones de Isaac, Dios debe haber puesto estas palabras en su boca, pues se cumplieron de la manera más sorprendente. Los descendientes de Jacob llegaron a tener un lugar predominante entre las naciones y a su tiempo dieron al mundo al Cristo. Los idumeos, los descendientes de Esaú, sirvieron a Israel; luego sacudieron el yugo (2 Reyes 8:20-22)" (Halley, p. 101).

Una vez que se desarrolló el elaborado plan para conseguir la bendición para Jacob, y Esaú se enteró, dijo "Bien llamaron su nombre Jacob, pues ya me ha suplantado dos veces: se apoderó de mi primogenitura, y he aquí ahora ha tomado mi bendición" (Génesis 27:36). Esaú se amargó tanto que iba a asesinar a su hermano, otra vez mostrando que su corazón no era digno de la herencia de Abraham. "...y dijo en su corazón: Llegarán los días del luto de mi padre, y yo mataré a mi hermano Jacob" (Génesis 27:41). Más parecía, a pesar de los engaños de su hermano, que Esaú tenía un espíritu como el de Caín que mató a su hermano. El Sr. Armstrong comenta sobre esta sección en el libro "La Llave Maestra de la Profecía":

"Ahora veamos lo que estaba incluido en esa bendición: "...Dios, pues, te dé del rocío del cielo, y de las grosuras de la tierra, y abundancia de trigo y de mosto. Sírvante pueblos, y naciones se inclinen a ti; sé señor de tus hermanos, y se inclinen ante ti los hijos de tu madre. Malditos los que te maldijeren, y benditos los que te bendijeren" (Génesis 27:26-29).

Nótese bien que todas estas promesas son materiales, nacionales. Ni una de ellas tiene que ver con la salvación. Ninguna tiene que ver con vida después de la muerte. Aquí no hay nada de índole espiritual. Todas hablan solamente de esta vida física: prosperidad NACIONAL, lluvias, abundancia de trigo y de mosto, la grosura de la tierra (es decir, las tierras fértiles), posesiones, ganancias. "Naciones se inclinen a ti". "Sírvante pueblos".

Cuando Esaú regresé y vio que su hermano lo había suplantado, sintió gran amargura y suplicó a su padre que lo bendijera a él también. Pero Isaac ya no podía invalidar la bendición dada a Jacob. Entonces pronunció la siguiente profecía sobre Esaú: "He aquí será tu habitación (traducción correcta: lejos de las) grosuras de la tierra, y del rocío de los cielos de arriba; y por tu espalda vivirás, y a tu hermano servirás; y sucederá que cuando te fortalezcas, que descargarás su yugo de tu cerviz. Y aborreció Esaú a Jacob..." (Génesis 27:39-41).

En el versículo 39 trascrito arriba, la preposición hebrea “min” debe traducirse, no "en" sino "lejos de". En realidad, lo que se profetizó para Esaú fue más una maldición que una bendición. Y ella efectivamente aconteció a los descendientes de Esaú.

Los escasos registros de la historia, unidos a otras pruebas, muestran que algunos de los descendientes de Esaú llegaron a conocerse como los turcos. Por lo tanto, debemos recordar que las profecías para los últimos tiempos que se refieren a Edom o Esaú generalmente están dirigidas a la nación turca.

La profecía de Isaac, pronunciada poco antes de morir, indicó que llagaría un momento en que los descendientes de Esaú tendrían dominio y romperían el yugo de los israelitas. Esto se ha cumplido. Los hijos de Israel, por su pecado, fueron sacados de la tierra prometida, que era parte de la primogenitura. Más tarde, los turcos alcanzaron poderío y dominio, y ocuparon Palestina 400 años antes de que pasara a manos de Inglaterra en 1917.

Volviendo al hilo de nuestra historia, antes de que Jacob naciera, Dios le había revelado a su madre que Jacob debería recibir la primogenitura. Pero ella, en vez de esperar que el Eterno realizara esto a su manera, planeó con Jacob la manera de obtener la primogenitura por medio de la mentira y el engaño.

Nosotros hoy podemos aprender una lección de este hecho. Ahí como Isaac es, en cierta forma, el símbolo de Cristo, también Rebeca es, en cierta forma, el símbolo de la Iglesia que aún adolece de debilidad espiritual y carnalidad.

A veces somos demasiado impacientes… le pedimos al Todopoderoso cosas que él ha prometido en su Palabra y queremos dictarle a él cómo y cuándo deben cumplirse. Tenemos que aprender a esperar a que el Señor actúe. Él siempre hace las cosas a su manera y cuando considera apropiado hacerlas. Además, sabemos, porque él lo ha dicho, que sus caminos no son los nuestros. Una vez que dejamos algo en manos del Todopoderoso, tengamos no sólo confianza sino también respeto por él, y, dejemos el asunto para que él lo resuelva como bien le parezca.

Si Jacob hubiese confiado en el Eterno en vez de tomar las riendas él mismo, habría recibido la primogenitura en forma más digna. Tal como ocurrió, Jacob, cuyo nombre significa "suplantador", se vio en muchas dificultades más que sus predecesores, para conseguir la bendición de Dios sobre la anhelada posesión. Tuvo que soportar años de pruebas y dificultades, tuvo que luchar toda la noche con un ángel (Génesis 32:24-29), y tuvo que confesar que efectivamente era un "suplantador", hasta que por fin Dios le dio su bendición, le quitó su nombre represivo y le dio otro nuevo, sin mancha: ISRAEL, que significa "el que prevalece" o "el que sobrepone con Dios".

Para escapar de la muerte de su hermano, Jacob huye al antiguo lugar de sus parientes de donde venía su madre y abuelo, la tierra de Harán (28:10). Durante el viaje a Mesopotamia, Dios le aparece en un sueño y confirma que las bendiciones serían para Jacob y que sería protegido durante su largo viaje. Jacob, a la vez, pacta con Dios entregar el diezmo de todo lo que recibiría. De esa forma, se confirma esta ley bíblica mucho antes de la entrega de los diez mandamientos.

Al llegar Jacob a esa área, no tenía idea de cómo iba a ser recibido. Pero a las primeras personas que le preguntó sobre su tío Labán, le respondieron que su hija estaba cerca. Así conoció Jacob a Raquel "y Jacob besó a Raquel, y alzó su voz y lloró" (Génesis 29:11). Esto no era un beso romántico, sino de saludos y el llanto fue por el alivio tan grande que sintió al saber que sus parientes estaban cerca y estaba en manos seguras.

Su tío Labán lo toma bajo su protección, pero Jacob, "el suplantador" ahora será suplantado. Labán le promete a Raquel a cambio de siete años de trabajos. Pero en la noche de bodas, Labán sustituye a Lea, la hermana mayor. Ahora es Jacob quien vive en carne propia lo que es el engaño. Tiene que trabajar siete años más para casarse con su amada Raquel. Jacob además tiene ahora que sufrir los inevitables celos entre las dos esposas.

Aparentemente había un serio problema de esterilidad en las mujeres en ese entonces, pues Raquel padecía del mismo mal que Sara y Rebeca. Raquel usa el mismo método que Sara y de su sierva Bilha tiene a dos hijos; Dan y Neftalí. Lea comenzó bien al darle a Jacob el primogénito. Rubén pero después de tener a Simeón, Leví y Judá, ella pensó que ya no podía tener más hijos. Así que también le dio a Jacob su sierva Zilpa quien tuvo los hijos Gad y Aser. Finalmente, Raquel logra concebir y tiene a José y Benjamín. Pero Lea recupera su fertilidad y tiene antes de Raquel a Isacar, Zabulón y la única hija entre todos los hijos, a Dina. De estos doce hijos varones salen las famosas doce tribus de Israel. A pesar de este humilde comienzo, Dios cumple con sus promesas a Abraham. Aunque muchas de estas circunstancias eran humanas y con debilidades, Dios tiene un gran propósito que llevar a cabo y Jacob está siendo probado y preparado para ser un instrumento útil en las manos de Dios.

Un punto final sobre las bendiciones que obtuvo Jacob en forma engañosa y que precipitó la huida a este distante lugar. Esaú le había rogado a su padre que lo bendijera pues había sido engañado. Sin embargo, en ningún caso le dijo Isaac que podía invalidar la bendición, aunque fuera con trampa. Al respecto, la arqueología arroja alguna luz sobre el tema:

“Por las tablillas de Nazi, población de la zona de donde procedían los patriarcas, y cuyas costumbres y leyes parecen haber seguido, una bendición oral, como la disposición dada en el lecho de muerte, era irrevocable y tenían plena validez legal. Esto puede explicar el que la bendición de Isaac a Jacob, aunque obtenida por este en forma fraudulenta, quedaba en pie” (Comentario Arqueológico, p.40).