Un urgente mensaje de advertencia de parte de Dios
Entre los pobladores judíos que las fuerzas militares de Nabucodonosor llevaron al cautiverio babilónico en el año 597 a. C., en la segunda de tres grandes deportaciones, se encontraba Ezequiel, hijo de un sacerdote judío. Estando en Babilonia, Dios lo llamó para que fuera profeta y le dijo: “Hijo de hombre, yo te he puesto por atalaya a la casa de Israel; oirás, pues, tú la palabra de mi boca, y los amonestarás de mi parte” (Ezequiel 3:17, énfasis nuestro en todo este artículo).
Ser atalaya no quería decir que Ezequiel tenía que permanecer en lo alto del muro de una ciudad para alertar a sus habitantes del avance de un ejército extranjero u otra amenaza, como era la responsabilidad normal de un centinela de aquella época, sino que debía ser un centinela espiritual para advertir a la gente que desobedecer los mandamientos de Dios y negarse al arrepentimiento le acarrearía un castigo severo.
Pero, curiosamente, aunque Ezequiel dio el mensaje de Dios a los cautivos judíos en Babilonia (Ezequiel 3:11), la advertencia también iba dirigida, como consta en varios lugares, a la casa de Israel, ¡una referencia a las diez tribus del norte, que ya habían sido llevadas en cautiverio por las fuerzas militares asirias más de 120 años antes!
Como su mensaje profético de advertencia es válido para los últimos días, es preciso entender que está dirigido a las naciones del Israel moderno y no solo al pueblo judío del Estado de Israel contemporáneo. Tal vez a muchos le sorprenda saber que los israelitas modernos son primordialmente el pueblo de los principales países de habla inglesa, incluidos Estados Unidos, Gran Bretaña, Canadá, Australia y Nueva Zelanda (véase la guía de estudio que se ofrece al final para conocer las pruebas bíblicas e históricas).
Asimismo, el mensaje de Ezequiel es relevante para todas las personas. Dios quiere que usted y todos los demás comprendamos las consecuencias del pecado, como también que entendamos el verdadero evangelio (o la buena nueva) de la salvación y la venida del Reino de Dios (véanse Isaías 52:7-10; Marcos 1:14-15). Aquellos que respondan al mensaje de Dios y se sometan a él con humildad, amor y obediencia, podrán contar con su guía y protección durante el tiempo espantoso y angustioso de destrucción que vendrá sobre el mundo entero, según la profecía.
El hombre se aleja de Dios y se precipita a la ruina
Mirando hacia el futuro, Dios previó que la sociedad se alejaría de él y de los valores de justicia contenidos en la Biblia, y se corrompería adoptando conductas impías, carnales y materialistas. Como escribió Ezequiel: “Y me dijo: La maldad de la casa de Israel y de Judá es grande sobremanera, pues la tierra está llena de sangre, y la ciudad está llena de perversidad” (Ezequiel 9:9). Este pasaje se refiere al desprecio por la ley y el orden y al fomento de la depravación moral. Como ya dijimos, las condiciones que Ezequiel reprocha son evidentes en las naciones actuales, no solo entre la población general de su época.
Dios atribuye gran parte de la culpa a las conductas perjudiciales que vemos en los líderes tanto seculares como religiosos, que no se oponen con firmeza a estas influencias malignas. Han contribuido a este desastre los presidentes radicales y débiles de carácter, primeros ministros, políticos, abogados, jueces, magistrados del Tribunal Supremo, profesores universitarios, líderes empresariales y las principales figuras de los medios de comunicación y la industria del entretenimiento. En lugar de luchar contra las influencias profanas, estos las han respaldado y promovido, ¡incluidos tres presidentes de Estados Unidos que vergonzosamente apoyaron y organizaron eventos de “orgullo” y sexo alternativo en la Casa Blanca cada año!
Por medio de Ezequiel, Dios dijo lo siguiente sobre los líderes irreligiosos que permitían prácticas tan atroces: “Sus príncipes en medio de ella son como lobos que arrebatan presa, derramando sangre, para destruir las almas, para obtener ganancias injustas” (Ezequiel 22:27). Incluso muchos líderes religiosos que debieron haberse opuesto firmemente a influencias tan extremadamente perjudiciales, se han dado por vencidos ante ellas y han diluido las verdades eternas entregando sus rebaños a los impulsos y acciones mundanos y demostrando ser pastores falsos (Juan 10:12-13).
Valiéndose de Ezequiel, Dios manifestó lo siguiente contra estos centinelas incompetentes: “Sus sacerdotes violaron mi ley, y contaminaron mis santuarios; entre lo santo y lo profano no hicieron diferencia, ni distinguieron entre inmundo y limpio; y de mis días de reposo apartaron sus ojos, y yo he sido profanado en medio de ellos” (Ezequiel 22:26). También declaró: “No fortalecisteis las débiles, ni curasteis la enferma; no vendasteis la perniquebrada, no volvisteis al redil la descarriada, ni buscasteis la perdida, sino que os habéis enseñoreado de ellas con dureza y con violencia” (Ezequiel 34:4).
Por lo tanto, cuando los feligreses se dieron cuenta de que se les exigía poco o nada, decidieron que ya no necesitaban ni la instrucción ni la guía de la iglesia y, en consecuencia, la abandonaron. Según una encuesta del Centro de Investigación Pew de marzo de 2024, el 80 % de los adultos estadounidenses afirman que la religión ha perdido influencia en la vida pública.
A medida que los seres humanos abandonaban a Dios y sus mandamientos, procuraron encontrar el propósito y el sentido de la vida en bienes físicos, metas, proyectos, política y gente popular. Pero estos ídolos, incluyendo todo lo que se antepusiera a Dios, los dejaban insatisfechos y vacíos.
Somos testigos de que en nuestra época, en lugar de una sociedad justa que cumple los mandamientos de Dios, se ha intensificado lo que el apóstol Pablo escribió sobre la cultura degenerada de su tiempo: “. . . estando atestados de toda injusticia, fornicación, perversidad, avaricia, maldad; llenos de envidia, homicidios, contiendas, engaños y malignidades; murmuradores, detractores, aborrecedores de Dios, injuriosos, soberbios, altivos, inventores de males, desobedientes a los padres, necios, desleales, sin afecto natural, implacables, sin misericordia” (Romanos 1:29-31).
Por haberse apartado de la piedad de Dios, muchas personas en Estados Unidos y en las demás naciones otrora bendecidas del Israel contemporáneo se entregaron a la decadencia moral, el egoísmo, la codicia, la deshonestidad, el soborno, la injusticia, el robo, el abuso de drogas y alcohol, la depravación sexual y la violencia. Desde luego que estas iniquidades no son propias solo de las naciones modernas de Israel, ya que el mundo entero está inundado de conductas pecaminosas (Romanos 3:23).
En una profecía sobre esta época moderna, Pablo predijo que las actitudes y comportamientos atroces irían en aumento, como vemos que ocurre hoy (véase 2 Timoteo 3:1-5).
Teniendo en cuenta la forma tan abismal en que se han deteriorado los cimientos morales de las naciones del Israel contemporáneo, ¿qué revela la profecía bíblica sobre lo que vendrá si la gente se niega a arrepentirse de su comportamiento pecaminoso para volverse a Dios en humildad y obediencia? Jesucristo habló de un tiempo futuro en el que el mundo entero estará en gran peligro: “Pues habrá más angustia que en cualquier otro momento desde el principio del mundo. Y jamás habrá una angustia tan grande. De hecho, a menos que se acorte ese tiempo de calamidad, ni una sola persona sobrevivirá; pero se acortará por el bien de los elegidos de Dios [el pueblo escogido por Dios que se habrá arrepentido]” (Mateo 24:21-22, Nueva Traducción Viviente).
¿Escuchará usted el llamado de atención de Dios?
Lamentablemente, la mayoría de la gente de las naciones israelitas modernas no hará caso de las advertencias de Cristo ni de las de sus profetas. Dios le dijo a Ezequiel: “Hijo de hombre, yo te envío a los hijos de Israel, a gentes rebeldes que se rebelaron contra mí; ellos y sus padres se han rebelado contra mí hasta este mismo día. Yo, pues, te envío a hijos de duro rostro y de empedernido corazón; y les dirás: Así ha dicho el Eterno el Señor. Acaso ellos escuchen; pero si no escucharen, porque son una casa rebelde, siempre conocerán que hubo profeta entre ellos” (Ezequiel 2:3-5).
¿Qué más dicen las profecías de Ezequiel que sucederá por desobedecer a Dios y sus mandamientos? “Por tanto, así ha dicho el Eterno: ¿Por haberos multiplicado más que las naciones que están alrededor de vosotros, no habéis andado en mis mandamientos, ni habéis guardado mis leyes? Ni aun según las leyes de las naciones que están alrededor de vosotros habéis andado. Así, pues, ha dicho el Eterno el Señor: He aquí yo estoy contra ti; sí, yo, y haré juicios en medio de ti ante los ojos de las naciones” (Ezequiel 5:7-8).
Las advertencias en el libro de Ezequiel debieran hacernos tomar conciencia de la seriedad que esto tiene para Dios y de lo riguroso que serán sus castigos a menos que haya arrepentimiento sincero y obediencia. El afirma por medio de Ezequiel: “Una tercera parte de ti morirá de pestilencia y será consumida de hambre en medio de ti; y una tercera parte caerá a espada [ataque militar] alrededor de ti; y una tercera parte esparciré a todos los vientos, y tras ellos desenvainaré espada” (Ezequiel 5:12).
Ezequiel citó además a Dios al decir: “Y te convertiré en soledad y en oprobio entre las naciones que están alrededor de ti, a los ojos de todo transeúnte. Y serás oprobio y escarnio y escarmiento y espanto a las naciones que están alrededor de ti, cuando yo haga en ti juicios con furor e indignación, y en reprensiones de ira. Yo el Eterno he hablado” (Ezequiel 5:14-15).
Además, Dios le ordenó a Ezequiel que escribiera: “Dondequiera que habitéis, serán desiertas las ciudades, y los lugares altos serán asolados . . . Y los muertos caerán en medio de vosotros; y sabréis que yo soy el Eterno. Mas dejaré un resto, de modo que tengáis entre las naciones algunos que escapen de la espada, cuando seáis esparcidos por las tierras” (Ezequiel 6:6-8). Dios afirma además que ocurrirán terribles adversidades a manos de enemigos de otras naciones:
“Traeré, por tanto, los más perversos de las naciones, los cuales poseerán las casas de ellos; y haré cesar la soberbia de los poderosos, y sus santuarios serán profanados. Destrucción viene; y buscarán la paz, y no la habrá” (Ezequiel 7:24-25).
Por otra parte, aunque Dios ha bendecido a Estados Unidos y a sus naciones hermanas con una extraordinaria abundancia de alimentos, fíjese en lo que ocurrirá: “Hijo de hombre, si un país peca contra mí y persiste en su infidelidad, yo levantaré mi mano contra él; haré escasear los alimentos y lo sumiré en el hambre; arrasaré a sus habitantes y a sus animales” (Ezequiel 4:13, Nueva Versión Internacional).
E igualmente advierte: “Y convertiré la tierra en desierto y en soledad, y cesará la soberbia de su poderío; y los montes de Israel serán asolados hasta que no haya quien pase. Y sabrán que yo soy el Eterno, cuando convierta la tierra en soledad y desierto, por todas las abominaciones que han hecho” (Ezequiel 33:28-29).
Es preciso entender que el castigo de Dios tiene como propósito principal la liberación. Así le habló a Ezequiel: “Diles: Vivo yo, dice el Eterno el Señor, que no quiero la muerte del impío, sino que se vuelva el impío de su camino, y que viva. Volveos, volveos de vuestros malos caminos; ¿por qué moriréis, oh casa de Israel?” (v. 11).
Usted no tiene que aprender por las malas
El hecho es que usted y los demás no tienen por qué aprender por las malas. Dios dice: “Si se humillare mi pueblo, sobre el cual mi nombre es invocado, y oraren, y buscaren mi rostro, y se convirtieren de sus malos caminos; entonces yo oiré desde los cielos, y perdonaré sus pecados, y sanaré su tierra” (2 Crónicas 7:14). También dice a todos los que quieran escuchar y prestar atención: “Pedro les dijo: Arrepentíos, y bautícese cada uno de vosotros en el nombre de Jesucristo para perdón de los pecados; y recibiréis el don del Espíritu Santo” (Hechos 2:38).
Y los bautizados y convertidos deben seguir acercándose a Dios para continuar siendo diligentes, ya que es posible decaer y debilitarse por falta de perseverancia espiritual. Por eso Jesucristo dijo: “¡Tengan cuidado! No dejen que su corazón se entorpezca con parrandas y borracheras, ni por las preocupaciones de esta vida. No dejen que ese día los agarre desprevenidos, como una trampa” (Lucas 21:34-35, NTV).
Para evitar este riesgo, debe estudiar la Biblia con regularidad, practicar fielmente sus instrucciones, forjar su carácter continuamente y mantener una relación estrecha y consistente con Dios a través de la oración diaria. El apóstol Pablo recordó a los hermanos de Roma la necesidad de permanecer espiritualmente activos dándoles esta instrucción vital: “Y no os conforméis a este siglo, sino transformaos por medio de la renovación de vuestro entendimiento, para que comprobéis cuál es la buena voluntad de Dios, agradable y perfecta” (Romanos 12:2).
Requiere esfuerzo mantenerse espiritualmente preparado, vigilante y fiel. Jesús dijo: “Por tanto, también vosotros estad preparados; porque el Hijo del Hombre vendrá a la hora que no pensáis” (Mateo 24:44). Aquellos que desean sinceramente seguir el camino de vida de Dios deben esforzarse al máximo para crecer constantemente en amor, alegría y fe mediante el poder del Espíritu Santo que mora en ellos (Filipenses 1:11; Hechos 13:52).
Lamentablemente, como se explica por medio de Ezequiel, las naciones israelitas modernas sufrirán castigos funestos a manos de enemigos malvados, entre otros, ataques, saqueos y esclavitud. Su caída ocurrirá porque el pueblo se ha alejado de Dios, ha sido desobediente, y ciertamente ha rechazado sus bendiciones, guía y protección divina. Por supuesto, debemos orar para que muchos aún se arrepientan y se vuelvan a Dios con sincera humildad y obediencia.
La buena noticia es que usted puede ser uno de los que serán protegidos de los tiempos nefastos que se avecinan, mientras se prepara para la segunda venida de Jesucristo. Cuando él regrese, reinará como “Rey de reyes y Señor de señores” para gobernar el mundo con verdad y justicia (Apocalipsis 19:16). Y quienes actualmente sean sus seguidores, reinarán con él en la era venidera (Apocalipsis 3:21).
¿Responderá usted al urgente llamado de advertencia que Dios le hace hoy? ¡Él está esperando ansiosamente su respuesta! BN