¿Por qué fundó Jesucristo su Iglesia?

Jesús dijo: “Edificaré mi Iglesia” (Mateo 16:18). En el idioma griego, la palabra “edificar” significa fundar, establecer o construir, y la palabra comúnmente traducida como “iglesia” en el Nuevo Testamento se refiere a “una asamblea convocada” de personas. La Iglesia es el Cuerpo de los creyentes elegidos por Cristo, arrepentidos y bautizados, que reciben la energía del Espíritu Santo en su interior (2 Timoteo 1:6-7).
Esta reunión convocada es descrita por Jesús no como una organización grande y prominente, sino como una amada “manada pequeña” (Lucas 12:32). Sus miembros siguen celosamente el ejemplo y las enseñanzas de Cristo y obedecen fielmente los mandamientos de su Padre, tal como él lo hizo (Juan 15:10; 1 Juan 5:3). Además, se esfuerzan por “resplandecer como luminarias” de rectitud en la sociedad, al tiempo que rechazan sus caminos anárquicos, corruptos y perversos (Efesios 5:9; Juan 15:19; Filipenses 2:15).
Además, sus miembros valoran profundamente el dinámico mensaje de Cristo del “evangelio [o buena nueva] del Reino de Dios”, que incluye dos componentes relacionados (Marcos
1:14-15). En primer lugar, anuncia el reino venidero de Dios a través de Cristo, cuando Jesús sustituirá los gobiernos humanos por su gobierno perfecto, lo que dará lugar a una paz duradera, alegría y prosperidad para toda la humanidad (Juan 14:3; Lucas 11:2). En segundo lugar, una adición vital al mensaje después de que Cristo resucitara de entre los muertos fue la verdad sobre cómo pagó él la pena de los pecados de la humanidad y cómo propicia el cambio por medio de su vida impecable, muerte sacrificial y resurrección. Las acciones desinteresadas y amorosas del Salvador hacen posible que los seres humanos entren finalmente en la familia divina de Dios mediante una resurrección de la muerte y reciban el don inestimable de la salvación y la vida eterna (Efesios 3:15; Romanos 1:16).
Predicar el evangelio y preparar a un pueblo
Al considerar esto, podemos preguntarnos: ¿Por qué estableció Jesús su Iglesia? ¿Cuál era su propósito, y qué debían lograr sus discípulos? Al revelarles su crucial cometido, les ordenó: “Id por todo el mundo y predicad el evangelio a toda criatura” (Marcos 16:15). También les dijo que “[prepararan] al Señor un pueblo bien dispuesto” (Lucas 1:17). Cristo enfatizó aún más esta tarea trascendental al ordenarles: “Por tanto, id, y haced discípulos a todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo; enseñándoles que guarden todas las cosas que os he mandado; y he aquí yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo” (Mateo 28:19-20). Estas responsabilidades fundamentales debían cumplirse fielmente de generación en generación.
Para cumplir esta dinámica misión, los líderes y miembros de la Iglesia en general deben ser excelentes ejemplos de amor y rectitud para proporcionar una guía e instrucción fidedignas y basadas en la Biblia a las personas que Dios decida llamar a su Iglesia (Juan 21:17). Él desea que cada miembro continúe “[creciendo] en la gracia y el conocimiento de nuestro Señor y Salvador Jesucristo” (2 Pedro 3:18), mientras demuestra amor sincero por los demás mediante el poder del Espíritu Santo de Dios (Romanos 5:5; Zacarías 4:6).
Incluida en su comisión de predicar el evangelio y preparar un pueblo para el Señor está la obligación de la Iglesia de transmitir al mundo un mensaje de advertencia sobre las consecuencias de la desobediencia a los mandamientos de Dios, es decir, sobre la confusión y el sufrimiento que las malas acciones generan en la vida de las personas (Colosenses 1:28; Romanos 1:18-32; Isaías 58:1). Esta responsabilidad incluye dar a conocer las profecías bíblicas sobre el angustioso periodo que le espera a la humanidad si no se produce un arrepentimiento genuino generalizado (Ezequiel 33:6; 2 Pedro 1:19; Amós 3:7).
Además, la Iglesia debe educar a la gente sobre la magnífica era que comenzará con la segunda venida de Jesús. En aquel extraordinario momento él pondrá fin a la confusa, violenta y desesperada condición humana resultante de la inmoralidad, la guerra, el crimen, la pobreza, la enfermedad y otras formas de anarquía e injusticia. En su lugar, Cristo establecerá el Reino de Dios en la Tierra que producirá una maravillosa paz, felicidad y abundancia para todos. Además, ayudará a todos los seres humanos a entender plenamente cómo pueden entrar personalmente en la familia espiritual de Dios para servir con él en su magnífico reinado sobre todas las naciones.
Los que conforman la Iglesia de Dios están siendo preparados para servir como reyes y sacerdotes con Cristo en su reino venidero (Apocalipsis 5:10; 20:4, 6).
Dios puede estar llamándolo hoy
Por último, el propósito y enfoque de la Iglesia surgen claramente de las Sagradas Escrituras al manifestar la razón por la que Jesucristo la estableció y por la que asignó a su pueblo su dinámica comisión. Hoy, su “manada pequeña” está profundamente dedicada a cumplir con sus responsabilidades espirituales. Tal vez él lo esté llamando a usted a participar en esta misión de vital importancia. Si es así, ¿cómo responderá? BN