El Museo de los Héroes de la fe

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El Museo de los Héroes de la fe

Hebreos 11 es uno de los capítulos más extraordinarios de la Biblia. Comúnmente se le llama “el capítulo de la fe” porque resume las pruebas y triunfos de muchos personajes bíblicos, hombres y mujeres de gran fe. Todos ellos confiaron en que Dios los acompañaría y libraría de todo tipo de crisis, algunas de las cuales fueron incluso una amenaza para sus vidas. Sus historias están llenas de ayuda y esperanza, especialmente para aquellos que están pasando por pruebas (y si usted no se cuenta entre este grupo en este momento, ¡las cosas pueden cambiar rápidamente!).

La lista de héroes de este capítulo comienza con Abel, hijo de Adán y Eva, que por fe “presentó a Dios una ofrenda más aceptable que la que presentó Caín”. Su ofrenda “demostró que era un hombre justo, y Dios aprobó sus ofrendas”. Y luego agrega: “Aunque Abel murió hace mucho tiempo, todavía nos habla por su ejemplo de fe” (v. 4, Nueva Traducción Viviente en todo este artículo).

Uno de los más destacados que se mencionan en este libro es Abraham. He aquí el resumen de su historia: “Fue por la fe que Abraham obedeció cuando Dios lo llamó para que dejara su tierra y fuera a otra que él le daría como herencia. Se fue sin saber adónde iba. Incluso cuando llegó a la tierra que Dios le había prometido, vivió allí por fe, pues era como un extranjero que vive en carpas . . . Abraham esperaba con confianza una ciudad de cimientos eternos, una ciudad diseñada y construida por Dios” (Hebreos 11:8-10).

La historia de Abraham abarca 14 capítulos del libro del Génesis. Dios le dijo que abandonara la ciudad que había sido el hogar de su familia durante generaciones y viajara a la tierra de Canaán, la zona donde se encuentra el actual Israel. Abraham obedeció y se convirtió en un forastero errante en aquella tierra extranjera.

Su vida tuvo muchos altibajos. A menudo se hallaba cerca de Dios, pero a veces confiaba más en sí mismo, lo que le acarreaba grandes problemas a él y a sus más cercanos. Pero lo más importante es que, a pesar de todo, confió en Dios y creyó en sus promesas. A lo largo de toda una vida de peregrinaje por una tierra lejana, estaba, como acabamos de ver, esperando “con confianza una ciudad de cimientos eternos, una ciudad diseñada y construida por Dios”. Su esperanza, su visión y su meta eran el Reino de Dios.

Su esposa Sara también fue un ejemplo de fe. Los versículos 11 y 12 nos dicen: “Fue por la fe que hasta Sara pudo tener un hijo, a pesar de ser estéril y demasiado anciana. Ella creyó que Dios cumpliría su promesa. Así que una nación entera provino de este solo hombre, quien estaba casi muerto en cuanto a tener hijos; una nación con tantos habitantes que, como las estrellas de los cielos y la arena de la orilla del mar, es imposible de contar”. Al igual que Abraham, “[creyó] lo que Dios les había prometido”. Esa creencia en las promesas de Dios los impulsó a seguir adelante a través de una larga vida en la que enfrentaron desafíos y problemas.

El ejemplo de Abraham fue el patrón a seguir para otros héroes bíblicos de la fe, más a menudo llamado “el padre de la fe”. Otros que siguieron sus pasos fueron: Isaac, Jacob, José, Moisés, Rahab, Gedeón, Barac, Sansón, Jefté, David, Samuel, los profetas bíblicos y muchos más.

Por medio de la fe lograron grandes cosas: “Por la fe . . . conquistaron reinos, gobernaron con justicia y recibieron lo que Dios les había prometido. Cerraron bocas de leones, apagaron llamas de fuego y escaparon de morir a filo de espada. Su debilidad se convirtió en fortaleza. Llegaron a ser poderosos en batalla e hicieron huir a ejércitos enteros” (Hebreos 11:33-34).

No obstante, a veces las cosas no salían tan bien. “Sin embargo, otros fueron torturados, porque rechazaron negar a Dios a cambio de la libertad. Ellos pusieron su esperanza en una vida mejor que viene después de la resurrección. Algunos fueron ridiculizados y sus espaldas fueron laceradas con látigos; otros fueron encarcelados en prisiones. Algunos murieron apedreados, a otros los cortaron por la mitad con una sierra y a otros los mataron a espada. Algunos anduvieron vestidos con pieles de ovejas y cabras, desposeídos y oprimidos y maltratados. Este mundo no era digno de ellos” (Hebreos 11:36-38).

Pero sin importar cómo les resultaran las cosas en esta vida, “Todas estas personas murieron aún creyendo lo que Dios les había prometido. Y aunque no recibieron lo prometido, lo vieron de lejos y lo aceptaron con gusto. Coincidieron en que eran extranjeros y nómadas aquí en este mundo” (Hebreos 11:13). Todos eran como Abraham en este sentido: sabían que la vida en este mundo no era la meta ni el final de la historia. Buscaban “un lugar mejor, una patria celestial. Por eso Dios no se avergüenza de ser llamado el Dios de ellos, pues les ha preparado una ciudad” (Hebreos 11:16).

Estos ejemplos nos ofrecen grandes lecciones cuando nos enfrentamos a las pruebas de la vida. A pesar de lo sombrías y desalentadoras que puedan parecer las cosas, tenemos un Dios que nos ama y que únicamente desea lo mejor para nosotros (Romanos 8:28). Su anhelo es que todos formemos parte de su reino (Lucas 12:32).

¡Medite en los ejemplos que hemos presentado y aférrese a estas palabras de esperanza mientras lidia con la vida en estos tiempos tan difíciles! BN