¿Alcanzaremos algún día la paz?

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¿Alcanzaremos algún día la paz?

Por segunda vez este año, no supe qué pensar cuando vi al presidente estadounidense, Donald Trump, sonriendo y saludando a un enemigo internacional, Vladimir Putin, después de tensas reuniones con los aliados europeos de los Estados Unidos. La vez anterior, un par de meses antes, se había reunido con el líder de Corea del Norte, Kim Jong Un, lo que sorprendió a muchos. 

Reuniones de Trump con Kim y Putin

En la reunión anterior, fue extraño ver la camaradería entre el hombre más poderoso del mundo y un dictador corrupto dándose palmaditas en la espalda como viejos amigos. Y este dictador no solo es corrupto, sino que además ha oprimido y dañado gravemente a su propio pueblo. Además, recientemente amenazó a los Estados Unidos y a las naciones vecinas al este de Asia.

Antes de esto, los Estados Unidos había impuesto sanciones sobre Corea del Norte por negarse a dar término a su programa nuclear. El presidente Trump había amonestado a Kim, burlándose de él al llamarlo “Hombre Cohete” por sus continuos intentos de desarrollar misiles de alto alcance, incluso que puedan llegar a la costa pacífica de los Estados Unidos. En enero el presidente Trump envió por Twitter un mensaje respecto al botón nuclear que Kim tiene en su escritorio: “Yo también tengo un botón nuclear, pero es mucho más grande y poderoso que el suyo, ¡y el mío sí funciona!”

No obstante, a pesar de estos antecedentes, se planificó una reunión para que los dos se sentaran a discutir la desnuclearización de Corea del Norte y también otros temas para mantener la paz. Y después de mucha politiquería, incluso de haber cancelado la reunión y luego haberla programado para otra fecha y en otro lugar, igual se llevó a cabo. 

Muchas personas, tanto de los medios de comunicación como opositoras del Sr. Trump, rápidamente lo ridiculizaron por el solo hecho de estar dispuesto a reunirse con Kim. Y al poco tiempo el presidente le da la mano a Putin, otro villano del escenario mundial. Ambos llevaron a cabo una conferencia de prensa conjunta después de su reunión privada. El Sr. Trump aparentemente aceptó  la obstinada negación de Putin en cuanto a la supuesta interferencia de Rusia en la elección presidencial de los Estados Unidos en 2016, lo cual provocó una inmediata y violenta reacción. Se le preguntó al presidente Trump por qué tenía más confianza en el presidente ruso que en la información entregada por los centros de inteligencia de los Estados Unidos. La mayoría de los comentaristas no quedaron satisfechos con su respuesta. 

Desde que asumió la presidencia, las tácticas del Sr. Trump no han sido las de un político típico. Él declaró en la conferencia de prensa: “Yo preferiría tomar un riesgo político a fin de alcanzar la paz, que arriesgar la paz para alcanzar un fin político. Como presidente, yo siempre pondré primero lo que es mejor para los Estados Unidos y su gente”. 

El presidente Trump salió de la reunión con Kim en Singapur diciendo “Conseguimos todo lo que deseábamos”. Sin embargo, algunos analistas de prensa han dicho que el documento que se firmó fue vago y no se puede confiar mucho en él. 

Personalmente, ahora que todo pasó puedo decir que estoy agradecido de que la reunión haya sido pacífica. ¡Es mejor que la alternativa! Quisiera darle al presidente el beneficio de la duda y comparar su reunión con este hombre desequilibrado con una movida de ajedrez para mantener la paz en el mundo. 

El 15 de julio, el presidente dijo en Twitter: “En nueve meses no se ha disparado ni un solo misil o cohete en Corea del Norte, no ha habido pruebas nucleares y nos han sido devueltos nuestros rehenes. Quién sabe cómo terminará todo esto al fin y al cabo, pero, ¿por qué los noticieros falsos [refiriéndose a los medios de comunicación que entregan una perspectiva torcida de las noticias] no hablan de estos hechos maravillosos?”

Lo mismo se aplica a los beneficios de juntarse con Putin en términos amistosos. Después de que el Sr. Trump reafirmó en un tuit el 16 de julio que tiene gran confianza en la gente de sus centros de inteligencia, dijo: “Sin embargo, también reconozco que para construir un futuro mejor no podemos enfocarnos exclusivamente en el pasado; como las dos mayores potencias nucleares del mundo, ¡debemos llevarnos bien!”

No obstante, incluso en el mejor de los casos –a saber, que Corea del Norte elimine completamente su arsenal nuclear y que las relaciones entre Rusia y Occidente sean buenas–, la percepción es que esto es más un parche temporal que una solución permanente de los conflictos mundiales. Aún hay mucha inquietud a nivel global. Durante mi vida he visto cómo las cosas pueden cambiar rápidamente en el panorama mundial. Tal como Estados Unidos aprendió a duras penas, un ataque terrorista puede cambiar la seguridad de una nación por décadas. 

¿Por qué es tan elusiva la paz? ¿Se alcanzará algún día? ¿Podemos obtenerla a través de negociaciones y politiquería? ¿Podemos simplemente elegir a las personas correctas para que solucionen todo y eliminen el desasosiego? 

Guerras interminables — hasta el final

¿En qué periodo de la historia podemos encontrar paz? Viene a la mente la Pax Romana — el relativo período de paz y estabilidad del Imperio romano durante su apogeo. Pero incluso esto solo fue posible de forma limitada dentro de los confines del imperio, y únicamente porque Roma conquistó y oprimió a los pueblos subyugados, lo cual probablemente no les parecía pacífico a todos. ¿Es este el nivel máximo de paz, lo mejor que podemos esperar y alcanzar? 

Lamentablemente, vemos en la profecía bíblica que habrá guerras hasta el fin de esta era. Cuando Jesucristo regrese, apareciendo en el cielo en un caballo blanco, lo hará en medio de una guerra global, ¡y los ejércitos de las naciones lucharán contra él!

“Entonces vi el cielo abierto; y he aquí un caballo blanco, y el que lo montaba se llamaba Fiel y Verdadero, y con justicia juzga y pelea . . . Y vi a la bestia, a los reyes de la tierra y a sus ejércitos, reunidos para guerrear contra el que montaba el caballo, y contra su ejército” (Apocalipsis 19:11, 19). 

Jesús regresará para restaurar la Tierra, pero solo después de juzgar a una generación cuyos pensamientos son totalmente malignos. Será una batalla unilateral en la cual Jesucristo los derrotará a todos con una manifestación de gran poder. 

En este acontecimiento profetizado los ejércitos no son como los de antaño, que luchaban con espadas, escudos, lanzas, arcos y flechas. ¡Estos serán los ejércitos más poderosos que la humanidad jamás habrá visto! 

Jesús describe la potencia de las armas de los ejércitos mundiales en ese entonces afirmando: “. . . porque habrá entonces gran tribulación, cual no la ha habido desde el principio del mundo hasta ahora, ni la habrá. Y si aquellos días no fuesen acortados, nadie sería salvo; mas por causa de los escogidos, aquellos días serán acortados” (Mateo 24:21-22). 

Esto puede parecer escalofriante, ¿verdad? Al leer escrituras como esta, uno puede sentirse abrumado de ansiedad por los sucesos que han sido vaticinados. Y al leer los titulares, es fácil entender el temor de la gente. 

Las armas nucleares de Corea del Norte y las tensiones con Rusia no son lo único alarmante. Otros lugares en el mundo están generando escenarios aterradores que sobrepasan las fronteras locales y nos tienen a todos en ascuas. 

El Medio Oriente, por ejemplo, siempre se encuentra en conflicto. Irán, a pesar de los acuerdos recientes, aún desea convertirse en potencia nuclear. Hemos visto cómo en África ciertos dictadores terribles cometen genocidio en contra de su propia gente. ¡Necesitamos desesperadamente la paz!

Los discípulos le preguntaron a Jesús acerca del fin de esta era y cómo sería. Jesús advirtió que habría guerras y rumores de guerras, confirmando que no resolveríamos estos problemas nosotros mismos. Luego les dijo: “Y oiréis de guerras y rumores de guerras; mirad que no os turbéis, porque es necesario que todo esto acontezca; pero aún no es el fin” (Mateo 24:6). 

Los ejércitos profetizados desplegarán suficiente fuerza destructora como para aniquilar al mundo entero. ¡Jesús tendrá que intervenir en ese tiempo para que no nos destruyamos a nosotros mismos!

Esto suena muy lúgubre y hace que las conversaciones de paz parezcan inútiles. No obstante, no debemos sentir ansiedad por estas cosas. Aquellos que seguimos a Dios no debemos llevar una vida de temor, esperando que algo malo pase y el mundo explote. Dios está al tanto de lo que está ocurriendo, y permitirá que estos terribles acontecimientos continúen solo temporalmente. Él intervendrá cuando sea el momento correcto; hasta que eso ocurra, podemos reconfortarnos con lo que Jesús les dijo a sus discípulos: “Mirad que no os turbéis”. 

La naturaleza corrupta detrás de las guerras humanas

Si las guerras son tan costosas, destructivas y derrochadoras, ¿por qué continúan?

Desde el tiempo del huerto de Edén, la raza humana siempre ha rechazado a Dios. Satanás utilizó una táctica con Adán y Eva que resultó ser muy tentadora para nuestro deseo humano de adquirir conocimiento. Les dijo “seréis como Dios, sabiendo el bien y el mal”. Satanás dijo que el resultado de comer del árbol del conocimiento del bien y el mal sería un pleno entendimiento, conocimiento y sabiduría. 

Parte del engaño de Satanás es hacernos creer que podemos solucionar todo nosotros mismos. Todas las guerras, ataques con cohetes y perspectivas políticas pueden resolverse si simplemente hablamos unos con otros y llegamos a un acuerdo. Podemos hacerlo — o al menos, eso creemos. Todo lo que tenemos que hacer es estrecharles la mano a suficientes individuos y llegar a un acuerdo mutuo con nuestros vecinos para alcanzar la paz. 

Pero esto es parte de la mentira. Comimos del árbol prohibido porque queríamos saber lo que Dios sabe para determinar las cosas por nosotros mismos. Pensamos: “Claro que podemos . . . Simplemente apoyemos al candidato correcto, unámonos a las protestas de paz o presionemos para que las Naciones Unidas se involucren”. Satanás nos ha engañado para que pensemos que somos capaces de alcanzar la paz sin la guía de Dios. Pero esto no es cierto. 

La Biblia dice: “¿De dónde vienen las guerras y los pleitos entre vosotros? ¿No es de vuestras pasiones, las cuales combaten en vuestros miembros? Codiciáis, y no tenéis; matáis y ardéis de envidia, y no podéis alcanzar; combatís y lucháis, pero no tenéis lo que deseáis, porque no pedís” (Santiago 4:1-2). Dondequiera que exista nuestra corrupta naturaleza humana, la cual es influenciada por Satanás, tendremos guerras — punto. 

¿Adónde nos lleva todo esto? ¿A un mundo cada vez más lleno de violencia? Esto no es lo que Dios desea para nosotros. 

¿Cuál es la batalla de un cristiano? 

Dios envió a su Hijo a la Tierra con una misión: debía llevar una vida perfecta como ejemplo para sus seguidores. También vino a establecer su Iglesia, el grupo de seguidores guiado por su Espíritu en esta era, para continuar la obra que comenzó. Después de morir, resucitar y ascender al cielo, sus discípulos siguieron adelante. Los miembros de su Iglesia no viven según la forma de pensar de aquellos que los rodean, sino que se esfuerzan para vivir según la forma que Dios espera en su reino venidero. 

No obstante, aunque sea difícil de creer, los cristianos continúan librando batallas. Pero no se trata de las que leemos en los titulares y noticieros. Nuestra batalla es más bien en el ámbito espiritual: “Porque no tenemos lucha contra sangre y carne, sino contra principados, contra potestades, contra los gobernadores de las tinieblas de este siglo, contra huestes espirituales de maldad en las regiones celestes” (Efesios 6:12). Satanás y sus demonios siempre están tratando de influenciar al pueblo de Dios para que se corrompa y peque. 

La batalla de un cristiano es pasar toda una vida superando la misma naturaleza que llevó a Adán y Eva a sucumbir en el huerto de Edén. “Porque las armas de nuestra milicia no son carnales, sino poderosas en Dios para la destrucción de fortalezas, derribando argumentos y toda altivez que se levanta contra el conocimiento de Dios, y llevando cautivo todo pensamiento a la obediencia a Cristo” (2 Corintios 10:4-5). Y: “Tú, pues, sufre penalidades como buen soldado de Jesucristo” (2 Timoteo 2:3). 

Esto no suena como un llamado pacífico, pero vencer estas fuerzas espirituales hostiles sí produce paz. Es una paz que lo afectará a un nivel muy personal. Es la paz a la cual Dios lo está llamando hoy. 

Jesús fue el principal embajador de un nuevo mundo que está por venir. Él va a establecer un reino de paz y dará paso a una nueva era sin guerra ni lucha. Las semillas de ese reino están siendo sembradas hoy, y la gente con la que Dios está trabajando es el ejemplo viviente de esa paz venidera. 

“Vestíos, pues, como escogidos de Dios, santos y amados, de entrañable misericordia, de benignidad, de humildad, de mansedumbre, de paciencia; soportándoos unos a otros, y perdonándoos unos a otros si alguno tuviere queja contra otro. De la manera que Cristo os perdonó, así también hacedlo vosotros. Y sobre todas estas cosas vestíos de amor, que es el vínculo perfecto. Y la paz de Dios gobierne en vuestros corazones, a la que asimismo fuisteis llamados en un solo cuerpo; y sed agradecidos” (Colosenses 3:12-15, énfasis nuestro). 

Permitir que la paz de Dios “gobierne” en nuestro corazón es una forma interesante de describir cómo debemos vivir y superar las dificultades. El término griego aquí tiene el sentido (según otros ejemplos relacionados) de someterse al llamado de un árbitro deportivo. El árbitro sabe las reglas y juzga en las diferentes situaciones. Someterse a la paz de Dios significa someternos a sus leyes, las cuales definen su camino de vida de amor y preocupación por los demás y que conduce a la paz.

De la paz interior a la paz mundial

Cuando nos sometemos a la paz de Dios, podemos vivir libres de temor — libres de angustia frente a lo que vemos en el escenario mundial. Podemos además vivir libres de temor en nuestras vidas personales. Someternos al gobierno de Dios nos da la paz que sobrepasa todo entendimiento (Filipenses 4:7). Si usted siente temor en cuanto a sus finanzas, problemas de salud o de relaciones personales, puede dejar que la paz de Dios gobierne su corazón. 

Sin embargo, para experimentar esta paz usted debe someterse a él en todos los aspectos de su vida. Dios y su reino venidero deben ser su prioridad.

Jesús les prometió esta paz a sus seguidores: “La paz os dejo, mi paz os doy; yo no os la doy como el mundo la da. No se turbe vuestro corazón, ni tenga miedo” (Juan 14:27). 

Jesús diferenció entre la paz que él nos ofrece y la que podemos alcanzar por nosotros mismos. Cuando leemos acerca de las guerras y los conflictos políticos en el mundo actual, es fácil ver que esa paz de Dios está ausente. Vemos que los líderes ponen sus propios intereses egoístas primero y no saben cómo alcanzar la paz en las negociaciones internacionales. Cuando se habla de mantener la paz en nuestro mundo actual, hay que entender que ella simplemente existe porque la fuerza militar de una nación es más poderosa que la del adversario. 

Cuando Jesús dijo “mi paz os doy”, no estaba ofreciendo algo superficial sino algo que solo el Dios de paz puede ofrecer. ¿Cómo, entonces, puede usted adquirir esta paz?

La paz es un elemento del “fruto del Espíritu”. Antes de ascender al cielo, Jesús instruyó a sus discípulos para que fueran a todas las naciones a predicar lo que habían aprendido, haciendo discípulos y bautizándolos (Marcos 16:15-16; Mateo 28:19). Quienes se arrepintieran serían bautizados y recibirían el Espíritu Santo mediante la imposición de manos por un ministro de Dios (Hechos 2:38; Hechos 8:14-18; 1 Timoteo 4:14; 2 Timoteo 1:6-7; Hebreos 6:1-2).

Cuando uno se somete al Espíritu, este le da el poder para crecer en todos los atributos que produce: “Mas el fruto del Espíritu es amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe, mansedumbre, templanza; contra tales cosas no hay ley. Pero los que son de Cristo han crucificado la carne con sus pasiones y deseos. Si vivimos por el Espíritu, andemos también por el Espíritu. No nos hagamos vanagloriosos, irritándonos unos a otros, envidiándonos unos a otros” (Gálatas 5:22-26). 

Al recibir el Espíritu Santo, usted comienza a ver estos atributos en su vida. Puede acoger y asimilar estas poderosas características a través del poder de este maravilloso don. Pero esto igual exige esfuerzo de su parte: esforzarse para superar su propia naturaleza, como también la influencia de la cultura corrupta que lo rodea. 

Pero el éxito solo se obtiene con la ayuda de Dios por medio de Cristo. Y al entregarle su vida a Dios, usted adquiere una paz que no hubiese podido recibir antes. Conocer a Dios, conocer su verdad y vivir según su Palabra conlleva a una maravillosa seguridad, alivio y paz verdadera. 

¡Este será finalmente el camino a la paz y salvación para toda la humanidad!

A su regreso en el futuro, Jesús reunirá a todos los suyos y corregirá todo lo malo del mundo. Él conducirá a las naciones a la paz y ya no habrá nada de la politiquería que vemos en la actualidad ni  más incitación para que las naciones luchen entre sí. Tendremos un Rey perfecto que reinará sobre todo el mundo. 

El profeta Isaías nos entrega una magnífica imagen de ese tiempo venidero: “No harán mal ni dañarán en todo mi santo monte; porque la tierra será llena del conocimiento del Eterno, como las aguas cubren el mar. Acontecerá en aquel tiempo que la raíz de Isaí [el Mesías, Jesús], la cual estará puesta por pendón a los pueblos, será buscada por las gentes; y su habitación será gloriosa” (Isaías 11:9-10).

Finalmente habrá paz en todo el mundo. ¡Qué hermoso futuro nos espera!  BN