Lo que la Biblia dice acerca del 'infierno'
Para poder responder a este interrogante es necesario que entendamos las cuatro palabras hebreas y griegas que se refieren a la condición o el lugar de los muertos.
En el Antiguo Testamento encontramos la palabra hebrea seol, que se refiere a “la condición y la morada de los muertos; por lo tanto, el sepulcro en donde reposa el cadáver . . .” (Wilson’s Old Testament Word Studies [“Estudios de Wilson sobre las palabras del Antiguo Testamento”], p. 215). Otro libro de consulta explica: “Así que no se hace referencia al destino eterno sino simplemente al sepulcro, donde reposan los cadáveres de todas las personas . . .” (Expository Dictionary of Bible Words [“Diccionario expositivo de palabras de la Biblia”], 1985, p. 336).
Los editores de la versión Reina-Valera de la Biblia, revisión de 1960, en lugar de traducir esta palabra, la dejaron simplemente como “Seol”.
Varios hombres que conocieron a Dios entendieron claramente que cuando murieran irían al sepulcro, no a un infierno ardiente. Entre ellos podemos citar a Jacob (Génesis 37:35), Job (Job 14:13), David (Salmos 88:3-4), Ezequías (Isaías 38:10). Resulta claro que seol no se refiere a un lugar de tormento eterno.
Tres palabras griegas
El equivalente griego de la palabra seol es hades, que se refiere también al sepulcro. En el Nuevo Testamento se citan cuatro pasajes del Antiguo Testamento en los cuales la palabra seol es traducida como hades (Mateo 11:23; Lucas 10:15; Hechos 2:27, Hechos 2:31). De la misma forma que seol, la palabra hades no ha sido traducida en la versión Reina-Valera (revisión de 1960). (La única excepción a esto se encuentra en 1 Corintios 15:55, donde hades está traducida correctamente como “sepulcro”.)
Resulta evidente quehades tampoco se refiere a un lugar de tormento. De hecho, el apóstol Pedro dijo que Cristo mismo había estado en el hades (Hechos 2:27, Hechos 2:31), refiriéndose al tiempo que permaneció sepultado antes de su resurrección. Hades simplemente significa sepulcro o sepultura.
Otra palabra griega que está relacionada con este tema por cuanto fue traducida como “infierno”, es tartaroo. Esta palabra, que aparece únicamente en 2 Pedro 2:4, se refiere al confinamiento o encarcelamiento de los ángeles caídos (demonios) que esperan el momento de su juicio. El diccionario citado antes dice que el verbo tartaroo significa “confinar en Tártaro” y que “Tártaro era el nombre griego del abismo mitológico en el cual los dioses rebeldes estaban confinados” (ibídem, p. 337). Haciendo referencia a un concepto conocido de la mitología contemporánea, Pedro explicó que a los ángeles que habían pecado Dios los había entregado a “prisiones de oscuridad, para ser reservados al juicio”. Estos ángeles caídos están en un lugar o condición de restricción esperando el juicio final por su rebelión contra Dios y por la influencia destructiva que han ejercido sobre toda la humanidad.
Tártaro se aplica únicamente a los demonios. En la Biblia este término no se utiliza para referirse a un fuego infernal en el cual son castigados los seres humanos después de la muerte.
Hay otra palabra griega que nos falta por estudiar (gehenna), yes la que posee ciertas características que hacen que las personas la asocien con el concepto tradicional del “infierno”. Sin embargo, esta palabra tiene diferencias importantes con la idea popular del castigo de los impíos. Gehenna es una palabra “derivada de la expresión hebrea ga-Hinnom, el valle del Hinom . . . un lugar donde se celebraban sacrificios humanos e idolátricos . . . Tratando de poner fin a todas estas abominaciones, Josías profanó este lugar con huesos humanos y otras inmundicias (2 Reyes 23:10, 13-14)” (The Complete Word Study Dictionary of New Testament Words [“Diccionario analítico completo de las palabras del Nuevo Testamento”], 1992, p. 360).
Debido en gran parte a su desastrosa reputación, este valle que bordeaba la ciudad de Jerusalén se convirtió en un basurero. Allí se quemaba la basura, lo mismo que los cadáveres de animales y criminales. El fuego que ardía de día y de noche consumía los desechos.
Un fuego consumidor
Gehennaes una palabra que se utiliza 12 veces en la Biblia; en 11 de esas ocasiones se citan las palabras de Jesucristo. Cuando Jesús hablaba de gehenna, sus oyentes sabían que se refería al lugar en el cual toda la basura y los cadáveres de los impíos se destruían por el fuego. Les advirtió claramente que este fuego destructor sería el destino de los malvados y de los impíos (Mateo 5:22, Mateo 5:29-30; Mateo 23:15, Mateo 23:33; Lucas 12:5).
¿Cuándo va a ocurrir esto? Muchos de los enemigos de Cristo eran los dirigentes religiosos y civiles de su época; ellos no fueron considerados criminales ni sus cuerpos fueron quemados en el basurero de la ciudad. Cristo sabía muy bien que el juicio, no solamente de ellos sino de la gran mayoría de la humanidad que haya vivido a lo largo de la historia, vendrá en el futuro (esto lo hemos explicado ampliamente en este folleto).
Después de su resurrección, aquellos que conociendo el camino de Dios no quieran arrepentirse, serán sentenciados a perecer en el fuego de gehenna, el cual los destruirá completamente, sin que tengan la esperanza de una futura resurrección (Mateo 10:28).
En el Apocalipsis este infierno es llamado el “lago de fuego” (Apocalipsis 19:20; Apocalipsis 20:10, Apocalipsis 20:14-15). Según la cronología de acontecimientos tal como aparece en la Biblia, esto tendrá lugar después de los mil años del reinado de Cristo sobre la tierra (Apocalipsis 20:1-6) y después de la resurrección a la vida física de todos aquellos que jamás hayan conocido a Dios ni sus caminos (vers. 5, 11-13). Las personas que participen en esta resurrección tendrán la oportunidad de aprender acerca de los caminos de Dios, arrepentirse y recibir el don de la vida eterna (este tema está explicado ampliamente en el capítulo IV de este folleto, pp. 34-57).
Sin embargo, algunos rechazarán este magnífico don, y la Biblia contiene su trágico epitafio: “El que no se halló inscrito en el libro de la vida fue lanzado al lago de fuego” (vers. 15).
A los que deliberada y conscientemente decidan rechazar los caminos de Dios, no se les permitirá seguir viviendo en la miseria que esta decisión les acarrearía. No sufrirán eternamente, sino que simplemente morirán: serán consumidos completamente por el fuego, de manera que de ellos no quedarán más que cenizas (Malaquías 4:1-3). Si examinamos cuidadosamente las Escrituras, nos daremos cuenta de que éstas no enseñan que los impíos serán atormentados eternamente en las llamas de un infierno horripilante.