El portentoso milagro de la vida

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El portentoso milagro de la vida

También, muchos científicos y teólogos han dedicado toda su existencia a la búsqueda de la respuesta del misterio de la vida.

Pero solamente Dios, el Creador de la vida, nos puede dar las respuestas que necesitamos tan desesperadamente. Para poder entender, vayamos al principio de todo.

La religión, la filosofía y la ciencia reconocen que la vida física tuvo un comienzo. Muchos suponen que la vida evolucionó durante millones de años. Sin embargo, la Biblia nos revela la existencia de un Dios que declara ser el Creador de toda la vida y quien hizo al hombre con un gran propósito. Por medio de su Palabra, Dios nos responde los interrogantes más grandes e importantes de la vida.

Muchas personas conocen el relato del Génesis, el primer libro de la Biblia. El nombre Génesis significa simplemente “el principio” o “los orígenes”. En este libro Dios nos revela el origen de todas las formas de vida que existen en la tierra.

La diferencia entre los seres humanos y los animales

Veamos lo que Dios dice en Génesis 1:26 acerca de la vida humana: “Entonces dijo Dios: Hagamos al hombre a nuestra imagen, conforme a nuestra semejanza; y señoree en los peces del mar, en las aves de los cielos, en las bestias, en toda la tierra, y en todo animal que se arrastra sobre la tierra”. Otras formas de vida fueron creadas como ayuda para el hombre en el transcurso de su vida, pero Dios creó al hombre con un propósito extraordinario.

El género humano es la única parte de la creación que ha sido hecha a imagen y semejanza de Dios. Los únicos seres físicos que han sido creados por Dios con la capacidad de tomar decisiones, planear y crear son los seres humanos. En lugar de crearnos con instintos, como lo hizo con los animales, Dios nos dotó de intelecto y de la capacidad de pensar, aprender, razonar, comunicarnos y producir.

Tal vez algunos cerebros de animales se parezcan a los nuestros, pero nosotros tenemos muchísimos más talentos y habilidades. La Biblia nos revela que la diferencia entre la mente humana y el cerebro animal es la esencia espiritual que Dios nos ha dado a nosotros: “Porque ¿quién de los hombres sabe las cosas del hombre, sino [por] el espíritu del hombre que está en él?” (1 Corintios 2:11).

Todavía nos falta algo

El apóstol Pablo escribió acerca del “espíritu del hombre” como el elemento que nos hace intelectualmente superiores a los animales; es la diferencia fundamental que existe entre ellos y nosotros. Nuestra capacidad de pensar, de entender y de conocer “las cosas del hombre” se debe a este espíritu.

Fuimos creados con ciertas capacidades intelectuales que, en forma muy limitada, se parecen a las de Dios (Génesis 1:26). Éstas nos permiten inventar idiomas escritos, desarrollar habilidades en matemáticas y en ciencias, construir civilizaciones, aprender del pasado y hacer planes para el futuro.

Cuando Dios sopló el “aliento de vida” en Adán (Génesis 2:7), le dio algo más que una existencia física como la de los animales. Le impartió la esencia espiritual e intelectual que le da a la mente humana sus maravillosos talentos y capacidades.

Pero como también dijo el apóstol Pablo, algo nos hace falta todavía: “Así tampoco nadie conoció las cosas de Dios, sino [por] el Espíritu de Dios” (1 Corintios 2:11). Pablo estaba refiriéndose a otro espíritu: al Espíritu de Dios.

Continuemos leyendo en el versículo 12: “Y nosotros no hemos recibido el espíritu del mundo, sino el Espíritu que proviene de Dios, para que sepamos lo que Dios nos ha concedido”. El entendimiento espiritual, que va mucho más allá de las capacidades naturales de la mente humana, tan sólo puede provenir de la ayuda, poder e influencia del Espíritu Santo.

El apóstol agregó en el versículo 14: “Pero el hombre natural no percibe las cosas que son del Espíritu de Dios, porque para él son locura, y no las puede entender, porque se han de discernir espiritualmente”. Como veremos más adelante, para poder conocer y entender cabalmente el propósito de nuestra vida es imprescindible que tengamos un vínculo espiritual con Dios.

El hombre fue creado con un propósito especial

Dios creó a los seres humanos con una dimensión espiritual porque tiene con ellos un propósito diferente del que tiene con las plantas y los animales. Muchos pasajes de la Biblia nos revelan claramente que ¡la vida humana es una preparación para la vida espiritual, eterna e inmortal!

La voluntad y el designio de Dios es que “todo aquel que en él [Jesucristo] cree, no se pierda, mas tenga vida eterna. Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna” (Juan 3:15-16).

Jesucristo tiene “potestad sobre toda carne, para que dé vida eterna a todos” los que Dios le ha dado (Juan 17:2).

En Romanos 2:6-7 leemos que Dios “pagará a cada uno conforme a sus obras: vida eterna a los que, perseverando en bien hacer, buscan gloria y honra e inmortalidad”. Y en Tito 1:2 se nos dice que nosotros tenemos “la esperanza de la vida eterna, la cual Dios, que no miente, prometió desde antes del principio de los siglos”.

Los seres humanos han sido creados con el propósito de que más adelante reciban la vida eterna.

Resumen

El Creador y sustentador de la vida es Dios. Él creó la vida humana en un plano diferente del de las plantas y los animales porque tiene un propósito superior para nosotros. Nuestra existencia nos permite tener ideales, experiencias y relaciones que en algunos momentos son placenteros y en otros son difíciles. Pero el verdadero propósito de nuestras vidas va más allá de la simple satisfacción de nuestras necesidades y el logro de nuestras metas diarias.

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Después de analizar brevemente el significado de la vida, examinemos el papel que la muerte desempeña en el plan de Dios. ¿Qué ocurre cuando morimos? ¿Qué esperanza tenemos después de la muerte?