¿Queda abolida la ley bajo el nuevo pacto?

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La Biblia nos dice que Jesucristo es mediador de un mejor pacto (Hebreos 8:6). La creencia popular de que el nuevo pacto anula la ley de Dios pone en evidencia un concepto erróneo acerca de ambos pactos. Dios nos dice que cambió el pacto original e hizo un “mejor pacto, establecido sobre mejores promesas” (v. 6). Pero no estableció leyes diferentes. La ley permaneció igual.

Había, sin embargo, una debilidad o falla en el pacto original. La falla estaba en las personas, no en la ley. “Porque reprendiéndolos [a los israelitas] dice: He aquí vienen días, dice el Señor, en que estableceré con la casa de Israel y la casa de Judá un nuevo pacto” (v. 8). Esto fue porque “no permanecieron en mi pacto, y yo me desentendí de ellos” (v. 9).

En el antiguo pacto Dios escribió la ley en tablas de piedra. Era algo externo, no parte del pensamiento y la motivación de las personas. Estaba en su literatura, pero no en sus corazones. En el nuevo pacto Dios escribe la ley en las mentes y corazones de su pueblo (Hebreos 8:10; Jeremías 31:33-34).

Para permitirles a las personas que interiorizaran su ley, amándola, obedeciéndola celosa y voluntariamente, Dios hizo esta promesa: “Os daré corazón nuevo, y pondré espíritu nuevo dentro de vosotros; y quitaré de vuestra carne el corazón de piedra, y os daré un corazón de carne. Y pondré dentro de vosotros mi Espíritu, y haré que andéis en mis estatutos, y guardéis mis preceptos, y los pongáis por obra” (Ezequiel 36:26-27). ¡El Espíritu de Dios es lo que capacita a su pueblo para que obedezca sus leyes!

Las personas que no tienen el Espíritu Santo no son capaces de obedecer de corazón. ¿Por qué? “Por cuanto los designios de la carne son enemistad contra Dios; porque no se sujetan a la ley de Dios, ni tampoco pueden; y los que viven según la carne no pueden agradar a Dios” (Romanos 8:7-8).

Por esto es que el antiguo pacto y el nuevo pacto son diferentes. Pablo explica: “Porque lo que era imposible para la ley, por cuanto era débil por la carne, Dios, enviando a su Hijo en semejanza de carne de pecado y a causa del pecado, condenó al pecado [la transgresión de la ley] en la carne; para que la justicia de la ley se cumpliese en nosotros, que no andamos conforme a la carne, sino conforme al Espíritu” (Romanos 8:3-4; ver además 1 Juan 3:4).

El International Critical Commentary (“Comentario crítico internacional”), al referirse a Romanos 8:4, dice: “El propósito de Dios al ‘condenar’ al pecado era que los requerimientos de su ley puedan ser cumplidos en nosotros, esto es, que su ley pueda ser establecida en el sentido de que por fin sea obedecida verdadera y sinceramente, en cumplimiento de las promesas de Jeremías 31:33 y Ezequiel 36:26”.

En una nota respecto a Jeremías 31:33-34 el mismo comentario explica que este pasaje “con frecuencia es mal entendido como una promesa de una nueva ley que reemplazca la ley antigua, o la promesa de una religión que no tenga ninguna ley. Pero el elemento nuevo que se promete en el versículo 33 es, de hecho, no una nueva ley ni una libertad de toda ley, sino un deseo interior sincero y la determinación del pueblo de Dios de obedecer la ley que ya les ha sido dada”.

Los siguientes pasajes del Nuevo Testamento confirman, ya sea explícitamente o por medio del ejemplo, que Jesús y los apóstoles veían los Diez Mandamientos como algo necesario para la vida de los verdaderos cristianos.

Primer mandamiento: Mateo 4:10; Mateo 22:37-38.

Segundo mandamiento: 1 Juan 5:21; 1 Corintios 6:9; 1 Corintios 10:7, 1 Corintios 10:14; Efesios 5:5.

Tercer mandamiento: Mateo 5:33-34; Mateo 7:21-23; Lucas 11:2; 1 Timoteo 6:1.

Cuarto mandamiento: Lucas 4:16; Hechos 13:14, Hechos 13:42, Hechos 13:44; Hechos 16:13; Hechos 17:2; Hechos 18:4; Hebreos 4:4, Hechos 4:9.

Quinto mandamiento: Mateo 15:3-6; Mateo 19:17-19; Efesios 6:2-3.

Sexto mandamiento: Mateo 5:21-22; Mateo 19:17-18; Romanos 13:9; Gálatas 5:19-21; Santiago 2:10-12.

Séptimo mandamiento: Mateo 5:27-28; Mateo 19:17-18; Romanos 13:9; 1 Corintios 6:9; 10:8; Efesios 5:5; Gálatas 5:19-21; Santiago 2:10-12.

Octavo mandamiento: Mateo 19:17-18; Romanos 13:9; Efesios 4:28.

Noveno mandamiento: Mateo 19:17-18; Romanos 13:9; Colosenses 3:9; Efesios 4:25.

Décimo mandamiento: Lucas 12:15; Romanos 7:7; Romanos 13:9; Efesios 5:3, Efesios 5:5.