La búsqueda de alternativas al Creador

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La búsqueda de alternativas al Creador

Por lo que hemos visto hasta aquí, usted probablemente ya se habrá dado cuenta de que la evolución, como explicación de la incontable variedad de fauna y flora —sin mencionar su propia existencia como ser humano racional y pensante— simplemente no sirve. Y en esta publicación apenas hemos empezado a sondear la profundidad de este tema.

Entonces ¿por qué tantas personas se aferran tenazmente a una creencia que tiene tantas deficiencias?

Lo que el apóstol Pablo comentó acerca de los filósofos de su época, también se aplica en nuestros días: “Lo que de Dios se conoce les es manifiesto, pues Dios se lo manifestó. Porque las cosas invisibles de él, su eterno poder y deidad, se hacen claramente visibles desde la creación del mundo, siendo entendidas por medio de las cosas hechas, de modo que no tienen excusa. Pues habiendo conocido a Dios, no le glorificaron como a Dios, ni le dieron gracias, sino que se envanecieron en sus razonamientos, y su necio corazón fue entenebrecido. Profesando ser sabios, se hicieron necios, y cambiaron la gloria del Dios incorruptible en semejanza de imagen de hombre corruptible, de aves, de cuadrúpedos y de reptiles. Por lo cual también Dios los entregó a la inmundicia, en las concupiscencias de sus corazones, de modo que deshonraron entre sí sus propios cuerpos, ya que cambiaron la verdad de Dios por la mentira, honrando y dando culto a las criaturas antes que al Creador . . .” (Romanos 1:19-25).

La incredulidad y la inmoralidad tan difundidas tienen mucho que ver con el rechazo al Dios creador y la desobediencia a sus leyes.

El físico Alan Hayward comenta: “Es obvio que la teoría de Darwin no tiene tanta aceptación como tenía hace varios años. Una pequeña pero significativa minoría de biólogos la han rechazado completamente y están buscando una teoría mejor para reemplazarla. Hasta el momento, no lo han logrado . . . Por otra parte, los argumentos a favor de la existencia del Creador son más fuertes ahora que nunca. En cada rama de la ciencia está en aumento el número de pruebas que hablan a favor de que el universo y todo lo que hay en él ha sido diseñado: que las cosas no pueden ser como son simplemente por azar.

“Las pruebas tienen tanto peso que incluso algunos científicos eminentes que no son creyentes han tenido el valor de enfrentarlas . . . ¿Cuál es la respuesta más razonable para la pregunta de si la creación es cierta? Seguramente es: Sí, creación de alguna forma” (Creation and Evolution [“La creación y la evolución”], 1985, p. 65).

El bioquímico Michael Behe dice: “Cuando entendemos que la vida fue diseñada por una inteligencia superior, es algo que nos estremece . . . porque estamos acostumbrados a pensar que la vida es el resultado de simples leyes naturales” (Darwin’s Black Box [“La caja negra de Darwin”], 1996, p. 252).

No debe sorprendernos que semejantes conclusiones no reciban mucha publicidad. Muchas personas no son conscientes de las fallas del darvinismo, y de los muchos hallazgos y conclusiones científicos que contradicen la teoría de la evolución.

Las consecuencias de aceptar la teoría darviniana han sido muy profundas. Se ha hecho un gran daño moral y social en los salones de clase y en la sociedad. La teoría que llevó a Darwin a descartar la Biblia y rechazar la existencia de Dios ha tenido un efecto muy grande en millones de personas.

No es coincidencia que Carlos Marx, el padre del comunismo, le preguntó a Darwin si podía dedicarle su obra maestra Das Kapital, o si Darwin estaría dispuesto a escribirle el prólogo. Al fin y al cabo, Marx creía que Darwin le había dado las bases científicas para el comunismo. Darwin declinó discretamente la oferta.

El Dr. Phillip Johnson escribió: “El genocidio, por supuesto, no es más que un horrible nombre para el proceso de selección natural por el que un grupo de genes reemplaza a otro. El mismo Darwin explicó esto en The Descent of Man [“El descenso del hombre”] cuando tuvo que enfrentarse a la realidad de que había ‘eslabones perdidos’ entre el simio y el hombre. Según él, estas brechas eran de esperarse teniendo en cuenta las extinciones que necesariamente acompañan a la evolución.

“Él predijo fríamente que la evolución agrandaría las brechas en el futuro, porque los más civilizados (esto es, los europeos) pronto exterminarían al resto de las especies humanas y hasta llegarían a matar a nuestros parientes más cercanos en el mundo de los simios. Los darvinistas modernos no tienen en cuenta semejantes pasajes, que hacen más vívido cuán fácilmente el cuadro de la naturaleza amoral inherente al naturalismo evolutivo puede ser convertido en un plan de acción” (Reason in the Balance [“La razón en la balanza”], 1995, p. 144).

Más adelante, Adolfo Hitler aplicó de hecho al género humano el concepto darviniano de “la supervivencia del más apto”. Durante la segunda guerra mundial los nazis esterilizaron a más de dos millones de personas y comenzaron a exterminar sistemáticamente a las que Hitler consideraba inferiores. Los nazis justificaron sus hechos al decir que le estaban haciendo un favor a la humanidad, porque estaban llevando a cabo “una depuración genética” para mejorar las razas.

Mientras la evolución —con sus implicaciones de amoralidad y la mentalidad de la supervivencia del más apto y de las razas “superiores” e “inferiores”— sea aceptada y reconocida, el genocidio y las depuraciones étnicas esporádicas en varias partes del globo tendrán una justificación “científica”, aunque muchos creyentes en la teoría darviniana objetarían esta conclusión.

La Biblia profetiza que antes del regreso de Jesucristo surgirá un comercio mundial de seres humanos. Este sistema inhumano propiciará el comercio de “esclavos, almas de hombres” (Apocalipsis 18:9-13). ¿Podrá ser esto posible? Uno sólo tiene que recordar el holocausto nazi. Centenares de miles de personas fueron obligadas a realizar labores de esclavos. Aquellos que eran demasiado débiles, enfermos, jóvenes o viejos para trabajar, tuvieron que enfrentarse a una muerte inmisericorde.

Recordemos que esto ocurrió relativamente hace poco tiempo en las naciones que eran consideradas las más adelantadas de la época. Podría volver a pasar, especialmente en un mundo en el que muchos han adoptado la creencia en un relativismo moral y en la supervivencia del más apto.