¿Es su vida “suficientemente buena” para Dios?

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¿Es su vida “suficientemente buena” para Dios?

Muchos piensan que todo lo que Dios espera o requiere se encuentra en Juan 3:16: “Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna”.

Pero ¿es bíblico acaso que todo lo que se necesita para ser salvo es creer en Dios Padre y en su Hijo Jesucristo? ¡Claro que no! El mismo medio hermano de Jesús escribió en Santiago 2:19: “Tú crees que Dios es uno. Bien haces. También los demonios creen y tiemblan” (énfasis nuestro en todo este artículo). Ellos también saben que Jesús es el Mesías (ver Marcos 1:24).

En efecto, los demonios sí creen, ¡pero está claro que no se salvarán!

¿Qué espera Dios de nosotros entonces? ¿Qué significa “estar bien” con él? ¿Cómo afecta ello la vida de una persona? Demos una mirada a las declaraciones del mismo Jesucristo, que nos dan la respuesta.

En Mateo 7:21, Jesús dice: “No todo el que me dice: Señor, Señor, entrará en el reino de los cielos, sino solo el que hace la voluntad de mi Padre que está en el cielo”. El simple hecho de reconocer a Jesús como Señor y Maestro y llamarlo “Señor, Señor” no es suficiente. Para heredar la salvación en el Reino de Dios debemos hacer la voluntad de Dios, como Jesús claramente afirmó.

Estar bien con Dios y recibir su don de la vida eterna comprende mucho más que limitarse a creer en él. Nuestra convicción de que Jesús es nuestro Salvador que murió por nosotros debe ser mucho más que una sensación reconfortante o una idea intelectual. Significa hacer la voluntad de Dios activamente en nuestras vidas, lo cual comienza entregándonos a él, estudiando su Palabra y orando regularmente para que podamos entender cómo quiere y espera que vivamos.

Mateo 19:16 registra una crucial pregunta que le hizo un joven rico a Jesús: “Maestro bueno, ¿qué bien haré para tener la vida eterna?” La respuesta de Jesús puede sorprender a quienes creen que él vino a abolir la ley o que enseñó que la obediencia a la ley de Dios es innecesaria. Jesús le respondió, “si quieres entrar en la vida, guarda los mandamientos” (v. 17).

Jesús no le dijo al joven que todo lo que tenía que hacer era creer. Le dijo que debía obedecer los mandamientos de Dios. ¡Qué claro y simple! Y luego, para explicar a qué mandamientos se refería, Jesús enumeró como ejemplos varios de los Diez Mandamientos además de otro mandamiento resumido que Dios había dado a través de Moisés. A continuación, Jesús le dijo al joven que reordenara las prioridades en su vida para convertirse en un seguidor comprometido de Cristo (versículos 18-22).

En Marcos 16:16 Jesús reveló otra condición que debemos cumplir para recibir de Dios su regalo de la vida eterna: “El que creyere y fuere bautizado será salvo; mas el que no creyere, será condenado”. El bautismo, o sea la completa inmersión en agua, es un acto simbólico que representa la muerte y entierro de la persona que éramos anteriormente, y el acto de salir del agua representa una resurrección para comenzar una nueva vida en la que nos comprometemos a servir a Dios y a esforzarnos por evitar el pecado (Romanos 6:1-23).

Las Escrituras muestran que el bautismo debe ser seguido de la imposición de manos realizada por un verdadero ministro de Jesucristo, a través del cual recibimos el Espíritu Santo de Dios y nos convertimos verdaderamente en hijos suyos (Hechos 8:17; Romanos 8:9). A menos que entreguemos nuestras vidas a Dios por medio del bautismo y la imposición de manos para recibir su Espíritu según muestran las Escrituras, no estamos cumpliendo con este requisito para recibir su dádiva de la salvación.

A quienes ignoran estas y otras claras instrucciones bíblicas (porque hay más), Jesús responde: “Por qué me llamáis Señor, Señor y no hacéis lo que yo digo?” (Lucas 6:46).

Así que volviendo a la pregunta del principio, ¿es su forma de vida “suficientemente buena” para Dios? En estos pasajes ha visto el inicio de la respuesta que él le da. Y como Jesús afirma en Lucas 14:33, “Así, pues, cualquiera de vosotros que no renuncia a todo lo que posee, no puede ser mi discípulo (Nueva Traducción Viviente).

¡Lea los artículos de esta edición para aprender más sobre lo que Dios espera de su vida! BN