Ponga a prueba sus creencias
La gente se guía por ciertas creencias esenciales, algunas de las cuales están firmemente arraigadas, mientras otras no tanto. Estas convicciones provienen de experiencias de vida significativas desarrolladas durante la infancia. “Las creencias esenciales son convicciones rígidas e inflexibles, firmemente arraigadas, que permanecen por la tendencia a aferrarse a las informaciones que las sustentan, ignorando aquellas evidencias que las puedan controvertir” (Longer, n,d). Sin importar su procedencia, cuando tengamos al menos una evidencia contradictoria, las creencias esenciales deben ser confrontadas con el propósito de verificarlas.
Lo dicho anteriormente me ha provisto de la oportunidad favorable de analizar mis creencias esenciales. No es sorprendente que lo que siempre he creído acerca de la enseñanza y aprendizaje del lenguaje, está íntimamente relacionado con lo mencionado en la fuente apodíctica de las Sagradas Escrituras.
Durante la década de los 70, cuando tuve la maravillosa experiencia de vivir en el extranjero, mi vida cambió sustancialmente: una nueva cultura, un mundo nuevo, un nuevo idioma y nuevos amigos en los estudios bíblicos de los sábados, que estaban como yo, ansiosos de escuchar las maravillosas historias semanales que enriquecieron nuestras jóvenes mentes. Aunque existen numerosos versículos que mencionan el aprendizaje y la enseñanza de la lengua, puedo recordar con mayor precisión los eventos descritos en los libros de Génesis, Deuteronomio, Proverbios, Romanos y Hechos de los Apóstoles, que contribuyeron a afianzar mis creencias fundamentales acerca de la enseñanza y el aprendizaje del idioma.
La primera escritura inspiradora se encuentra en Génesis 11:1-9 donde se relata cómo en el mundo del principio se hablaba una lengua común, y cómo los babilonios intentaron construir una ciudad todopoderosa en la tierra de Sinar con una torre que alcanzara hasta el cielo. Entonces; Dios, quien se encontraba enojado con el comportamiento humano, les confundió el habla de tal manera que no se pudieran entender unos con otros. A la torre se le denominó Babel a causa de la confusión de las lenguas. El nombre de esta nefasta torre pasó a significar el esfuerzo que debemos hacer para entender a alguien que no habla nuestro idioma.
Ningún otro libro, artículo ni investigación relacionada con los idiomas puede ser comparada con la más confiable de las fuentes acerca del origen de la comunicación oral. Lo que los lingüistas han hecho es dar significado al lenguaje estudiando no solo su morfosintaxis (la forma en que éste está estructurado para ser capaz de expresar con sentido), sino su etimología (origen) y transformación con el transcurso de los años.
Un segundo tópico está descrito en Deuteronomio 5:1: “Llamó Moisés a todo Israel y les dijo: Oye, Israel, los estatutos y decretos que yo pronuncio hoy en vuestros oídos; aprendedlos, y guardadlos, para ponerlos por obra”. Podemos obtener muchas lecciones de provecho de la Biblia, al menos eso fue lo que escuché decir a los conductores de los estudios bíblicos cada sábado. Recuerdo a alguien en particular decirnos que durante la semana podíamos encontrar en los textos escolares muchas lecciones para aprender, pero que la Biblia es el libro que ejerce la mejor influencia en nuestra vida diaria; donde podemos encontrar tanto buenos como malos ejemplos. También se nos aconseja dar testimonio de las buenas acciones, de acuerdo con el punto de vista de nuestro Creador
Es asombroso ver como los verbos aprender, guardar y hacer, se encuentran estrechamente interrelacionados. Esto significa que después de adquirir un nuevo concepto, el cerebro debe entrar en una fase de equilibrio ejecutando algunos ajustes que le permitan guardar lo aprendido en la memoria de corto plazo. Una vez realizados los ajustes correspondientes, se debe practicar lo aprendido con el fin de almacenarlo en la memoria de largo plazo lo que le permitirá al individuo ejecutarlo cuando tenga la oportunidad. Si queremos disfrutar de una larga vida, igualmente debemos interrelacionar los tres verbos anteriores cuando se trate de poner en práctica los estatutos descritos en Deuteronomio 5:1.
De acuerdo con mi criterio, los conceptos de aprendizaje, almacenamiento y ejecución constituyen un proceso cíclico. Una creencia arraigada en mi cerebro es que el aprendizaje no solo está relacionado con la adquisición de los estatutos y decretos de Dios, sino también con aquellas cosas que no debemos imitar.
Una advertencia en tal sentido se encuentra en Proverbios 22:24-25: “No te hagas amigo de gente violenta, ni te juntes con los iracundos, no sea que aprendas sus malas costumbres y tú mismo caigas en la trampa”. Aprender y aplicar estos conceptos con responsabilidad, rectitud, amar generosamente y actuar con paciencia en nuestra vida diaria es algo que debemos esforzarnos en hacer.
Sin embargo, en términos de investigación, la Biblia usa la observación como una herramienta; así lo vemos en Proverbios 6:6: “Mira la hormiga, perezoso, observa sus caminos y sé sabio”.
Finalmente, el aspecto más excitante de la naturaleza de mis creencias esenciales con relación a la enseñanza, proviene directamente de mis padres quienes, como buenos maestros, siguiendo las orientaciones del Eterno, generación tras generación, fueron mi ejemplo a seguir. Además de los hechos mencionados, la enseñanza basada en la verdad, la honestidad, la autoestima y la responsabilidad; me han dado la oportunidad de desarrollar autonomía, destrezas en la solución de problemas y trabajo mancomunado.
Hay un extenso número de escrituras que sustentan mis creencias con respecto a la naturaleza de la enseñanza. Veamos lo escrito en Romanos 2:21-22: “Tú, pues, que enseñas a otro, ¿no te enseñas a ti mismo? Tú que predicas que no se ha de hurtar, ¿hurtas? Tú que dices que no se ha de adulterar, ¿adulteras? Tú que abominas de los ídolos, ¿cometes sacrilegio?” No hay duda que estos versos deben inducir al maestro a educar a través del ejemplo. Debido al hecho que los educandos son propensos a establecer una dicotomía entre el conocimiento impartido y el comportamiento del educador, es la razón por la cual se puede afirmar que las acciones deben ser congruentes con las palabras.
Mi experiencia como profesora de inglés, me coloca en la posición de revisar lo escrito en Hechos 8:30-3, preguntándome si los estudiantes con problemas de atención o cualquier otro tipo de falencia ha entendido lo leído en el texto, de manera que pueda responder las preguntas relacionadas con la comprensión lectora. La mayoría de las veces las respuestas tienen que ver con lo expresado por el eunuco cuando se le preguntó si había entendido lo leído: “Él dijo: ¿Y cómo podré, si alguno no me enseñare? Y rogó a Felipe que subiese y se sentara con él”. De igual manera, muchas veces es necesario que el maestro preste especial atención y guía a algunos de sus discípulos.
Para resumir: numerosas creencias esenciales solo han sido aceptadas después de haber sido probadas a satisfacción. Las creencias esenciales pueden parecer obvias a primera vista, pero dependen de la credibilidad de la fuente. Mi fuente de información (la Biblia) es infalible. ¿Qué piensas de la tuya?