Nuestro FODA espiritual

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Nuestro FODA espiritual

Al pensar sobre dicho festival, no pude resistir pensar también en una de mis clases de la universidad, creatividad empresarial. En ella, nos están enseñando sobre la planificación de negocio, precisamente cómo transformar una idea de negocio a una posible fuente de ingreso. La herramienta clásica para ese proceso es lo que se conoce como “FODA”: Fortalezas, Oportunidades, Debilidades y Amenazas.

¿Qué es el FODA? Una definición dice así: “Es un acróstico para determinar a la herramienta de análisis que puede ser aplicada a cualquier situación, individuo, producto, empresa, etc.” Las fortalezas y debilidades se refieren a factores internos de la empresa o individuo, mientras que las oportunidades y amenazas son factores externos.

En lo que nos acercamos a un nuevo ciclo de fiestas santas, le exhorto que realice su “FODA” espiritual personal, pues puede servir de gran ayuda a la hora de la autoevaluación. En esta ocasión, resumí cómo sería el “FODA” de los cristianos a nivel general.

FORTALEZAS

Nuestra más grande e importante fortaleza es que tenemos a Dios el Padre y a nuestro Salvador Jesucristo de nuestro lado: “Dios es nuestro amparo y nuestra fortaleza…”. Las áreas claves en las que somos fortalecidos en él son:

Nos ama incondicionalmente a pesar de nuestras imperfecciones.

Dios pelea nuestras batallas y nos rescata cuando estamos acorralados de tantos frentes.

Nos da protección: “…porque tú eres mi protector, mi refugio en momentos de angustia” (Salmo 59:16).

Nos sana de nuestras enfermedades y también pecados: “Pero yo te restauraré y sanaré tus heridas…” (Jeremías 30:17).

También somos fortalecidos gracias a la compañía de los hermanos en la fe, pues al igual que nosotros, otras personas pueden estar pasando por las mismas luchas y otros que han podido triunfar están disponibles para aconsejarnos: “…la seguridad está en tener muchos consejeros” (Proverbios 11:14).

OPORTUNIDADES

Nuestro Padre da las oportunidades. Como resultado de la certeza de tener un Dios y Salvador en nuestras vidas, esto abre muchas puertas para formar parte de la obra de Dios:

Recibir su misericordia y perdón por nuestras transgresiones (Efesios 1:7).

Recibir el don del Espíritu Santo que nos permite entender su palabra y tener una relación íntima con él (Hechos 2:38).

Ser moldeados conforme al carácter Jesucristo (1 Corintios 11:1; Gálatas 2:20).

Ser escogidos para dar testimonio de sus obras y predicar el evangelio a los demás: “…porque son un pueblo escogido…Por eso pueden mostrar a otros la bondad de Dios…” (1 Pedro 2:9).

¡La salvación de Dios! (Isaías 25:9).

DEBILIDADES

Muchas veces no pensamos que las tenemos y podemos caer en la trampa de sentirnos invencibles. Sin embargo, saber definir nuestra flaqueza puede ser el paso más importante. Todos tienen algo específico que mejorar, pero las debilidades del cristiano, a nivel general, pueden ser:

La desobediencia, específicamente a los mandamientos de Dios.

Dejarnos llevar por nuestro corazón.

El amor a cualquier cosa o persona más que a Dios

Vivir con miedo, pues nos debilita y es un destructor de fe (2 Timoteo 1:7)

AMENAZAS

Otra manera de clasificar esta sección sería como advertencias o riesgos que corremos si no hacemos algo con respecto a las debilidades.

Caer bajo la influencia de Satanás, quien anda como un león rugiente (1 Pedro 5:8).

Descontento y, en casos, rechazo de Dios (Zacarías 7:13).

La muerte eterna en el lago de fuego y azufre.

NUESTRO INGRESO ESPIRITUAL

Ahora, ¿qué ganaremos nosotros? ¿Cuál es nuestra “ganancia” al final de todo? Una vez acudamos al compromiso de vivir conforme al camino de Dios, al final veremos el maravilloso resultado:

  • Heredar el Reino de Dios.
  • El amor y paz de Dios
  • La vida eterna

“…para que sepáis que tenéis vida eterna…” – 1 Juan 5:13.

“…y reinarán por los siglos de los siglos.” – Apocalipsis 22:5.

Ojalá esta herramienta de análisis le sirva a nivel espiritual para todos. La autoevaluación es algo que debemos hacer todos cada día de nuestras vidas. Recuerden que no hay ingreso comparado a las bendiciones que Dios ha prometido a la humanidad.