Dios con nosotros
De esta manera, Cristo nos encomendó la tarea más noble que, como sus genuinos seguidores, debemos cumplir. Actualmente, la Iglesia predica el evangelio a través de sus ministros, en sus sermones de los días santos, mediante seminarios que se realizan periódicamente, a través de la literatura de la Iglesia, el programa de televisión llamado Beyond Today, y por medio de sus miembros, a través del buen ejemplo que damos en nuestra vida cristiana.
Sin perjuicio de lo anterior, y junto a la labor de predicar el evangelio y de preparar un pueblo, Jesús nos deja la herramienta más poderosa para que podamos llevar a cabo este cometido. Y es lógico, pues Dios nunca nos mandaría a hacer algo sin darnos lo necesario para conseguirlo. Cristo nos asegura que él permanece en nosotros, a través de su Santo Espíritu.
Se trata de un punto importante que no podemos pasar por alto, pues a través de él, siempre lo tendremos como nuestro guía y apoyo. Nada puede salirnos mal, porque él está con nosotros y nosotros con él, ¡porque es Dios!, y sabemos que él jamás nos va a fallar. Si él dijo que permanecería con sus hijos fieles, es porque así será. Nosotros siendo aún seres humanos, podemos negar a Dios, incluso hasta molestarnos o alejarnos de él. Pero Dios siempre permanece paciente y amoroso, esperando un cambio positivo en cada uno de sus hijos. Él nos asegura que no nos abandonará, y ciertamente no lo ha hecho, ni lo hará.
Cuando nuestro Señor resucitó, hizo un compromiso motivador y consolador, debido a su eterno poder, (ya que como Dios, no necesita nada nuestro, pero sí lo hace, es por su gran misericordia), como una prueba de su gran amor, apoyo y protección que nos brinda en cada paso que emprendemos junto a él. Si estamos sanos, si tenemos familia, amigos, vida, es gracias a él, por eso, nunca olvidemos de hacer nuestras las palabras de Jesucristo, cuando dijo: “Y he aquí yo estoy con vosotros, todos los días, hasta el fin del mundo”.