Cumplamos lo prometido y terminemos lo comenzado

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Cumplamos lo prometido y terminemos lo comenzado

Como pastor y administrador por muchos años, frecuentemente recibo solicitudes para aconsejar a gente joven, y debido a la experiencia que he adquirido con el tiempo, no faltan los padres que me piden que escriba sugerencias para alcanzar el éxito a sus hijos o hijas que están por graduarse.

Para mí es un gran privilegio tener esta oportunidad, y la tomo muy en serio. ¿Qué es lo que por lo general les digo a estos jóvenes?

Lo que les he aconsejado más que nada es precisamente lo expresado en el título de esta columna: Cumple con lo que prometiste y termina lo que comenzaste. Es algo muy simple, pero he comprobado una y otra vez que la práctica de este importante rasgo de carácter ayuda a ganarse la buena voluntad de colegas, jefes y amigos.

Tal vez usted se sienta identificado con esto. ¿Cuántas veces se ha sentido molesto (o algo peor que eso) cuando alguien que se había comprometido a juntarse con usted a cierta hora para terminar un proyecto falta a su promesa, esgrimiendo excusas, olvido, malentendidos e historias de mala suerte?

Para algunas personas esto se convierte en un fastidioso patrón de comportamiento, que les acarrea una mala reputación. Tengo que confesar que, en mi caso, este tipo de reputación en ocasiones me motiva a distanciarme de tal persona. ¿Por qué? Por autoprotección: porque semejante conducta, indigna de confianza, distrae, demora y hasta perjudica la tarea que estoy haciendo. Al no cumplir su palabra, estas personas aumentan la carga de trabajo y provocan mucho estrés innecesario.

Pero, felizmente, contamos con un ejemplo perfecto y digno de imitar. Podemos estar profundamente agradecidos de que una de las características más poderosas de Dios sea su inamovible y sólido compromiso con lo que está llevando a cabo en nuestras vidas. El apóstol Pablo lo expresó así: “Estoy convencido de que Dios empezó una buena obra entre ustedes y la continuará hasta completarla el día en que Jesucristo regrese” (Filipenses 1:6, Palabra de Dios Para Todos, énfasis nuestro).

También debemos apreciar enormemente otra verdad crucial y muy personal: Dios está empeñado en que tengamos éxito, siempre y cuando cooperemos con él. Tenemos su inquebrantable promesa, estipulada en la Biblia, de que él no “se olvidará” de nosotros aun cuando a veces parezca que está atendiendo asuntos más importantes.

Lo que más valoro en las personas con las cuales trabajo es su probado compromiso con el comienzo y culminación de una tarea. ¿Siente usted lo mismo? En lo personal, me causa gran satisfacción ver una promesa cumplida. Jesucristo se valió de la parábola de los dos hijos para ilustrar claramente este punto:

“Pero ¿qué os parece? Un hombre tenía dos hijos, y acercándose al primero, le dijo: Hijo, ve hoy a trabajar en mi viña. Respondiendo él, dijo: No quiero; pero después, arrepentido, fue. Y acercándose al otro, le dijo de la misma manera; y respondiendo él, dijo: Sí, señor, voy. Y no fue. ¿Cuál de los dos hizo la voluntad de su padre? Dijeron ellos: El primero. Jesús les dijo: De cierto os digo, que los publicanos y las rameras van delante de vosotros al reino de Dios”.

Le invito a tomar en cuenta este consejo, que tiene que ver con la forma en que tratamos a nuestro prójimo. Es bíblico y práctico, y puede ayudarle a mejorar sus relaciones y su desempeño en el trabajo.

Acabemos lo que empezamos y cumplamos nuestra palabra.