Aléjate de tu pantalla

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Aléjate de tu pantalla

Recientemente lo noté y ha pasado más de una vez. Estaba pasando tiempo con mi hija. Ella estaba montando su bicicleta en la entrada de nuestra casa. Pero yo no me encontraba ahí sino en mi teléfono. Claro, le tome una foto, la “tuiteé” y se la mandé por mensaje instantáneo a sus abuelos.

Pero, yo no estaba disfrutando de ese momento especial, compartiendo su alegría mientras ella superaba el miedo a su bicicleta de “niña grande”. Ahí estaba, mi bella hija montando su bicicleta y yo absorto en mi pantalla. Momentos perdidos.

Un artículo reciente apareció en mi bandeja de novedades de la revista NPR acerca de un café en Vermont que había prohibido las laptops. Comenzó como una decisión fiscal, ya que cuando llegaban nuevos clientes al establecimiento, las mesas estaban ocupadas por alguna persona que trabajaba en su computadora y no dejaban asientos disponibles. Pero la dueña, Jodi Wahlen, dijo que no se trataba solo de dinero.

“Entrar a un lugar y ver a personas viendo sus pantallas con una mirada en blanco, le quita el aspecto de comunidad al hecho de estar en un lugar con otras personas”. Estoy seguro que ustedes han presenciado el mismo escenario en alguna cafetería. Es silencioso, sin nadie hablando. Solo el cliqueti-clac del teclado disperso alrededor de esas islas remotas – las mesas del lugar. Una cafetería con prohibición de computadoras tendrá vida y el bullicio de personas compartiendo juntas construirá relaciones.

Somos más sociales que nunca, podrían ustedes decir. Pero mientras somos muy sociales en las redes sociales digitales, éstas podrían quitarnos las conexiones personales de la vida real. Yo lo noté cuando estaba pasando tiempo precioso con mi hija. Ella es un regalo de Dios.

“He aquí, herencia del Eterno son los hijos; cosa de estima el fruto del vientre” (Salmos 127:3).

Pasar tiempo de calidad con nuestros hijos es una oportunidad fugaz. Aléjate de tu pantalla y disfrútalos. Pasa tiempo de calidad con las personas que te rodean también. Las redes sociales y las pantallas siempre estarán ahí. Los momentos de la vida real no.

Fuente: ucg.org