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Dios nos ha provisto de una solución al pecado: Jesucristo. Debemos comprender a cabalidad esta verdad.
Los antiguos israelitas necesitaban una respuesta. Eran esclavos en Egipto y Dios hallaría la solución. Él la proveería. De hecho, toda esa situación simboliza nuestra travesía espiritual al salir del pecado, del Egipto de este mundo. Dios nos da la solución. Es una solución en la que deberíamos meditar. ¿En qué deberíamos meditar, especialmente en esta época del año —los días santos?
Bueno, meditemos que Jesucristo es la solución para el pecado. Cristo es la solución. Y a menudo lo podemos pasar por alto cuando nos enfocamos en nosotros mismos. Podemos desanimarnos y deprimirnos al ver que no nos hemos desarrollado como deberíamos. No somos tan espirituales como nos gustaría ser. Eso siempre ocurre. Sin embargo, Dios nos muestra que él tiene la solución.
Hay un pasaje hermoso que nos lo recuerda en 1 Pedro 1, comenzando en el versículo 18. Pedro dice, “sabiendo que fuisteis rescatados de vuestra vana manera de vivir, la cual recibisteis de vuestros padres, no con cosas corruptibles, como oro o plata, sino con la sangre preciosa de Cristo, como de un cordero sin mancha y sin contaminación”. Comprendemos que habla de Jesucristo. Esta es la solución y Pedro lo enfatiza cuando dice “sabiendo esto”. Lo sabemos, lo entendemos, literalmente lo percibimos y lo reconocemos y discernimos que tenemos una solución.
Es hora de caminar, caminar, así como lo hicieron los israelitas rumbo a la tierra prometida de forma física. Nosotros lo hacemos hacia el reino de Dios, espiritualmente, sabiendo que tenemos un objetivo. Fijemos nuestra mirada en nuestro Salvador y el reino de Dios que está por delante.
Esto fue “BT Daily”. Hasta la próxima.