Tener una fe viva requiere que confiemos en que Dios puede hacer lo que pensamos que es imposible e improbable.
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[Darris McNeely] Tener una fe viva requiere que a veces creamos realmente que las cosas que parecen imposibles pueden suceder. Hemos estado cubriendo el capítulo de la fe en la Biblia, Hebreos capítulo 11, y muchos ejemplos que comienzan con Abraham, Abel y Enoc, aquellos hombres y mujeres que vivieron por fe que, como dice en el verso 1 “La fe la certeza de lo que se espera, la convicción de lo que no se ve” (Hebreos 11:1).
Hay un ejemplo en esta historia que es para rascarse la cabeza tal vez para algunos donde se habla de Sara en el versículo 11. “Por la fe también la misma Sara, siendo estéril, recibió fuerza para concebir; y dio a luz aun fuera del tiempo de la edad, porque creyó que era fiel quien lo había prometido” (Hebreos 11:11) hablando de Dios. ¿Recuerdas el relato de Génesis? Sara y Abraham fueron visitados, y les dijeron que iban a tener un niño en su vejez, el hijo de la promesa, que sería Isaac. Pero Sara se rió de la noticia cuando Abraham le contó a su avanzada edad, dice que ella pasó la edad fértil y Abraham tenía alrededor de 100 años cuando esto ocurrió. Ella estaba muy cerca de esa edad también. Y ella dijo, ¿cómo puede suceder?– algo imposible para mi dar a luz. Y las circunstancias se distorsionaron. Eventualmente ella concibió. Dio a luz a un hijo llamado Isaac quien era el hijo de la promesa.
“Por la fe”, continúa en el versículo 12 de Hebreos 11, “Por lo cual también, de uno, y ése ya casi muerto, salieron como las estrellas del cielo en multitud, y como la arena innumerable que está a la orilla del mar” (Hebreos 11:12). Isaac, Jacob y su hijo finalmente dieron lugar a una genealogía que sigue afectando al mundo, la historia, y especialmente la profecía. Las promesas que se hicieron a Isaac, efectivamente se hacen realidad. Y estamos viviendo con los resultados hasta la fecha.
La historia de Sara de Hebreos 11, que se rió cuando le dijeron que concebiría un niño en su vejez. A veces creer se traduce últimamente en una vida, dinámica y una fe activa requiere que creamos que Dios puede hacer lo imposible, o al menos lo es para nosotros en nuestro nivel de vida física y existencia imposible.
Es un elemento de fe que aprendemos cuando nos fijamos en la historia de Sara.
