Una súbita despedida

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Una súbita despedida

Benjamín Franklin dijo: “En este mundo sólo hay dos cosas seguras: la muerte y pagar impuestos”. Hay un momento para nacer y uno en el que hemos de morir.

Cuando somos jóvenes rara vez pensamos en la muerte; creemos que tenemos toda la vida por delante con nuestros sueños, aspiraciones y deseos. La muerte pareciera estar muy lejos.

No fue sino hasta mi adultez cuando enfrenté la muerte de un ser querido; ésta parecía algo que le acontecía a las personas mayores luego de haber llevado una buena y larga vida.

En ningún momento de mi vida había asistido a más funerales como el año pasado. Una de las personas que murió fue una dama de noventa y siete años; había llevado una vida larga y plena. También falleció el esposo (quien ya estaba jubilado) de una señora de la iglesia en nuestra área; él también había llevado una vida larga y próspera. Otro amigo murió de un ataque al corazón. Un amigo de muchos años perdió a su hijo a causa del cáncer a la edad de cuarenta y cuatro años. También, una niña de doce años murió de leucemia; esta fue una muerte difícil de asimilar ya que tenía toda la vida por delante y sus metas y aspiraciones no se cumplieron.

Sin embargo, el fallecimiento que más me afectó fue el de una persona que ni siquiera conocí. Murió súbita e inesperadamente. ¿Por qué me afectó tanto? Porque tenía mi edad. Me di cuenta de que podría haber sido yo. Podría haberle ocurrido a mi marido. No estaba preparada para morir ahora. ¿Y si hubiera sido mi hermana o mi hermano? Tampoco estaba preparada para que murieran.

Todos sabemos que hemos de morir, sin embargo no sabemos cuándo nos vendrá ese final —o cuando le vendrá a alguno de nuestros seres queridos. Podría suceder en un instante por un accidente o por una crisis de salud y sería demasiado tarde para decir: “Adiós” o “te quiero”.

Entonces, ¿qué deberíamos de hacer?

Debemos aprovechar la oportunidad de decirles a aquellas personas que nos importan que las queremos, llamar a un amigo lejano y decirle que estaba en nuestros pensamientos, escribir una carta a una tía que queremos y decirle que la extrañamos, decirle a mamá y a papá antes de irnos a dormir que los amamos y que apreciamos todo lo que hacen por nosotros.

Debemos hacerlo hoy.  No esperes hasta mañana, la próxima semana o el otro mes pues ya puede ser demasiado tarde.  La vida es corta.  “Porque el hombre tampoco conoce su tiempo” (Eclesiastés 9:12). Aprovecha el tiempo ahora y mantente conectado con aquellos que amas y por quienes te preocupas.

Vendrá un tiempo en la que la siguiente Escritura se cumplirá: “Enjugará Dios toda lágrima de los ojos de ellos; y ya no habrá muerte, ni habrá más llanto, ni clamor, ni dolor” (Apocalipsis 21:4, énfasis añadido).

Ya no tendremos que despedirnos de ellos. Sin embargo, hasta que ese momento llegue, mantente en contacto con ellos, diles que los amas, pasa tiempo con ellos, llámalos, ¡te alegrará haberlo hecho!

Si deseas aprender más sobre lo que en realidad ocurre después de la muerte, por favor lee nuestro folleto titulado ¿Qué sucede después de la muerte?

Fuente: ucg.org