Templado por Dios

Usted está aquí

Templado por Dios

La cultural occidental parece estar fascinada por eras históricas y mundos de fantasía donde los reinos son gobernados por la fuerza de espada y flecha. Solo miren nuestra obsesión duradera con la leyenda artúrica o las aventuras épicas de obras ficticias de J.R.R. Tolkien y C.S. Lewis.

Una espada utilizada en el nombre de la verdad y la justicia adquiere una noble cualidad; se convierte en una herramienta para derrotar el mal. Las espadas son un símbolo prominente en la cristiandad. […] Pablo menciona “la espada del Espíritu, que es la palabra de Dios” (Efesios 6:17).

Tal vez haya leído o escuchado muchas historias de héroes con espadas, ¿pero alguna vez ha pensado cómo un herrero prepara una espada? Hoy en día, la herrería es un arte cada vez más raro, y el conocimiento de cómo hacer una espada ya no es muy común. Pero en nuestra era de información es fácil encontrar descripciones de esta impresionante habilidad: forjar metal en una herramienta.

Cada espada debe ser templada, lo que puede definirse como “el punto de dureza o elasticidad que se da a un material, como el metal y el cristal, mediante la elevación de su temperatura a cifras muy altas para después enfriarlo bruscamente”. La descripción de Wikipedia añade: “Para los metales, el temple se realiza generalmente después de endurecer, para aumentar la dureza, y se realiza calentando el metal a una temperatura mucho más baja que la utilizada para el endurecimiento. La temperatura exacta determina que dureza se alcanza, y depende tanto de la composición específica de la aleación como de las propiedades deseadas en el producto terminado. Por ejemplo, las herramientas muy duras a menudo se templan a bajas temperaturas, mientras que los resortes se templan a temperaturas mucho más altas. En vidrio, el templado se realiza calentando el vidrio y luego enfriando rápidamente la superficie, para aumentar la dureza.”

Si tomamos esto como una analogía espiritual, Dios trabaja con nosotros durante nuestro largo proceso de conversión al igual que un herrero prepara una espada para usarse. Él sabe exactamente cuánto calor o frescura debe aplicar en nuestras vidas en el tiempo óptimo para fortalecernos (1 Corintios 10:13). Después de todo, Él nos conoce mejor que nosotros mismos (Jeremías 17:9-10; Hebreos 4:12-13).

A diferencia de una espada en manos del herrero, nosotros tenemos que asumir un papel activo en nuestro propio proceso de templado por las decisiones que tomamos en el transcurso de cada día.

Lo bueno es que Dios nos muestra cómo tomar decisiones correctas – cómo escoger la vida (Deuteronomio 30:19-20). A veces puede parecer que la manera en que Dios nos moldea y nos pule es dolorosa, pero eso muestra su amor hacia nosotros, por lo cual podemos estar muy agradecidos (Hebreos 12:6; 1 Tesalonicenses 5:18). Mediante la oración diaria, estudio y meditación en su palabra, llegamos a personificar la vida que el mismo Verbo aplicó perfectamente: Jesucristo (Juan 1:1). Él vivió obedeciendo completamente al Padre, enseñándonos durante su ministerio terrenal a cómo hacerlo (Juan 13:34; Juan 14:15; Juan 15:10; Mateo 5:17-19).

Si buscamos activamente obedecer a nuestro Creador, Dios continúa trabajando con nosotros, aplicando la temperatura adecuada en momentos claves de nuestras vidas para forjarnos en una útil y fuerte herramienta en sus manos – una que resistirá las pruebas del tiempo. Y no solamente eso, sino que él también nos embellece grabando su ley en nuestros corazones ahora y extendiendo esa oportunidad a todos los demás en el tiempo (Hebreos 8:10; 1 Timoteo 2:4).

Que todos nosotros seamos fortalecidos confiando en las manos de nuestro creador, quien nos moldea para ser lo que siempre fuimos destinados a ser.

Fuente: UCG.org