Haced esto en memoria de mí

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Haced esto en memoria de mí

Durante un almuerzo en nuestra congregación hablábamos de si era importante o no la frecuencia con la que tomábamos los símbolos que representan la sangre y el cuerpo quebrantado de Cristo.  Hubo una época en la que asistíamos a una iglesia en donde esto se hacía cada semana.

Pablo escribió: “Así, pues, todas las veces que comiereis este pan, y bebiereis esta copa, la muerte del Señor anunciáis hasta que él venga” (1 Corintios 11:26).

Algunas personas piensan que mientras más seguido se tome, ¡mucho mejor!

Me puse a pensar, entonces: ¿Con qué frecuencia se celebra el aniversario de bodas?  ¿Tendría acaso un significado mayor si se éste se celebrara cada semana?  Obviamente, es necesario apartar un tiempo para estar con nuestro cónyuge, sin embargo nuestro aniversario ocurre una vez al año solamente.

La Pascua es el aniversario de un acontecimiento que tiene una importancia mucho mayor que el día en el que nos casamos.  Ocurre solamente una vez al año en la fecha en la que se celebró por vez primera.  Los israelitas fueron perdonados de la muerte en aquella noche a causa de la sangre puesta en sus dinteles; ahora nosotros podemos ser perdonados de una muerte segura (debido al pecado) gracias a la sangre derramada del Cordero de Dios.  Antes de su muerte Cristo estableció los nuevos símbolos de la Pascua que remplazarían los antiguos con los que se llevaba a cabo dicha celebración anual.

La Pascua ocurre una vez al año (no cada semana, no cada cierto número de meses, no cuándo decidamos nosotros que el tiempo ha llegado).  La fecha se estableció mucho antes del sacrificio de Cristo y siempre apunta hacia ese sacrificio (tanto antes del mismo como después).

Recién hemos participado en aquella ceremonia, la cual es muy solemne y emotiva.  Fuimos conscientes de que nos encontrábamos exactamente en el aniversario del día en el que Jesús tomó la Pascua y lo revistió de un estatus que está ausente si uno la tomara en otra fecha.

“Y tomó el pan y dio gracias, y lo partió y les dio, diciendo: Esto es mi cuerpo, que por vosotros es dado; haced esto en memoria de mí.  De igual manera, después que hubo cenado, tomó la copa, diciendo: Esta copa es el nuevo pacto en mi sangre, que por vosotros se derrama” (Lucas 22:19-20)

“Y os digo que desde ahora no beberé más de este fruto de la vid, hasta aquel día en que lo beba nuevo con vosotros en el reino de mi Padre” (Mateo 26:19)

La Pascua apunta hacia una época futura en la que Cristo lo beberá de nuevo con todos aquellos que somos llamados, fieles y verdaderos en el reino de Dios.

¡Es mi ardiente anhelo estar ahí presente cuando llegue aquel día!

Fuente: UCG.org