"Rasgad vuestro corazón, y no vuestros vestidos, y convertíos al Eterno vuestro Dios; porque misericordioso es y clemente, tardo para la ira y grande en benignidad y que se duele del castigo " (Joel 2:13).
La benignidad de Dios, dirigida a nosotros de más maneras de las que podemos contar, es una cualidad que el apóstol Pablo enumera como parte del fruto del espíritu, el cual es necesario que sea desarrollado por todos los cristianos.