Lección 5 - Trasfondo histórico de los evangelios: El ministerio de Juan el Bautista y Satanás tienta a Cristo

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Lección 5 - Trasfondo histórico de los evangelios

El ministerio de Juan el Bautista y Satanás tienta a Cristo

Lucas solía comenzar sus relatos mencionando a los gobernantes del momento, por lo cual su narración del ministerio de Juan el Bautista durante la vida de Cristo empieza así: “En el año decimoquinto del imperio de Tiberio César, siendo gobernador de Judea Poncio Pilato, y Herodes tetrarca de Galilea, y su hermano Felipe [Herodes Filipo] tetrarca de Iturea y de la provincia de Traconite, y Lisanias tetrarca de Abilinia, y siendo sumos sacerdotes Anás y Caifás, vino palabra de Dios a Juan, hijo de Zacarías, en el desierto. Y él fue por toda la región contigua al Jordán, predicando el bautismo del arrepentimientopara perdón de pecados” (Lucas 3:1-3, énfasis nuestro en todo este artículo). 

Juan el Bautista, que descendía de una familia de sacerdotes, había salido de Jerusalén para dirigirse a lugares más remotos y denunciaba enérgicamente las prácticas corruptas de los sacerdotes y los fariseos que él había presenciado durante su vida. Mateo escribe: “Al ver él que muchos de los fariseos y de los saduceos venían a su bautismo, les decía: ¡Generación de víboras! ¿Quién os enseñó a huir de la ira venidera? Haced, pues, frutos dignos de arrepentimiento, y no penséis decir dentro de vosotros mismos: A Abraham tenemos por padre; porque yo os digo que Dios puede levantar hijos a Abraham aun de estas piedras. Y ya también el hacha está puesta a la raíz de los árboles; por tanto, todo árbol que no da buen fruto es cortado y echado en el fuego” (Mateo 3:7-10). 

Era común en aquellos días que los prosélitos gentiles fueran “bautizados” dentro del judaísmo. Pero primero tenían que aceptar la fe judía, circuncidarse, darse un baño ritual para ser purificados (por considerárseles “ceremonialmente impuros”) y luego ofrecer un sacrificio en el templo. Solo entonces quedaban oficialmente convertidos en judíos. A esto se debió la discusión que encontramos en Juan 3:25-26: “Entonces hubo discusión entre los discípulos de Juan y los judíos acerca de la purificación. Y vinieron a Juan y le dijeron: Rabí, mira que el que estaba contigo al otro lado del Jordán, de quien tú diste testimonio, bautiza, y todos vienen a él”. 

El novedoso concepto que Juan había dado a conocer consistía en bautizar a los judíos –no solo a los gentiles convertidos– a fin de que se arrepintieran y prepararan para aceptar la venida del Mesías. Estas instrucciones venían directamente de Dios, como podemos ver: “Hubo un hombre enviado por Dios, el cual se llamaba Juan. Este vino por testimonio, para que diese testimonio de la luz, para que todos creyesen por él . . . El siguiente día vio Juan a Jesús que venía a él, y dijo: He aquí el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo. Este es aquel de quien yo dije: Después de mí viene un varón que es antes de mí; porque era primero que yo. Y yo no le conocía; mas para que fuese manifestado a Israel, por eso vine yo bautizando con agua” (Juan 1: 6-7; 29-31). 

Los líderes judíos se oponían a este tipo de bautismo para los judíos, por considerar que éstos ya eran ritualmente puros y salvos a través de la circuncisión y la justicia de Abraham que se les atribuía. 

En cuanto a la apariencia de Juan, leemos: “Y Juan estaba vestido de pelo de camello, y tenía un cinto de cuero alrededor de sus lomos; y su comida era langostas y miel silvestre” (Mateo 3:4). Este era el mismo tipo de vestimenta que había usado el profeta Elías (2 Reyes 1:8) y según se había profetizado, Juan sería un tipo de Elías (Lucas 1:17). 

Con respecto a su dieta, Expositor’s Bible Commentary(Comentario bíblico del expositor) dice: “Las langostas . . . son saltamontes grandes, y aún se consumen en Oriente . . . la miel salvaje es exactamente eso, y no la goma de algún árbol. Ambas cosas dan a entender que [quién las consumía] era un hombre pobre acostumbrado a vivir en el desierto, y esto sugiere una conexión entre los profetas . . . Tanto Elías como Juan tuvieron ministerios difíciles, y la austeridad de su atuendo y su dieta confirmaba su mensaje y condenaba la idolatría de la laxitud física y espiritual . . . El impacto de Juan era enorme, y las multitudes acudían a él desde lejanas regiones” (Op. cit., Notas sobre Mateo 3:4).

La Biblia dice: “Y la gente le preguntaba, diciendo: Entonces, ¿qué haremos?” (Lucas 3:10). Juan les expuso tres ejemplos de pecados comunes que deben superarse: el egocentrismo, el amor al dinero y el abuso de autoridad. Él dijo: “El que tiene dos túnicas, dé al que no tiene; y el que tiene qué comer, haga lo mismo. Vinieron también unos publicanos para ser bautizados, y le dijeron: Maestro, ¿qué haremos? Él les dijo: No exijáis más de lo que os está ordenado. También le preguntaron unos soldados, diciendo: Y nosotros, ¿qué haremos? Y les dijo: No hagáis extorsión a nadie, ni calumniéis; y contentaos con vuestro salario” (vv. 11-14). 

El Comentario bíblico del expositor explica: “A la multitud, que al contrario de los grupos de publicanos y soldados, era muy diversa, se le pide compartir la ropa y los alimentos con los más necesitados . . . Aquellos que habían violado la ley bíblica del amor necesitaban demostrar su arrepentimiento compartiendo de esta manera. Los recaudadores de impuestos formaban parte de una organización despreciable: debido a su trabajo y al tipo de gente con la que se asociaban y a que robaban dinero, eran considerados ritualmente impuros y se les marginaba de la sociedad judía, vinculándolos con los ‘pecadores’ . . . Puesto que estos abusos eran producto de la codicia individual, se requería un cambio radical en las prácticas de los recaudadores . . . Los soldados probablemente no eran romanos sino judíos, asignados a asuntos internos . . . La naturaleza misma de su trabajo les daba la oportunidad de cometer los pecados mencionados. Los soldados podían recurrir a amenazas de represalias para extorsionar a la gente” (Op. cit., Notas sobre Lucas 3:9). 

Vemos entonces que Juan habla de tres tipos de bautismo: el bautismo de agua, el bautismo del Espírituy el bautismo de fuego (Lucas 3:16-17). Él había inaugurado el bautismo de agua. El bautismo del Espíritu es lo que ocurre cuando se recibe el Espíritu de Dios mediante la imposición de manos, y el bautismo de fuego es el que se debe evitar, ya que se refiere a ser arrojado al lago de fuego en el juicio final (Malaquías 3:2-3, Apocalipsis 20:14-15). 

A continuación, Juan bautiza a Jesucristo y ve el Espíritu Santo de Dios que desciende de manera visible. Algunos lo representan como una paloma, pero esto no es lo que dice el texto, sino: “. . . y descendió el Espíritu Santo sobre él en forma corporal, como paloma, y vino una voz del cielo que decía: Tú eres mi Hijo amado; en ti tengo complacencia” (Lucas 3:22). En otras palabras, descendió aleteando, como lo haría una paloma, pero no necesariamente en formade paloma. 

Jesús explicó por qué había permitido que Juan lo bautizara, diciendo: “Deja ahora, porque así conviene que cumplamos toda justicia” (Mateo 3:15). Cristo nos estaba dejando así el ejemplo que debemos seguir, pero no porque él tuviera que arrepentirse de algo, pues nunca había pecado. El apóstol Juan afirma: “El que dice que permanece en él, debe andar como él anduvo” (1 Juan 2:6). Este es el principio por el cual guardamos el sábado y comemos alimentos limpios: porque Jesús nos dejó su ejemplo para que lo imitáramos, y porque es un mandamiento de Dios.

Satanás tienta a Cristo

Inmediatamente después de ser bautizado, Jesús fue llevado por el espíritu para ser probado en el desierto. Fue “tentado por cuarenta díaspor el diablo. Y no comió nada durante estos días, pasados los cuales, tuvo hambre” (Lucas 4:2). Observe que esto fue una prueba de 40 días — no solamente un ayuno físico, ¡sino una batalla espiritual de enorme significado! 

El Comentario bíblico del expositor señala: “Dios guió a Israel en el desierto; asimismo, el Espíritu llevó a Jesús al desierto. En el primer caso, Dios puso a prueba a su pueblo. Ahora, estaba permitiendo que el diablo tentara a su Hijo. Aquí es importante distinguir entre tres tipos de tentación (peirasmos, ‘prueba’): 

“1. Satanás tienta a las personas, es decir, las engaña para que procedan mal. Dios nunca haría esto ni puede ser tentado (Santiago 1:13). Además, no toda tentación viene directamente de Satanás; a menudo procede de nuestra propia naturaleza imperfecta [carnal] (vv. 14-15). 

“2. La gente puede tentar (probar) a Dios en el sentido de provocarlo con peticiones irracionales y contrarias a la fe. Esto es lo que Israel hizo en el desierto, y probablemente es a lo que Jesús se refiere cuando cita Deuteronomio 6:16 (ver también v. 12). 

“3. Dios prueba (pero no tienta) a su pueblo, como lo hizo en el desierto (Deuteronomio 8:2). Las tres categorías de prueba están relacionadas con los paralelos entre las experiencias de Israel y de Jesús en el desierto . . . 

“Aunque Dios ya sabe todo acerca de nosotros, percibe los pensamientos y las intenciones de nuestros corazones a través de nuestra respuesta a él en los momentos de prueba. Fue así que puso a prueba a Israel en el desierto para ‘ver’ si el pueblo le obedecería (Éxodo 16:4)” (Op. cit., Notas sobre Lucas4: 2-4). 

Algunos se preguntan si Jesús verdaderamente podía ser tentado y cometer pecado. En Hebreos 4:15 leemos: “Porque no tenemos un sumo sacerdote que no pueda compadecerse de nuestras debilidades, sino uno que fue tentado en todo según nuestra semejanza, pero sin pecado”. Esto revela que las pruebas de Jesús fueron iguales a las nuestras, por lo tanto, había la posibilidad de que pecara. Sin embargo, Jesús nunca sintió el impulso de “hacer una cosa, particularmente si es mala” (según define tentaciónel diccionario Pequeño Larousse Ilustrado) ni pecó en la forma descrita en Santiago 1:14: “. . . sino que cada uno es tentado, cuando de su propia concupiscencia es atraído y seducido”. Él fue hostigado por Satanás pero nunca se dejó convencer, porque rechazó la tentación inmediatamente. 

Gleason Archer agrega: “Hebreos 2:17-18 dice acerca de Jesús: ‘Por eso era preciso que en todo se asemejara [kata panta] a sus hermanos, para ser un sumo sacerdote fiel y misericordioso al servicio de Dios, a fin de expiar los pecados del pueblo. Por haber sufrido él mismo la tentación, puede socorrer a los que son tentados’ (Nueva Versión Internacional). Este pasaje indica que Jesús realmente estuvo expuesto a la tentación como todos los descendientes de Adán, para ‘que en todo se asemejara a sus hermanos’. Jesús no hubiera sido semejante a sus hermanos si no hubiera sido susceptible de ceder a la tentación . . . 

“Sin la posibilidad de ceder a la tentación de pecar, la tentación no existiría. Por lo tanto, la persona que es tentada tiene que tomar una decisión deliberada de rechazar lo que ejerza en ella cualquier tipo de atracción o seducción. Cuando alguien es tentado, debe confrontar el hecho de escoger entre ceder a la tentación o rechazarla. Por lo tanto, debemos concluir que, a menos que Hebreos 2:18 esté errado, Jesucristo tuvo la posibilidad de ceder a las tentaciones con que Satanás lo hostigó. De lo contrario, no habría sido tentado en todo, igual que sus hermanos.

“Un poco más adelante leemos en Hebreos 4:15: ‘Porque no tenemos un sumo sacerdote que no pueda compadecerse de nuestras debilidades, sino uno que fue tentado en todo según nuestra semejanza, pero sin pecado’. No es pecado ser tentado, pero sí es pecado ceder a la tentación. El componente adicional en este último versículo es el elemento de la ‘compasión’, es decir, la capacidad de comprender los sentimientos de la persona que es tentada y sentir conmiseración por ella durante su crisis. Si Cristo hubiese sido absolutamente incapaz de pecar, incluso como el Hijo del Hombre, resulta difícil entender cómo podría haber sentido compasión por los pecadores” (Encyclopedia of Difficult Scriptures[Enciclopedia de escrituras difíciles], 1982, pp. 418-419).

Por último, hay tres categorías principales que Satanás utiliza para tratar de tentar a Jesús, y que se describen en 1 Juan 2:15-17. 

1. Los deseos de la carne, o nuestros impulsos carnales: los apetitos perversos que son agradables a nuestros sentidos, pero contrarios a las leyes de amor de Dios. El diablo quiso tentar a Jesús para que ilícitamente hiciera el milagro de producir alimento para satisfacer su hambre, sin la aprobación de su Padre; pero Jesús lo rechazó, citando la Palabra de Dios. 

2. Los deseos de los ojos, o pecados de vanidad, para impresionar falsamente a los demás con nuestra supuesta importancia. El diablo quiso tentar a Jesús para que lo adorara, mostrándole todos los reinos del mundo y prometiendo entregárselos si lo hacía. ¡Cuán tentador debe haber sido aquello! 

3. La vanagloria de la vida, o todo lo que produce una actitud soberbia y arrogante. Satanás trató de tentar a Jesús apelando a su orgullo (que Jesús no tenía), para que mediante sus poderes milagrosos se arrojara de la parte superior del templo y volara en el aire, a fin de probar que era el Hijo de Dios. Pero Jesús nuevamente rechazó la tentación, citando la Biblia: “Dicho está: No tentarás al Señor tu Dios. Y cuando el diablo hubo acabado toda tentación, se apartó de él por un tiempo” (Lucas 4:12-13).  EC

                                                   (Continuará).