#017 - Génesis 7-8: El Diluvio

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#017 - Génesis 7-8

El Diluvio

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"En el año seiscientos de la vida de Noé, en el mes segundo, a los diecisiete días del mes, aquel día fueron rotas todas las fuentes del grande abismo, y las cataratas de los cielos fueron abiertas, y hubo lluvia sobre la tierra cuarenta días y cuarenta noches... y las aguas subieron mucho sobre la tierra; y todos los montes altos que había debajo de todos los cielos, fueron cubiertos. Quince codos más alto subieron las aguas, después que fueron cubiertos los montes. Y murió toda carne que se mueve sobre la tierra… y quedó solamente Noé, y los que con él estaban en el arca. Y prevalecieron las aguas sobre la tierra ciento cincuenta días". (Génesis 7:11-12, Génesis 7:19-21, Génesis 7:23-24).

Así se llevó a cabo el Diluvio Universal. Este fenómeno quedó grabado indeleblemente en la memoria de los pueblos que surgieron después del Diluvio.

"Las últimas noticias proceden del historiador americano Dr. Aaron Smith, de Greensborough, conocedor del problema del diluvio. Después de muchos años de trabajo ha reunido la historia literaria sobre la cuestión del arca de Noé. En conjunto son 80 000 las obras escritas en 72 idiomas sobre el Diluvio Universal, 70 000 de las cuales hacen mención de los restos del navío legendario." ("Y la Biblia Tenia Razón", Keller, p. 53).

Al respecto, ya que existen 80 000 relatos, sólo con unos pocos ejemplos podemos ver las similitudes entre los relatos:

"Los babilonios, asirios, egipcios, persas, hindúes, griegos, chinos, frigios, fíjanos, esquimales, indios norte y sur americanos, brasileños, peruanos y toda rama de la raza humana semitas, arianos y turanios todos tienen tradiciones de un gran diluvio que destruyó a toda la humanidad menos a una sola familia; tradición que se habrá impreso indeleblemente en la memoria de los antepasados de todas estas razas antes de que se separaran. Todos estos mitos se comprenden solamente bajo el supuesto de que algún evento de tal naturaleza sucedió. Semejante creencia universal y que no nazca de algún principio instintivo de nuestra naturaleza, necesariamente ha de basarse en un hecho histórico." (Compendio Manual de la Biblia, Halley, p. 75).

Ahora bien, ¿qué evidencia geológica hay para el Diluvio?

"En Ur, la ciudad de Abraham, la expedición conjunta del Museo de la Universidad de Pennsylvania y el Museo Británico, bajo la dirección del Dr. C. L. Woolley, halló en 1929 cerca del fondo de los túmulos de Ur y debajo de diferentes capas de ocupación humana, una gran capa homogénea de arcilla sedimentaria, de 2.50 m. de espesor, sin mezcla alguna de reliquias humanas, y sin embargo con las ruinas de otra ciudad todavía más abajo. Dijo el Dr. Woolley que 2.50 m. de sedimento implica una sumersión prolongada debajo de mucha profundidad de agua; que no podría producirse por ninguna inundación común y corriente del río, sino solamente por algún vasto diluvio tal como el relatado en la Biblia. La civilización de debajo de la capa diluviana era tan diferente de la que había encima de ella, que indicaba para el Dr. Woolley una interrupción repentina y tremenda en la continuidad de la historia" (Ídem, p. 77).

“Según la opinión de Woolley, la catástrofe, al noreste del Golfo Pérsico, cubrió una extensión de 630 kilómetros de longitud por 160 kilómetros de anchura. Al contemplar el mapa se saca la impresión de que sólo fue según diríamos hoy un ‘suceso local’…, pero para los habitantes de la cuenca de esos ríos fue todo su mundo.

Después de incontables investigaciones y pruebas realizadas sin un resultado positivo, hacía tiempo que se había desechado la posibilidad de descifrar el misterioso enigma del Diluvio que parecía haber tenido lugar en tiempos tan inmensamente lejanos que el hombre jamás podría alcanzar. Pero los incansables y certeros trabajos llevados a cabo por el Dr. Woolley y sus colaboradores pusieron al descubierto un hecho de gran importancia para los científicos: una inundación catastrófica que recuerda el Diluvio mencionado por la Biblia, considerado por los escépticos como un cuento o una leyenda, había ocurrido en realidad y había ocurrido en una época susceptible de ser determinada.

A los pies de la vieja torre escalonada de los sumerios, en Ur, en el curso inferior del Eufrates, se podía bajar por una escalera al interior de un pozo y observar los restos dejados por una inundación catastrófica, una capa de lodo de casi tres metros de espesor y hasta tocarla con la mano. Y por la edad de las capas formadas por los restos dejados por los pobladores de aquellos territorios en los cuales, como en un calendario, podía leerse el tiempo, resultaba posible determinar cuándo tuvo lugar la grandiosa inundación: ¡Aconteció 4000 años antes de Jesucristo!". ("Y la Biblia Tenia Razón", Keller, p. 44-45).

"...No obstante, ni Woolley ni el mundo científico aceptaban la idea de un diluvio universal; lo consideraban una calamidad puramente local, circunscrita al valle del Tigris y el Eufrates, Así quedaron las cosas por 40 años más, hasta finales de la década de los 60 y principios de la de los 70, cuando dos naves oceanográficas norteamericanas extrajeron del fondo del Golfo de México varios núcleos de sedimento largos y delgados. Contenían conchas de diminutos organismos unicelulares de plancton llamados foraminíferos. Mientras viven en la superficie estos encierran en su cubierta un registro químico de la temperatura y la salinidad del agua. Cuando se reproducen la desechan y cae al fondo. Un corte seccional del suelo (tal es un núcleo sedimentario) lleva una relación de climas pasados que acaso abarque más de 100 millones de años. Cada dos o tres centímetros pueden representar hasta un milenio de la historia de la Tierra.

Analizaron los núcleos en dos investigaciones independientes: una por Cesare Emiliani de la Universidad de Miami, y la otra por James Kennett, de la Universidad de Rhode Island, y Nicholas Shackleton, de la de Cambridge. Ambas revelaron un cambio fundamental en la salinidad, prueba decisiva de una gran afluencia de aguas dulces al Golfo de México. Recurriendo al radiocarbono, el geólogo y químico Jerry Stipp, de la Universidad de Miami, concluyó que el diluvio ocurrió hace 11.600 años, poco más o menos... Según Emiliani, el casquete polar de la América del Norte sufrió un derrumbe repentino, seguido de un rápido derretimiento. Una cantidad inmensa de agua se precipitó en el Golfo de México y elevó en todo el mundo el nivel de los mares con la velocidad de un gran maremoto, el cual puede circundar al globo terráqueo en 24 horas. El hombre tuvo que mudarse tierra adentro, y tal migración acaso dio origen al relato de un diluvio universal... 'Lo sabemos', afirma, porque la proporción del isótopo de oxígeno en las conchas foraminíferas revela una notable disminución temporal de salinidad en las aguas del golfo de México... No cabe duda de que existió un diluvio, ni de que fue universal.

La Biblia no asigna ninguna fecha al diluvio. Se limita a afirmar que ocurrió. Ahora, las conchas de protozoarios muertos hace mucho tiempo, aunadas a algunos de los documentos más antiguos, escritos en fragmentos de arcilla horneada, ofrecen pruebas serias de que, en verdad, hace miles de años ocurrió un diluvio universal." ("Noé, el Diluvio y los hechos", Selecciones del Reader's Digest, p. 88-91).

Otros hombres, como Thor Heyerdall, famoso explorador de la nave Kon Tiki, creen firmemente que hubo una catástrofe geológica en el Atlántico alrededor del año 3000 A.C.: "Por ejemplo, él cita las evidencias de una catástrofe geológica inmensa en el Atlántico alrededor del año 3000 A.C.; señala que la mitología ancestral de casi todos los pueblos hablan de un diluvio antes de relatar los orígenes de sus antepasados ("Thor Heyerdall, Navegando contra la corriente”, Moore, Revista U.S. News, 2/4/90).

Seguimos con las evidencias físicas sobre el Diluvio. Es bueno recordar que mucha de la Tierra estuvo bajo agua por unos pocos meses, pues las aguas crecieron y luego disminuyeron rápidamente. Hay muchos sitios inundados por más de un año, que al secarse, en unos pocos años dejan muy pocas evidencias de haber estado bajo el agua. Por eso no debemos esperar grandes evidencias geológicas, aunque noten la siguiente cita: “El gran Diluvio ha sido descrito en las crónicas más remotas de las antiguas culturas. Esta ha dejado marcas del nivel de agua por toda la corteza terrestre. Las aguas de la inundación no han crecido, solamente han cambiado de posición, ni más ni menos. Cualquier mapa de los océanos con el contorno de sus profundices, muestra las masas terrestres existentes antes del Diluvio. Pero el descubrimiento de tantos animales al mismo tiempo, de sus huesos rotos y fundidos entre sí en grandes cúmulos, arrastrados por las aguas hacia el interior de cavernas y grietas, muestra quizá la evidencia más convincente de la inundación y la destrucción que cambió la Tierra” (“En Busca del Arca de Noé”, Berlitz, 1987, Pág. 132).

Nos queda una última evidencia del Diluvio por examinar – el ARCA misma.

Según esto, el monte Ararat tendría 5266 metros en su cúspide más elevada, mientras que la cima del noroeste se elevaría a 3980 metros de altura. La distancia entre ambas sería de 11.66 kilómetros.

La meseta sobre la cual se levanta el Ararat es de considerable altura. Pero, cuando se divisa desde la vasta llanura que rodea su base, parece como si las montañas más grandes del mundo de hubieran amontonado una sobre otra para formar esta única inmensidad sublime de tierra, rocas y nieve...

Estos dos Picos del Ararat están separados por un abismo oscuro, que se extiende profundamente hacia el interior de la montaña y llena al espectador de temor y temblor; contiene en su interior masas inmensas de hielo perpetuo tan grandes como torres enormes. Esta gigantesca y terrible grieta es probablemente el cráter exhausto del Ararat, ensanchado más que nunca después de la erupción de 1840 y desde esa catástrofe, expone en sus lados superiores los feldespatos blancos, amarillos y vítreos que forman la montaña. Parece que algunos ermitaños piadosos han buscado refugio en ese horrible precipicio para huir de las preocupaciones y vanidades del mundo...

La vegetación de las laderas de la montaña es muy escasa; están compuestas por piedras, arena y lava. Las águilas y los gavilanes revolotean alrededor de sus majestuosas cumbres. Solamente en la estación más caliente, se derrite la nieve del Pequeño Ararat; los campesinos de las aldeas cercanas usan este acontecimiento como una especie de calendario. En septiembre y octubre está generalmente libre de su capa blanca. Pero el Gran Ararat está cubierto de hielo y nieves perpetuas en una extensión de casi cinco kilómetros a partir de la cima y durante la mayor parte del año está tristemente amortajado en densas y pesadas nubes.

El testigo más antiguo que se conoce de la presencia del arca de Noé sobre el monte Ararat es Berese o Berosus, un sacerdote caldeo que escribió historias de Caldea y Asiria. Este antiguo escritor afirmó que en su tiempo (cerca del 475 a.C., casi 2000 años después de la fecha tradicional del gran diluvio) la gente todavía va al monte y raspaba la cubierta bituminosa del arca. Se usaban los pedazos de betún como talismanes.

Josefo, quien vivió durante la última parte del primer siglo, escribió en “Las antigüedades de los judíos” que los habitantes de Armenia llaman al lugar donde Noé se detuvo El lugar del descenso, pues el arca quedó resguardada en ese lugar y la gente muestra los restos del arca allí hasta este día.

Marcopolo (ca. 1254-1324) mencionó la existencia del arca y describió el monte Ararat como una montaña inmensa, que no se podría circundar en menos de dos días y cuya cima no se podía alcanzar debido a las nieves perpetuas.

Si se puede verificar sin lugar a dudas que el arca de Noé todavía está en el monte Ararat, la importancia de tal verificación sería monumental. La recuperación del arca sería una prueba muy importante de que el diluvio sí ocurrió. Nos preguntaríamos ¿de qué otro modo pudo el arca alcanzar tal altura? No hay árboles en la vecindad inmediata. Si no se puede dar una explicación racional de su existencia, entonces debe tomarse muy en serio el relato bíblico sobrenatural… Si se puede confirmar esto, entonces Indirectamente se está demostrando la existencia de Dios, pues la idea del arca presupone un diluvio que, a su vez, supone un juicio. No es factible la suposición de que este gran barco existía por casualidad cuando vinieron las lluvias y sus dueños lo aprovecharon. La Biblia dice claramente que el diluvio vino como un juicio de Dios y el arca fue construida para proteger a Noé, su familia y las especies de animales" (Razones, p.68-78).

Hoy día siguen en búsqueda del arca y en agosto de 1989, dos exploradores norteamericanos aseguraron en una conferencia de prensa en Ankara, Turquía, que habían visto el arca desde su helicóptero.

Testimonios de la supervivencia del ArcaUCG.org