Padres vs. Adolescentes

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Padres vs. Adolescentes

Recientemente vi (¡con incredulidad!) el video de un caso protagonizado por una estudiante de Nueva Jersey (Estados Unidos) que cursaba su último año de la escuela secundaria y que había demandado a sus padres. La muchacha alegaba que sus padres prácticamente la habían abandonado, más que nada porque no estaba dispuesta a terminar con su novio. Ella se había ido de su casa dos días antes de cumplir 18 años, y había estado viviendo con los mejores amigos de sus padres.

En la demanda, la chica le pedía a la corte que obligara a sus padres a pagar la carísima mensualidad de la escuela privada a la que asistía y también sus gastos de vivienda y transporte en el futuro, y que la dejaran utilizar el dinero de una cuenta de ahorros para la universidad, a fin de poder pagar parte de su educación universitaria y sus deudas legales. Además, pedía 651 dólares semanales para cubrir sus gastos diarios.

El juez mencionó que ella había sido suspendida de la escuela dos veces, que tenía un problema con el alcohol y que había sido destituida de su cargo como capitana de porristas. El juez además le dijo a ella y a todos los presentes en la sala de la corte: “¿Qué tipo de padres serían [tus padres] si no pusieran algunas reglas estrictas?”

El juez falló en contra de la muchacha, advirtiéndole que este caso podría sentar “un precedente potencialmente peligroso”, capaz de desatar una avalancha de demandas de adolescentes en contra de sus padres.

El video de la corte además muestra brevemente a sus padres, quienes estaban sollozando. Se me partió el corazón al verlos llorar, especialmente su madre, ya que yo también tengo hijos.

¿Cuántas de las que somos madres nos desvelamos por las noches preocupándonos por nuestros hijos, incluso cuando ya son adultos? Según se informó durante el juicio, los padres de la niña la habían puesto en los mejores colegios e incluso le habían comprado un automóvil nuevo. Ellos simplemente querían que ella respetara las reglas que le habían impuesto por su propio bien mientras viviese bajo su techo.

Algunas veces los padres tienen que tomar decisiones difíciles, como sucedió en el caso de esta adolescente. Ella ahora ha profundizado aún más las heridas de sus padres al llevarlos a juicio. Esto me hace recordar Proverbios 10:1: “El hijo sabio es la alegría de su padre; el hijo necio es el pesar de su madre” (Nueva Versión Internacional). Ciertamente toda la alegría de estos padres se disipó cuando debieron comparecer ante la corte, acusados y demandados por su propia hija.

Esta historia también me recordó lo que de acuerdo a la profecía bíblica ocurrirá en nuestro mundo a medida que nos acerquemos a los últimos días antes del regreso de Jesucristo: “en los últimos días, habrá tiempos muy difíciles. Pues la gente sólo tendrá amor por sí misma y por su dinero. Serán fanfarrones y orgullosos, se burlarán de Dios, serán desobedientes a sus padres y malagradecidos. No considerarán nada sagrado” (2 Timoteo 3:1-2, Nueva Traducción Viviente).

Más aún, ellos “no tendrán cariño ni compasión” (v. 3, Dios Habla Hoy) y “serán traicioneros, impetuosos, vanidosos y más amigos del placer que de Dios” (v. 4, NVI). ¿No le parece que esto suena muy parecido a los titulares que leemos cada día?

¿Qué dice Dios acerca de honrar a nuestros padres, y qué podemos hacer para llevar a cabo su voluntad al respecto?

Los mandamientos de Dios de honrar a los padres

Dios nos dice que honremos a nuestros padres para que seamos bendecidos con una larga vida. Él le dio tanta importancia al hecho de honrar a los padres, que incluyó esto en los Diez Mandamientos (Éxodo 20:12). Note que esto se reitera en Deuteronomio 5:16: “Honra a tu padre y a tu madre, como el Señor tu Dios te lo ha ordenado, para que disfrutes de una larga vida y te vaya bien en la tierra que te da el Señor tu Dios” (NVI).

Más adelante el apóstol Pablo repitió este mandamiento: “Hijos, obedezcan en el Señor a sus padres, porque esto es justo. Honra a tu padre y a tu madre —que es el primer mandamiento con promesa— para que te vaya bien y disfrutes de una larga vida en la tierra” (Efesios 6:1-3, NVI).

Es interesante que “honrar a los padres” es el único mandamiento en las Escrituras que promete una larga vida como recompensa. Según la Biblia, quienes honran a sus padres son bendecidos; por el contrario, quienes tienen una “mente reprobada” y no muestran piedad en los últimos días, se caracterizan por desobedecer a sus padres (Romanos 1:28, 30; 2 Timoteo 3:2).

Dios fue tan enfático en cuanto a la necesidad de respetar a nuestros padres, que en Levítico 29:9 declaró que cualquiera que maldijera a su padre o a su madre debía recibir la pena de muerte. Puede que esto suene despiadado, pero no va dirigido a los niños pequeños. Esto se refiere a quienes tienen edad suficiente como para saber lo que están haciendo y que deben ser responsables de sus acciones. Solamente pensemos en lo peligrosa que sería para la sociedad una persona que tiene tan poco respeto por los demás, que llega a maldecir a sus padres. Alguien con semejante falta de decencia y respeto por las normas sociales sería eventualmente un peligro para todos los que lo rodean — tal como Dios reconoció. 

El acto de honrar a nuestros padres encierra valiosas lecciones que se aplican a varios niveles, y es la base de nuestras relaciones con los demás. Si faltamos el respeto a nuestros padres, estamos también faltándole el respeto a Dios. Cuando no honramos a nuestros padres, tal falta de aprecio y gratitud puede llevarnos a actitudes de amargura, resentimiento y enojo. Cuando buscamos excusas para no honrar a nuestros padres, abrimos la puerta para que otras cosas se interpongan entre nosotros y Dios.

Jesús nos dejó un magnífico ejemplo de amor, preocupación y honra hacia los demás. Juan 19:26-27 registra cuánto amor y preocupación mostró él por su madre en uno de sus últimos actos como ser humano. Aquí, al final de su vida física, mientras sufría gran dolor, Jesús le pidió a Juan, su amigo y discípulo, que cuidara a su madre, María.

Formas positivas de honrar a nuestros padres

¿Cómo podemos honrar a nuestros padres? Aquí presentamos siete distintas maneras de hacerlo.

1. Ora por tus padres. ¿Cuántos hijos —sin importar su edad— realmente oran por sus padres a diario? Una buena manera de comenzar a honrar a tus padres es orando por ellos. Ser padre no es fácil; muchas veces pueden cometer errores debido al estrés y la presión, pero no por ello dejan de ser padres. Una relación fuerte con nuestros padres comienza orando por ellos y pidiéndole a Dios que nos ayude a demostrarles amor y respeto.

2. Ponte en sus zapatos.Invierte mentalmente el rol que tanto tú como tus padres cumplen y ve cuánto han hecho ellos por ti. Evalúa las decisiones que han tomado y pregúntate: “¿Cómo manejaría yo esto si fuera el padre de un adolescente?” Trata de comprender las tensiones que ocasiona el trabajo, pagar las cuentas, proveer alimento cada día, llevar a los hijos a sus distintas
actividades, etc.

Imagínate que tú eres quien camina en los zapatos de tus padres. En Ponte en mi lugar, una película que se rehízo en 2003, una madre que trabajaba muy duro y su hija, con la que no se llevaba bien, de alguna manera intercambiaron cuerpos. Cada una se vio forzada a adaptarse a la vida de la otra durante ese día. A medida que se ajustaban a su nueva persona, comenzaron a entenderse mejor.

3. Trata de comprender.Date cuenta de que tus padres no son perfectos, tal como tú tampoco lo eres. Intenta comprenderlos, de la misma manera que tú deseas ser comprendido.

4. Piensa antes de hablar. Las palabras que se dicen en un momento de enojo pueden causar mucho daño. Cuando sientas que has llegado al colmo de tu paciencia, detente y piensa antes de decir algo de lo que te puedes  arrepentir más tarde. Esto se aplica tanto a los padres como a los hijos.

5. Recuérdales que a ti sí te importan. Tú no sabes lo que el mañana te deparará, así que demuestra tu amor y aprecio por todo lo que tus padres hacen por ti. Diles que los amas (¡esto derrite el corazón de cualquier padre!)

6. Aprende a perdonar. Recuerda que todos somos humanos y cometemos errores en el camino, pero el perdón es una herramienta vital para que una relación sana se mantenga intacta. Como el famoso autor C.S. Lewis mencionó, “Ser cristiano significa perdonar lo inexcusable en otros porque Dios perdonó lo inexcusable en ti” (The Weight of Glory [El peso de la gloria], 1947, p. 125). Estas palabras son similares a las de Jesucristo, quien dijo “porque si perdonan a otros sus ofensas, también los perdonará a ustedes su Padre celestial. Pero si no perdonan a otros sus ofensas, tampoco su Padre les perdonará a ustedes las suyas” (Mateo 6:14-15, NVI). ¡Aprende a perdonar!

7. Muestra aprecio por todo lo que tus padres hacen y han hecho por ti. William Arthur Ward, un autor de lemas inspiradores ampliamente citado, dijo: “Sentir gratitud y no expresarla es como envolver un regalo y no entregarlo”. La gratitud puede comenzar con cosas simples como un abrazo, dar las gracias y ofrecer ayuda sin que te la pidan. Siéntate y escribe una bonita nota con una lista de todas las cosas buenas que tus padres hacen por ti a diario.

El amor y el respeto tienen como recompensa la bendición de Dios

Puede que no estés de acuerdo con tus padres todo el tiempo, pero ámalos y respétalos y Dios te bendecirá por ello. (Me estoy refiriendo a padres normales e imperfectos que genuinamente están tratando de hacer las cosas bien, no de aquéllos que son abusivos — ese es otro tema).

Cada año en Latinoamérica se celebra el Día de la Madre y el Día del Padre, pero no esperes hasta esta ocasión anual para honrar a tus padres. Haz que cada día sea el Día de la Madre y del Padre, un tiempo para celebrar y darles gracias y honrarlos, para que así tu vida sea bendecida.

Puede que para algunos padres estos días de celebración sean dolorosos porque las relaciones con sus hijos no andan bien. Si usted es padre y su relación con su hijo o hija se ha estropeado, ¡nunca deje de orar por él o por ella! Tenga en mente el relato del hijo pródigo que se encuentra en Lucas 15:11-32. Dios reparará todo daño al final.

No habrá adolescentes que lleven a sus padres a juicio en el reino venidero de Dios. Nosotros somos los hijos de Dios, y él nos ama mucho. El mandamiento de honrar a tu padre y a tu madre fue puesto ahí con un propósito: para tu propio bien, ¡y para aprender a vivir como lo haremos por toda la eternidad en la familia de Dios!