¡No es mi trabajo!

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¡No es mi trabajo!

Muchos años atrás, cuando trabajaba en la industria de las artes escénicas en el sur de California, Estados Unidos, yo tenía la tarea de interconectar nuestros equipos de producción con la Alianza Internacional de Empleados Teatrales (IATSE, por sus siglas en inglés). Muchos de los teatros en los que trabajábamos eran gobernados por el sindicato de empleados de la IATSE.

Sin embargo, nuestros propios equipos de producción no eran sindicalizados. Nuestros empleados podían hacer trabajos de electricistas, carpinteros, ingenieros de sonido, jefes de utilería y cargadores. Podíamos intercambiar oficios según la necesidad, a veces incluso a mitad del día.

Pero trabajar en uno de los edificios de la IATSE significaba que teníamos que contratar más empleados de lo acostumbrado, porque si (por ejemplo) una persona era contratada como electricista, no podía pedírsele que hiciera además trabajo de sonido.

Si por accidente yo le pedía a un electricista que moviera una parte del equipo de sonido en el escenario (lo que le correspondía a un carpintero), la respuesta que recibía por lo general era: “¡No es mi trabajo!  Búsquese a un carpintero”.

Este tipo de criterio puede funcionar en la industria del entretenimiento y en otras porque ayuda a evitar los abusos y el trabajo excesivo de los equipos de producción, pero ¿debería aplicarse a nuestra tarea de predicar el evangelio, hacer discípulos y cuidar de ellos?

No somos una iglesia “sindicalizada”

Nosotros hacemos nuestro trabajo en colaboración mutua. ¡Podemos intercambiar nuestras obligaciones, y ser todos parte del mismo equipo! No somos una iglesia “sindicalizada”. Sí, tenemos roles, trabajos, habilidades y una estructura organizativa, pero también hay oportunidades para que todos se involucren y cada cual haga su parte.

Como el apóstol Pablo les dijo a los efesios, todo el Cuerpo de Cristo debe estar “bien concertado y unido entre sí por todas las coyunturas que se ayudan mutuamente, según la actividad propia de cada miembro” (Efesios 4:16, énfasis nuestro).

Como discípulos de Jesucristo que han sido instruidos en la Palabra de Dios, debemos “poner a prueba [nuestra] propia obra” y “hacer partícipe de toda cosa buena al que lo instruye” (Gálatas 6:4-6).

Cómo puede usted participar en la obra de Dios

Por lo tanto, a todos (no solo al ministerio) nos corresponde “[estar] siempre preparados para presentar defensa con mansedumbre y reverencia ante todo el que os demande razón de la esperanza que hay en [nosotros]” (1 Pedro 3:15). No debemos avergonzarnos “del evangelio, porque es poder de Dios para salvación a todo aquel que cree” (Romanos 1:16).

Hay muchas cosas que podemos hacer como miembros de la Iglesia de Dios Unida para ayudar a propagar el evangelio. Por ejemplo, millares de nosotros estamos conectados a variados medios de comunicación social y podemos compartir el material de la Iglesia con nuestros amigos de Facebook. Desde luego, tenemos que usar sabiduría cuando publiquemos algo, y puede que no todos los temas sean apropiados para este tipo de plataforma. Sin embargo, la Iglesia produce comentarios en casi todo tipo de temas religiosos, sociales y políticos, lo que atrae al lector a la verdad de las Escrituras y al mensaje del evangelio del Reino de Dios.

Por ejemplo, yo no intentaría convencer a mis amigos sobre temas como Navidad o Pascua de Resurrección a través de los medios de comunicación social, pero puedo encontrar muchas otras formas de conducirlos a la Biblia publicando temas que a ellos les interesen o con los cuales estén luchando: adicciones, suicidio, preocupación, temor, problemas económicos, enfermedades, muerte en la familia, etc. Hay maneras de entregar la esperanza del evangelio a nuestros amigos atribulados según sea la necesidad.

Y tenemos además los folletos, trípticos y letreros magnéticos que la Iglesia provee para ayudar a formar conciencia de la verdad. Nuestro letrero magnético de Beyond Today (no disponible por ahora en Latinoamérica), que puede colocarse en nuestros automóviles, puede convertirse rápidamente en un tema de conversación en el estacionamiento del supermercado, en el trabajo o en la escuela. Alguien puede preguntar  “¿Qué es Beyond Today?”, a lo cual podemos contestar: “Es un magnífico programa cristiano de mi Iglesia, que puedes ver en YouTube. Búscalo con Google y verás”. ¡Esto ayuda a desarrollar una identidad pública y conciencia sobre lo que nuestra Iglesia está haciendo!

A cada uno de nosotros en la Iglesia le corresponde involucrarse en la obra de Dios para que  “Venga tu reino”, la única solución posible a los problemas de la humanidad.