Una era de caos creciente

Usted está aquí

Una era de caos creciente

Hace setenta años, la Segunda Guerra Mundial estaba en sus últimas etapas. La Alemania nazi sería derrotada en solo unos cuantos días, seguida por Japón unos meses más tarde. Al término de esa guerra Estados Unidos y Rusia se erigieron como las potencias que dominaban la escena mundial, pero seguirían compitiendo por dominio y protagonismo durante las siguientes décadas.

En 1991 la Unión Soviética colapsó bajo su propio peso, dejando a Estados Unidos como la única potencia mundial. Durante un tiempo pareció que el mundo experimentaría una nueva era de paz y cooperación global, pero no fue así.

Los horripilantes ataques suicidas el 11 de septiembre de 2001 en Estados Unidos nos enfrentaron a la impactante realidad de que la yihad había despertado de su largo sueño y se había puesto nuevamente en marcha, reiniciando su mortal batalla contra Occidente. Estados Unidos respondió con invasiones a Afganistán e Irak solo para aprender, tal como los británicos y los rusos que le precedieron, por qué Afganistán había llegado a ser conocido –apropiadamente– como “la tumba de los imperios”.

Aún magullado después de dos largas guerras, Estados Unidos comenzó a retroceder. La policía del mundo, desgastada y exhausta, colgó su insignia y sus armas y optó por “liderar desde atrás” –un eufemismo que encubre su renuncia a su rol de líder mundial–, retrayéndose en sí misma. No fue ninguna sorpresa que otros se apresuraran a llenar el vacío, y ahora vemos caos por todas partes.

Reconociendo la debilidad de Estados Unidos, China está modernizando agresivamente su potencial militar, alardeando de su poder y haciendo demandas territoriales a expensas de naciones vecinas más débiles como Las Filipinas, Taiwán, Vietnam, Corea del Sur y Japón.

Rusia, la protagonista de esta edición, también está actualizando sus fuerzas militares, lo que incluye el ensayo de nuevos sistemas de misiles nucleares.

Hace poco más de un año, en marzo de 2014, Rusia le arrebató Crimea a Ucrania y la incorporó a la Federación Rusa. Junto con apoderarse de Crimea, facciones prorrusas invadieron y tomaron considerables porciones del este y el sur de Ucrania en una operación descrita como “la invasión sigilosa”, a fin de recuperar Ucrania (que formaba parte de la ex Unión Soviética). Ahora, los Estados bálticos de Estonia, Letonia y Lituania están muy preocupados de que les ocurra algo similar.

En el Medio Oriente, la así llamada “Primavera Árabe” (que estalló en 2010) fue aclamada como un movimiento pro libertad, pero resultó ser todo menos eso. Hace muchos siglos que no se había visto el caos y la convulsión que afectan actualmente a gran parte del Medio Oriente.

El Estado Islámico sigue eliminando fronteras nacionales en su campaña por expandir su califato, y naciones enteras, como Irak, Siria y el Líbano, ya no existen como se las conocía. En Yemen –un “cuello de botella” para el control de gran parte del petróleo mundial–, las facciones suníes y shiíes del islam se enfrentan en una guerra encarnizada, y por toda África del Norte más naciones son afectadas por el caos y el derramamiento de sangre.

Jesucristo predijo que “se levantará nación contra nación, y reino contra reino” (Mateo 24:7), como inicio de los terribles eventos que aumentarían en frecuencia e intensidad hasta culminar en un periodo sin precedentes. Él dijo que estos acontecimientos llevarían a la humanidad al umbral de la extinción de no ser por la intervención directa de Dios, quien enviaría a su Hijo para establecer un Reino universal e imponer la paz (vv. 21-22).

Ese tiempo se está acercando rápidamente, por lo que le recomendamos que lea cada número de Las Buenas Noticias.Queremos ayudarle a entender las noticias mundiales a la luz de la profecía bíblica. El lamentable estado del mundo es otra razón para que se una a nosotros en oración. Pidámosle a Dios sin cesar “¡Venga tu reino!”