¿Se puede confiar en la Biblia?

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¿Se puede confiar en la Biblia?

La Biblia es el libro más influyente de todos los tiempos. Ha sido traducida a casi todos los idiomas del mundo y de ella se han impreso millones de ejemplares. Probablemente usted tenga una copia en su casa ahora mismo.

La Biblia ha sido tema de debates y discusiones y también, con mucha frecuencia, ignorada. Es respetada y reverenciada, aunque a la vez despreciada por algunos.

Sin embargo, tal vez el interrogante más importante que suscita la Biblia sea uno que a menudo se da por sentado: ¿es confiable? ¿Es la revelación inspirada, santa y gloriosa de Dios, el Creador del universo, como asegura?

Si la Biblia es lo que dice ser y se puede confiar en ella, entonces se trata del libro donde se encuentran las verdades más profundas de la vida. Si la Biblia es cierta, entonces es la fuente de revelación suprema de la verdad sobre el Dios Creador y su plan para la humanidad, y también para su vida.

Quienes producimos Las Buenas Noticias tenemos este libro en alta estima y lo consideramos la fuente suprema de la verdad de la vida. Cada tema que tratamos está firmemente arraigado en las enseñanzas de la Biblia; nuestro deseo es ayudarle a entender que se puede confiar en ella como guía y autoridad para aprender la forma de disfrutar bien la vida haciendo la voluntad de Dios.

Quizá ahora esté intentando encontrar una fuente confiable para apoyar su creencia en la Biblia. Sabemos que los escépticos y los detractores de este libro representan todo un reto, pues desde que comenzó a escribirse siempre ha sido blanco de cuestionamientos. Pero esta es nuestra premisa: creemos en la Biblia, pero no a ciegas, sino basados en muchas pruebas documentadas y una convicción bien fundamentada. De hecho, ninguno de los intentos fallidos por desprestigiarla han menoscabado su validez.

¿Cómo hemos llegado al punto de confiar en la revelación bíblica? Hay muchas razones que respaldan lo que dice la Biblia. Revisemos algunas.

Prueba 1: Profecía cumplida

La Biblia registra muchos eventos que ocurrieron en el pasado, pero lo más asombroso es que registra sucesos que aún están por ocurrir.

La palabra “profecía” en nuestros días puede tener varios significados. Se usa mucho en historias fantasiosas o películas donde un viejo gurú religioso predice algún suceso futuro. Para ser sinceros, cuando en la actualidad oímos de profecía, casi siempre es en el contexto de gente desequilibrada que habla de ideas excéntricas, no bíblicas, acerca del tiempo del fin.

Sin embargo, la profecía es real, y parte muy importante de la Palabra de Dios. Se necesita un enfoque equilibrado para adentrarse en el estudio de la profecía bíblica. Dios es el Dios de la historia y del futuro; él conoce el pasado y lo que va a suceder. Veamos lo que Dios dijo por medio del profeta Isaías: “Yo anuncio el fin desde el principio; desde los tiempos antiguos, lo que está por venir. Yo digo: Mi propósito se cumplirá, y haré todo lo que deseo” (Isaías 46:10, Nueva Versión Internacional, énfasis nuestro en todo este artículo).

Una comprensión adecuada de la profecía puede fortalecer la fe. Cuando vemos que ciertos acontecimientos profetizados ocurren, sabemos que Dios está a cargo y podemos tener la seguridad de confiar en él y obedecerlo.

En la Biblia encontramos muchas profecías, y también cómo se cumplieron. Las más importantes se refieren a la primera y segunda venida de Jesucristo. Algunas profecías, que abarcan miles de años desde el Génesis hasta Isaías y Miqueas, describen la primera venida de Cristo, anunciando incluso la ciudad donde nacería, Belén. En la Biblia hay más profecías acerca de la venida de Cristo que sobre cualquier otro evento, y hay muchas más que describen cómo será su regreso. Estudiarlas es un ejercicio estimulante que refuerza la fe y hace que el mundo adquiera sentido.

Solo mire a su alrededor: en todo el mundo están ocurriendo acontecimientos que aunque no entienda plenamente, están afectando su vida. La profecía bíblica nos dice a dónde nos conducirán finalmente estos eventos.

La profecía debe motivarnos a cambiar

Otro importante propósito de la profecía es cambiar lo que somos. Hay una escritura básica que debemos leer y recordar para mantener un enfoque equilibrado de la profecía: “Pero el día del Señor vendrá como ladrón en la noche; en el cual los cielos pasarán con grande estruendo, y los elementos ardiendo serán deshechos, y la tierra y las obras que en ella hay serán quemadas. Puesto que todas estas cosas han de ser deshechas, ¡cómo no debéis vosotros andar en santa y piadosa manera de vivir . . . ?” (2 Pedro 3:10-11).

Podemos confiar en que Dios está trabajando en nosotros, y debemos hacer nuestra parte para vencer el pecado y ser cada vez más como nuestro Padre. La Biblia afirma cosas como ningún otro libro. Dios revela eventos futuros, varios de los cuales ya han ocurrido. Podríamos examinar muchas más profecías cumplidas que confirman la veracidad de este libro, pero no podemos explicarlas apropiadamente aquí en detalle por falta de espacio.

Prueba 2: La evidencia arqueológica

La arqueología bíblica es una ciencia compatible con la profecía y el registro bíblico. Examinemos un ejemplo específico: la historia de Ciro, rey de Persia. En el año 539 a. C., Ciro capturó el reino babilónico y lo sometió bajo su control. Este, a su vez, había sometido a Jerusalén y llevado cautivos a sus habitantes menos de cien años antes, poniendo fin al reino de Judá. La costumbre de Babilonia era sacar a los conquistados de su tierra natal y llevarlos a otro lugar. La mayoría de los judíos habían sido trasladados al área de Babilonia; cuando uno lee la historia de Daniel, puede ver cómo se vio él atrapado en esta situación.

La política de Ciro era diferente: él permitía que el pueblo sometido permaneciera en su lugar de origen. A medida que tomaba el control de Babilonia, permitió que los pueblos conquistados regresaran a sus tierras. Esdras 1 registra que Ciro proclamó un decreto para que los judíos regresaran a Jerusalén y reconstruyeran la ciudad.

Ese decreto fue el cumplimiento de una profecía hecha por el profeta Isaías más de cien años antes. Dios había dicho por medio de él: “Así dice el Señor . . . Yo afirmo que Ciro es mi pastor, y dará cumplimiento a mis deseos; dispondrá que Jerusalén sea reconstruida, y que se repongan los cimientos del templo” (Isaías 44:24, 28, NVI). Dios no solo predijo con más de un siglo de antelación lo que haría Ciro, ¡sino que incluso lo llamó por su nombre!

La arqueología corrobora el registro bíblico

Pero esto se vuelve aún más interesante. En 1879 se descubrió en la actual Irak un cilindro de arcilla con la historia de la conquista de Babilonia por parte de Ciro. Las tablillas de arcilla eran los cuadernos o archivos del mundo antiguo, donde se registraban los eventos y datos históricos importantes.

El cilindro de Ciro, que está en el Museo Británico, ha sido estudiado y verificado por eruditos de renombre. Este fascinante documento histórico antiguo corrobora el relato bíblico en Esdras acerca del regreso de los judíos a Jerusalén con los tesoros sacados del templo de Dios. Además, respalda la impresionante profecía que hizo Isaías más de cien años antes de la época de Ciro.

Algunos críticos de la Biblia dicen que fue otra persona, alguien que vivió mucho tiempo después de la muerte de Isaías y la caída de Babilonia, quien escribió esa profecía. Alegan que llamar a Ciro por su nombre con más de un siglo de anticipación es imposible; una mente secular moderna no concibe que la revelación de Dios al profeta pueda ser auténtica, pero los hechos demuestran lo contrario.

Por un lado, el cilindro utiliza un lenguaje similar al de Isaías y, al igual que en la profecía de Isaías, Ciro se llama a sí mismo un pastor. Y en vez de darle el crédito por su victoria sobre Babilonia a un dios persa, se lo atribuye al dios babilónico Marduk, y además le da el crédito al Dios de los judíos según el registro en Esdras, demostrando en ambos casos una política de pluralismo cultural y apoyo a la práctica religiosa de los conquistados. Esta política hizo posible que los judíos regresaran y construyeran el templo en Jerusalén.

Toda esta evidencia arqueológica confirma la profecía bíblica de una manera notable. Los descubrimientos arqueológicos en Israel, Egipto, Jordania, Turquía y otros países donde ocurrieron los sucesos narrados en la Biblia, han revelado gran cantidad de información que arroja luz sobre personas, lugares y eventos registrados en sus páginas. Esto está verificado en muchos libros, ensayos y museos bien documentados y de buena reputación.

Prueba 3: Los descubrimientos científicos

Cuando vemos las palabras “ciencia” y “Biblia” en la misma frase, por lo general se cree que hay un conflicto entre ellas; sin embargo, no tiene por qué ser así.

La Biblia es indudablemente un libro que debe entenderse y aceptarse por fe. Pero, como dijimos, esta fe no tiene por qué ser ciega o irracional. Dios quiere que usemos nuestras facultades intelectuales para creer que la Biblia es su Palabra; no tenemos que desconocer los avances científicos para seguir creyendo en él.

Si mantenemos una mente abierta respecto a las Escrituras y entendemos cómo funciona la ciencia, es evidente que la Biblia tiene razón; es coherente y lógica, y una lectura apropiada de la misma no contradice lo que vemos en la creación de Dios.

Al tratar este tema debemos recordar dos cosas. Primero, la ciencia no es más que un proceso de aprendizaje sobre el universo observable. Y segundo, la Biblia es principalmente un libro de guía espiritual.

Los científicos están constantemente estudiando, probando y revisando sus conclusiones para asegurarse de que lo que han descubierto es correcto. El método científico en sí es una técnica de trabajo para resolver incógnitas y probar si algo es verdad, proceso que luego se repite para confirmación. En el mundo moderno, la ciencia avanza a partir de cada nuevo descubrimiento con el que se formula una nueva conclusión; luego otros revisan y prueban los resultados para comprobar su validez.

Muy a menudo, los nuevos descubrimientos modifican y a veces incluso dan un vuelco a las conclusiones anteriores. De hecho, los científicos se enorgullecen al decir que la ciencia constantemente revisa sus conclusiones, acercándose cada vez más a la verdad a través de la observación y la experimentación.

Algo adicional que debemos recordar es que la Biblia es principalmente un libro de guía espiritual, y su propósito es darnos a conocer el significado de la vida, revelar a Dios como nuestro Creador y Padre celestial y enseñarnos la forma en que debemos vivir. No debe considerársele un texto de ciencia.

Sin embargo, describe con precisión la naturaleza desde la perspectiva humana. En las escrituras que se refieren a la naturaleza física del universo, una lectura adecuada demuestra que lo escrito no intenta contradecir lo que podemos probar a través de la observación científica.

Ojalá pueda ver cómo la ciencia y la Biblia pueden ir de la mano. El propósito de la ciencia es revelar las verdades del mundo físico, mientras que el de la Biblia es revelar el sentido de la vida y los misterios espirituales sobre los cuales nosotros como humanos nos hemos cuestionado a lo largo de la historia, y asimismo proporcionar alguna información objetiva acerca del ámbito físico.

Los autores de la Biblia conocían los principios médicos y científicos

Veamos un ejemplo de cómo los autores bíblicos muchas veces tenían una notable comprensión del mundo físico. Nos referimos a la vida y obra de Moisés, que vivió hace unos 3500 años.

Moisés fue criado en un hogar egipcio como hijo adoptivo en el palacio del faraón. Los arqueólogos modernos han descubierto muchos artefactos egipcios de la época de Moisés, entre ellos, un documento médico. La descripción de la forma en que los médicos egipcios trataban las enfermedades y heridas hoy nos parecería asquerosa.

Entre otras cosas usaban polvo de estatuas, caparazón de escarabajo, colas de ratón, pelos de gato, ojos de cerdo, dedos de perro, ojos de anguila y vísceras de gallina con fines medicinales. Si alguien se enterraba una astilla, trataban la herida con un ungüento de sangre de gusano y estiércol de burro. Hoy sabemos que el estiércol está lleno de esporas de tétanos, así que la gente en el antiguo Egipto probablemente moría por causa del tétanos simplemente por la forma en que los médicos curaban las heridas.

Pero la Biblia no prescribe ninguna de esas cosas repugnantes para tratar enfermedades o dolencias. Si la ley de Moisés fuera algo que simplemente él inventó, y no algo revelado directamente por Dios, sin duda Moisés habría aplicado su experiencia de cuarenta años de vivir en la sociedad egipcia para dar consejos básicos de salud. En cambio, los principios sanitarios que prescribió ¡estaban adelantados miles de años a su época!

Las principales epidemias de enfermedades a través de la historia han sido causadas porque las personas no entienden que una higiene adecuada es esencial para la buena salud. A principios de 1800 en la India se desató un monumental brote de cólera, y en el transcurso de veinte años se extendió hasta Estados Unidos, matando a miles de personas a lo largo del camino. Los brotes de cólera casi siempre están ligados al manejo inadecuado de las aguas residuales. En muchos lugares del mundo, las aguas residuales corren libremente por las calles contaminando el suministro de agua potable.

En marcado contraste con este principio, Dios instruyó claramente a Israel sobre cómo disponer de los residuos: “Designarás un lugar fuera del campamento donde puedas ir a hacer tus necesidades. Como parte de tu equipo tendrás una estaca, con la que cavarás un hueco y, luego de hacer tu necesidad, cubrirás tu excremento” (Deuteronomio 23:12-13, NVI).

Si la humanidad hubiera escuchado las instrucciones de Dios registradas por Moisés miles de años atrás, quizá se habría salvado un sinnúmero de vidas. Hay muchos más ejemplos como este, donde los descubrimientos científicos de los tiempos modernos han confirmado principios bíblicos que son claros para cualquiera que los lea.

La Biblia es verdad. ¡Créala y vívala!

La Biblia es genuina. Eso es lo que afirma la revelación inspirada, divina y santa de Dios. Es la fuente de la verdad y la sabiduría, y el medio para conocer al Creador del universo. Es un registro fidedigno de la historia del mundo, tanto de su pasado como de su futuro.

Al estudiar estas cosas, tenemos que examinar más de cerca la vida que llevamos y pensar en los cambios que debemos hacer. Dios nos ha dado un manual de instrucciones para la vida. A través de su Palabra, él predice los acontecimientos que conducirán al regreso de Jesucristo; lo que haga al respecto es un asunto entre usted y Dios. Solo podemos mostrarle a dónde ir para encontrar la verdad: la Biblia. Ahora depende de usted.

Tome su Biblia hoy, lea lo que dice y créalo. Ore a Dios y pídale que abra su mente y corazón a fin de entender el mensaje que tiene para usted en sus páginas. Pídale que le muestre cómo debe responder a ese mensaje. La Biblia es verdadera. ¡Cuando crea, practique y viva sus enseñanzas, su vida cambiará!