¿Se logrará alcanzar la paz mundial en nuestro tiempo?

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¿Se logrará alcanzar la paz mundial en nuestro tiempo?

Después de la Conferencia de Munich el 30 de septiembre de 1938, el primer ministro británico Neville Chamberlain bajó de un avión y mostró la declaración que el mundo estaba esperando y que decía lo siguiente:

“Nosotros, el Führer y Canciller alemán y el Primer Ministro de Gran Bretaña, nos hemos vuelto a reunir hoy y hemos acordado reconocer que nuestra disputa es de capital importancia para las dos naciones y para Europa.

“Respetamos el acuerdo firmado la noche pasada y el Acuerdo Naval Anglo-Alemán como un símbolo del deseo de nuestros dos pueblos, de nunca más enfrentarnos en una guerra. Hemos resuelto que el método de consulta será la forma adoptada para resolver cualquier otra disputa que concierna a nuestros países, y estamos determinados a continuar con nuestros esfuerzos para resolver las posibles diferencias y así contribuir a asegurar la paz en Europa”.

Después de leer esta declaración en su residencia oficial, Chamberlain dijo: “Mis buenos amigos, por segunda vez en nuestra historia un Primer Ministro británico ha regresado de Alemania trayendo una paz con honor. Creo que es la paz para nuestros tiempo . . . Regresen a sus casas y duerman bien tranquilos.

A los ojos del mundo, Neville Chamberlain pasó a la historia como alguien carente del conocimiento necesario sobre geopolítica y naturaleza humana. Su excesiva confianza fue clave para que Adolfo Hitler desencadenara la Segunda Guerra Mundial y ejecutara su plan mundial de asesinar a millones de personas inocentes. Esta supuesta paz resultó ser solo una peligrosa
y gigantesca desilusión.

¿Es la paz verdaderamente posible?

Hoy vemos violentos disturbios en las naciones musulmanas del Medio Oriente, a Irán embarcado en una carrera nuclear armamentista, a peligrosos actores como Corea del Norte ya en posesión de este tipo de armas, y a un Pakistán políticamente inestable. Observamos a China y a Rusia modernizar agresivamente sus fuerzas militares. ¿Qué significa todo esto? ¿Seremos testigos de una nueva guerra, o llegará finalmente la paz a nuestro mundo? ¿Hay algún modo de saberlo?

El mundo entiende por paz el periodo en el que no hay guerras. Pero la definición de paz de Jesucristo no es la misma de este mundo. Jesús dijo a sus discípulos “La paz os dejo, mi paz os doy; yo no os la doy como el mundo la da” (Juan 14:27).

La verdadera paz está personificada por el significado profundo y espiritual de los Diez Mandamientos, que se materializa cuando las personas, con todo su corazón, mente, voluntad y acción, dan honor a la ley de Dios y la obedecen, lo que da como resultado relaciones pacíficas (1 Juan 5:3; 4:20-21; Santiago 3:18).

Baruch Spinoza fue un notable filósofo holandés, criado en la comunidad judía de Holanda (1632-1677). Él dio la siguiente definición de paz: “Paz no es la ausencia de guerra; es una virtud, un estado mental, una disposición hacia la benevolencia, confianza y justicia”.

El concepto de paz que tenía Spinoza era muy perspicaz. Es notable su parecido con el concepto que Dios tiene de la paz, y él muestra cómo la verdadera paz llegará a la Tierra mediante lo que representan las fiestas anuales reveladas en la Biblia.

Cuatro fiestas representan la paz mundial

¿Cómo traerá Dios paz duradera a este mundo? Él revela cómo será posible por medio de sus fiestas santas, que se encuentran en la Biblia. Primero revisemos el trasfondo del propósito general de estas fiestas.

Cada una de las siete fiestas anuales de Dios revela la salvación en etapas de toda la humanidad. En orden, ellas son: Pascua, Panes sin Levadura, Pentecostés (también llamada Fiesta de la Cosecha), Trompetas, Expiación, Tabernáculos y el Último Gran Día (inmediatamente después la Fiesta de Tabernáculos, que dura siete días). Puede encontrar el listado completo en Levítico 23.

Cada una de estas fiestas representa una parte importante del plan de salvación que Dios ofrece a la humanidad y muestra el rol activo y la participación de Jesucristo para llevar a cabo este plan en la Tierra, incluyendo la forma en que él, como Príncipe de Paz, finalmente traerá la verdadera paz
al mundo.

Las últimas cuatro reflejan cómo Cristo a su regreso establecerá un reino de paz y prosperidad, y los eventos que sucederán a continuación. (Puede encontrar el significado de estas siete fiestas en nuestro folleto gratuito Las Fiestas Santas de Dios).

La Fiesta de Trompetas

La primera de las últimas cuatro fiestas y días santos, la Fiesta de Trompetas, simboliza el son de trompetas, advirtiendo sobre una inminente guerra y el consiguiente juicio. En el Antiguo Testamento se colocaba a vigías o centinelas en lugares estratégicos para hacer sonar la alarma cuando el enemigo se aproximaba. Por lo general tocaban el shofar, un cuerno de carnero, que producía un sonido de advertencia.

La Fiesta de Trompetas representa el sonido final de la última trompeta antes del regreso de Cristo (1 Corintios 15:52; 1 Tesalonicenses 4:16) y una serie de significativos sonidos de trompeta que preceden a la última (Apocalipsis 8:6).

Estas trompetas, como las fiestas, son en parte una advertencia acerca de la batalla final en el “gran día del Dios Todopoderoso” (Apocalipsis 16:14; ver Zacarías 14:3). Jesús peleará esta batalla final contra una nueva superpotencia que la Biblia llama la bestiay contra grandes ejércitos provenientes del otro lado del río Éufrates.

Estas fuerzas primero convergerán al noroeste de Jerusalén, cerca de la colina de Megido, que en el griego original del Nuevo Testamento recibe el nombre de Armaged?(Apocalipsis 16:16). Pero en realidad, ellos estarán luchando contra Jesucristo cerca de Jerusalén. “Pelearán contra el Cordero, y el Cordero los vencerá” (Apocalipsis 17:14; compare con Apocalipsis 19:11-21).

Específicamente, la Fiesta de Trompetas representa, por un lado, la batalla final entre Jesucristo y los dictadores humanos que supervisarán los poderes geopolíticos en aquel tiempo del fin. Cristo los derrota drástica y decisivamente (Apocalipsis 14:14-20; 19:11-21).

Por otro lado, la Fiesta de Trompetas también representa la resurrección de los santos fieles de Dios que han muerto a través de las edades y la transformación de los santos que estén aún vivos al regreso de Jesucristo. Como el apóstol Pablo escribió: “He aquí, os digo un misterio: No todos dormiremos; pero todos seremos transformados, en un momento, en un abrir y cerrar de ojos, a la final trompeta; porque se tocará la trompeta, y los muertos serán resucitados incorruptibles, y nosotros seremos transformados” (1 Corintios 15:51-52; compare con 1 Tesalonicenses 4:16-17).

Expiación

Jesucristo eliminará a los gobernantes que hagan guerra contra él cuando descienda a Jerusalén. Después enfocará su atención en los tiranos espirituales que nos rodean, es decir, Satanás y sus demonios, y los quitará de en medio.

El Día de Expiación simboliza el próximo acontecimiento, que se lleva a cabo poco después del cumplimiento de la Fiesta de Trompetas. En ese tiempo, Dios atará y encarcelará a Satanás y sacará a los demonios de sus puestos de poder sobre la Tierra (Apocalipsis 20:1-3).

Las Fiestas de Trompetas, Expiación y Tabernáculos se suceden muy de cerca. Jesús rápidamente se deshace de aquellos que han venido a hacer guerra y a eliminar a la humanidad. Él dijo en relación a este periodo de crisis: “Y si aquellos días no fuesen acortados, nadie sería salvo; mas por causa de los escogidos, aquellos días serán acortados” (Mateo 24:22).

Cristo entonces encarcela al poderoso intruso espiritual, Satanás el diablo, para que finalmente los seres humanos puedan reconciliarse y ser uno con su Dios. Una vez que la influencia engañosa de Satanás sea eliminada, los seres humanos podrán reconciliarse con su Creador y restaurar una relación apropiada con él.

Una particularidad de este día es que el pueblo de Dios debe obedecer el mandamiento de ayunar en él (“afligiréis vuestras almas”, como se traduce en Levítico 23:27-29), porque el ayuno enfatiza el hambre que deberíamos sentir por Dios, y además, nuestra confianza en él. También destaca el hecho de que en un tiempo futuro no vamos a necesitar sustento físico una vez que se nos dé vida eterna.

El ayuno también proporciona fuerza espiritual. Jesús se fortaleció más que nunca después de ayunar 40 días y 40 noches (Mateo 4:1-11). Él también enseñó a sus discípulos que el ayuno da fuerza espiritual para afrontar la realidad de este perverso mundo espiritual, diciéndoles que “este género [de demonios] no sale sino con oración y ayuno” (Mateo 17:21). Así, este día simboliza la desaparición de Satanás y sus demonios.

El ayuno sirve para romper las ataduras de la maldad, deshacer la pesada carga de preocupación, temor y ansiedad, liberar a los oprimidos, romper todo yugo con el pecado y vivir una vida ejemplar. Después de un ayuno productivo, Dios escucha nuestras oraciones (Isaías 58:6-11).

Dios intervendrá en los terribles asuntos de la humanidad para salvarnos de nosotros mismos. Como se simboliza en el Día de Expiación, él apartará y atará a Satanás y los demonios para que ya nunca más puedan incitar a la humanidad al pecado, el engaño y la rebeldía. Entonces, y solo entonces, irrumpirá la paz, y todas las personas sobre la Tierra por fin tendrán el conocimiento y la oportunidad de aceptar a Jesucristo como Señor y Salvador.

La Fiesta de Tabernáculos

Después de este periodo de agitación mundial vendrá un tiempo de paz, simbolizado por la Fiesta de Tabernáculos. Esta gran fiesta representa el reino de mil años del Príncipe de Paz sobre la Tierra (Apocalipsis 20:4-6; Isaías 9:6-7).

La Biblia está llena de profecías positivas acerca de este reino milenario de Cristo, caracterizado por la paz y la prosperidad (Hechos 3:19-21). Será un huerto del Edén internacional, comenzando en Jerusalén y extendiéndose por toda la Tierra Santa y el mundo entero.

Al comienzo del milenio de Cristo, las personas que vayan a Jerusalén notarán la belleza de la Tierra. “Y dirán: Esta tierra que era asolada ha venido a ser como huerto del Edén; y estas ciudades que eran desiertas y asoladas y arruinadas, están fortificadas y habitadas”. (Ezequiel 36:35; compare con Isaías 51:3).

El profeta Isaías describe los gloriosos mil años del pacífico reino de Jesús en
la Tierra:

“Saldrá una vara del tronco de Isaí [padre del rey David], y un vástago [Jesucristo] retoñará de sus raíces. Y reposará sobre él el Espíritu del Eterno; espíritu de sabiduría y de inteligencia, espíritu de consejo y de poder, espíritu de conocimiento y de temor del Eterno. Y le hará entender diligente en el temor del Eterno. No juzgará según la vista de sus ojos, ni argüirá por lo que oigan sus oídos; sino que juzgará con justicia a los pobres, y argüirá con equidad por los mansos de la tierra; y herirá la tierra con la vara de su boca, y con el espíritu de sus labios matará al impío. Y será la justicia cinto de sus lomos, y la fidelidad ceñidor de su cintura.

“Morará el lobo con el cordero, y el leopardo con el cabrito se acostará; el becerro y el león y la bestia doméstica andarán juntos, y un niño los pastoreará. La vaca y la osa pacerán, sus crías se echarán juntas; y el león como el buey comerá paja. Y el niño de pecho jugará sobre la cueva del áspid, y el recién destetado extenderá su mano sobre la caverna de la víbora. No harán mal ni dañarán en todo mi santo monte; porque la tierra será llena del conocimiento del Eterno, como las aguas cubren el mar” (Isaías 11:1-9).

Casi junto con este periodo de paz, el mundo experimentará una gran prosperidad: “He aquí vienen días, dice el Eterno, en que el que ara alcanzará al segador, y el pisador de las uvas al que lleve la simiente; y los montes destilarán mosto, y todos los collados se derretirán. Y traeré del cautiverio a mi pueblo Israel, y edificarán ellos las ciudades asoladas, y las habitarán; plantarán viñas, y beberán el vino de ellas, y harán huertos, y comerán el fruto de ellos” (Amós 9:13-14).

Isaías 35:1 también nos dice: “Se alegrarán el desierto y la soledad; el yermo se gozará y florecerá como la rosa”.

El Último Gran Día

Inmediatamente después de la Fiesta de Tabernáculos, que dura siete días, hay otra gran fiesta llamada simplemente “el octavo día” (Levítico 23:36).

Tal como hemos visto, cada fiesta santa tiene un simbolismo que describe un acontecimiento en el futuro. La fiesta del Último Gran Día (el octavo día) tiene que ver con el periodo de tiempo que sigue a los mil años bajo el gobierno de Cristo. Este lapso de tiempo también es llamado “el juicio del gran trono blanco”.

La frase “juicio del gran trono blanco” se deriva de Apocalipsis 20:11-13: “Y vi un gran trono blanco y al que estaba sentado en él, de delante del cual huyeron la tierra y el cielo, y ningún lugar se encontró para ellos. Y vi a los muertos, grandes y pequeños, de pie ante Dios; y los libros [biblion(libro), del que deriva la palabra Biblia] fueron abiertos, y otro libro fue abierto, el cual es el libro de la vida.

“Y fueron juzgados los muertos por las cosas que estaban escritas en los libros, según sus obras. Y el mar entregó los muertos que había en él; y la muerte y el Hades entregaron los muertos que había en ellos; y fueron juzgados cada uno según sus obras”.

Ezequiel 37:1-14, que contiene un detallado relato de este acontecimiento y se refiere a millones de israelitas fallecidos mucho antes, describe cómo será esta resurrección de grandes multitudes.

En esta resurrección, en este caso a vida física, muchos miles de millones de seres humanos tendrán su gloriosa oportunidad de salvación. Pablo dice que Dios “quiere que todos los hombres sean salvos y vengan al conocimiento de la verdad” (1 Timoteo 2:4). Pero la inmensa mayoría de las personas que han vivido nunca han tenido la oportunidad de arrepentirse, ser convertidos y recibir su premio de salvación.

El Último Gran Día representa la gran resurrección a la vida física de miles de millones de personas que nunca tuvieron su día de salvación. Esto sucederá poco después del reino milenario de Jesucristo. Élcontinuará su reinado, durante el cual juzgará a todos con verdadera justicia.

¿Disfrutaremos de paz permanente en nuestro tiempo?

Engañado por Hitler, Neville Chamberlain calculó muy mal el comienzo de la paz en nuestro tiempo. Pero Dios no es hombre, y no se equivoca. Solo él sabe la hora y día en que enviará a Jesucristo a la Tierra para salvar a la humanidad (Marcos 13:32).

¿Podremos tener paz en nuestro tiempo?Si miramos a nuestro derredor nos daremos cuenta de que estamos viviendo en los últimos días. Y en el tiempo del fin, algunos sobrevivirán a los terribles eventos que vendrán y vivirán para ver ese periodo de paz. Pero primero deben desencadenarse eventos horrorosos, sucesos que sacudirán al mundo hasta sus mismos cimientos.

¿Y qué hay de usted? Dios le ofrece paz y protección en esta vida y algo muchísimo mejor en el mundo de mañana, pero todo depende de usted (ver Lucas 21:34-36). Si está dispuesto a comprometerse con Dios el Padre y Jesucristo y comenzar a observar las fiestas anuales de Dios, podrá entender su gran plan de salvación para toda la humanidad. ¡Su paz y prosperidad le están esperando! 

BN