La perspectiva yihadista: ¿Qué hay tras la brutalidad en el Medio Oriente?

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La perspectiva yihadista

¿Qué hay tras la brutalidad en el Medio Oriente?

Los titulares sobre el Medio Oriente en estos últimos meses han sido horrorosos — la decapitación de rehenes estadounidenses y británicos, miles de prisioneros capturados y luego ejecutados, mujeres forzadas a ser esclavas sexuales de por vida (o vendidas para tal propósito), niños brutalmente asesinados y comunidades forzadas a morir de hambre o masacradas a sangre fría por rehusarse a cambiar de religión.

Gran parte del mundo está espantado con tal brutalidad, y con toda razón; este tipo de atrocidades son difíciles de comprender para la mente occidental.

¿Qué es lo que está impulsando tal crueldad, este salvajismo que nunca habíamos presenciado en nuestra generación? Para comprender esto, debemos quitarnos las anteojeras de lo políticamente correcto y enfrentar los hechos resueltamente.

En realidad, la respuesta es simple: quienes están detrás de estos horrores comparten un denominador común y admiten sin ningún remordimiento que llevan a cabo lo que su religión el islamles ordena.

Y aunque es cierto que muchos musulmanes son pacíficos y se sienten igualmente horrorizados por estos eventos, solo tenemos que analizar las palabras de los perpetradores de tales atrocidades para comprender sus motivos. Ellos declaran orgullosamente y sin ambages que están haciendo lo que su religión les dice.

¿Una religión de paz?

Desde los horrendos ataques terroristas el 11 de septiembre de 2001 al Centro de Comercio Mundial y al Pentágono, para los cuales se valieron de tres aviones secuestrados (más un cuarto avión que aparentemente pretendían estrellar contra la Casa Blanca o el edificio del Capitolio de Estados Unidos), los líderes occidentales han hecho lo imposible por describir al islam como una religión de paz.

Por ejemplo, solo seis días después de esos ataques, en los cuales murieron casi 3 000 ciudadanos estadounidenses, el presidente de ese entonces, George W. Bush, hablando desde el Centro Islámico de Washington D.C., dijo: “Estos actos de violencia en contra de inocentes viola los principios fundamentales de la fe islámica . . . La cara del terror no es la fe del islam. El islam no se trata de eso. El islam es paz” (énfasis nuestro en todo este artículo).

En un discurso dirigido a las Naciones Unidas el 24 de septiembre de 2014, el presidente de los Estados Unidos, Barack Obama, dijo: “Estados Unidos no está, ni nunca estará en guerra con el islam. El islam enseña la paz. Los musulmanes alrededor del mundo aspiran a vivir con dignidad y con un sentido de justicia. Y cuando tiene que ver con Estados Unidos y el islam, no existe tal cosa como ellos y nosotros— solo existe nosotros, porque hay millones de musulmanes que son ciudadanos de Estados Unidos y que forman parte de la estructura misma de nuestra nación. Por lo tanto, rechazamos toda sugerencia de un choque de civilizaciones”.

En un discurso pronunciado el 3 de septiembre de 2014 –irónicamente, el día después de que el Estado Islámico publicara un video mostrando la decapitación del periodista estadounidense Steven Sotloff–, el secretario de Estado de los Estados Unidos, John Kerry, aplaudió al islam diciendo que “es una religión pacífica basada en la dignidad de todos los seres humanos”. Luego explicó que “la verdadera cara del islam . . . se ve reflejada en las comunidades musulmanas que defienden los derechos humanos y las libertades fundamentales, incluyendo la libertad más básica: poder practicar la fe de uno abierta y libremente”.

El 24 de septiembre, después de la brutal decapitación del rehén británico David Haines, el primer ministro británico David Camerón insistió en que estos asesinatos “no tienen nada que ver con la gran religión del islam, una religión de paz, una religión que se esfuerza por apoyar obras diarias de bondad y generosidad”.

¿Quién sabe en realidad lo que significa y persigue el islam?

Mientras que éstos y otros líderes occidentales proclaman repetidamente que el islam es una religión pacífica, debemos recordar que quienes están involucrados activamente en la comisión de estas atrocidades han pasado toda su vida inmersos en las creencias islámicas y su cultura.

Debemos notar además que Abu Bakr al-Baghdadi, el califa declarado del Estado Islámico, tiene un doctorado en estudios islámicos de la Universidad Islámica de Bagdad, lo cual lo distingue como un destacado erudito de la ley, la historia y la cultura islámicas. A diferencia de los líderes occidentales, él está profundamente familiarizado con las creencias del islam y las enseñanzas de su libro sagrado, el Corán.

Como califa –el gobernador supremo de la nueva nación islámica armada con fragmentos de Siria e Irak–, sus decisiones sobre lo que es permitido o prohibido son la ley de la nación. Y tal como los titulares recientes han demostrado, Al-Baghdadi y sus seguidores –al igual que Osama bin Laden y Al Qaeda, que los precedieron– no ven conflicto alguno entre sus tácticas de asesinatos y caos y su práctica del islam. De hecho, ellos se jactan de que lo que hacen es practicar el islam.

Entonces, ¿cuál es la verdad? ¿Es el islam una religión de paz, tal como dicen estos políticos, o es algo diferente? Para comprender la respuesta debemos examinar el Corán, su libro sagrado.

Islam: La única religión verdadera y suprema

¿Cuáles son algunas de las enseñanzas del Corán que están llevando a la violencia y la matanza alrededor del mundo?

La explícita instrucción del Corán es que el islam es la única religión verdadera y suprema, y que eventualmente el mundo entero estará bajo el gobierno islámico. Veamos lo que dicen algunas de las suras (o capítulos) del corán.

Por ejemplo, la sura 61:9 dice: “Él [Alá] es quien ha enviado a Su Mensajero [Mahoma] con la Guía y la religión verdadera [Islam] para que prevalezca sobre todas las religiones, aunque ello disguste a los idólatras” (todas las citas del Corán en este artículo han sido tomadas de la traducción de Isa García, del sitio web elcoran.net). En el Corán, el término “idólatras” se refiere a aquellos que no practican la religión islámica, incluyendo a cristianos y judíos.

En concordancia con esta creencia sobre la supremacía del islam, la sura 2:193 es enfática al dar esta orden: “Combatidlos hasta que cese la sedición y triunfe la religión de Allah”. En el Corán, “sedición” alude a toda religión que no sea el islam, lo que incluye al cristianismo, al judaísmo y a cualquier otro sistema de creencia. Para aquellos que siguen lo que dice este versículo y los preceptos de Mahoma –y hay millones que lo hacen–, si usted no adora a Alá, es considerado un idólatra y un blanco legítimo para ejecutar esta orden.

Desde el punto de vista de los eruditos y líderes islámicos, el mundo está dividido en dos esferas: la esfera o territorios de Dar al-Islam, que significa “el dominio del islam” (en donde esta religión es dominante) y Dar al-Harb, que significa “el dominio de la guerra”. Un aspecto fundamental de esta perspectiva es que todos los territorios que no son musulmanes deben ser eventualmente absorbidos o conquistados por el islam, preferiblemente a través de una conversión pacífica, pero a la fuerza si es necesario, y por eso el término “dominio de la guerra”.

Otro aspecto que se debe mencionar es que la mayor parte del mundo musulmán está unido en contra de Israel porque considera una abominación que un territorio que solía ser Dar al-Islam, o parte del territorio del islam, haya vuelto a ser Dar al-Harb y haya caído bajo el control de los infieles (cristianos o judíos).

Esta es la razón clave de por qué los musulmanes están tan decididos a someter nuevamente el territorio físico de Israel al dominio musulmán. Tenga en mente que la Organización para la Liberación Palestina (OLP) fue fundada en 1964, tres años antes de que Israel capturara la Franja Occidental y Jerusalén en la guerra de los Seis Días en 1967. Esto quiere decir que los decididos esfuerzos de los musulmanes por “liberar” los territorios israelíes comenzaron mucho antes de que Israel tomara el control de estas áreas, y que en realidad su meta es apoderarse de todo Israel.

A esto se debe que los líderes musulmanes se jacten abiertamente de su deseo de liberar la tierra “de mar a mar” –desde el mar Muerto hasta el mar Mediterráneo–, con lo cual quieren decir que Israel desaparecerá del mapa. Es por ello que las actas de fundación de organizaciones terroristas como Hamás y Hezbolá proclaman abiertamente que Israel debe ser eliminado.

Los gobiernos occidentales, que no comprenden esta creencia musulmana, presionan incesantemente a Israel para que negocie con Hamás y la Autoridad Nacional Palestina y procure alcanzar una resolución pacífica. Pero la verdad es que no puede existir una solución pacífica cuando los negociantes del otro bando creen con todo su corazón y alma que el territorio de Israel les pertenece a ellos y que debe ser étnicamente purgado de judíos — tal como los líderes de Hamás y la Autoridad Nacional Palestina han declarado repetidamente.

Yihad— la guerra santa en contra de los no creyentes

Si el islam está destinado a convertirse en la única religión suprema y verdadera en el mundo, según enseña el Corán, ¿cómo se debe alcanzar esa meta? La respuesta es la yihad o guerra santa. El Corán ordena que el islam se propague mediante la violencia y la conquista. Este libro contiene literalmente decenas de instrucciones semejantes, pero citaremos solo unas pocas:

Sura 9:5: “Mas cuando hayan pasado los meses sagrados . . . matad a los idólatras dondequiera les halléis, capturadles, cercadles y tendedles emboscadas en todo lugar”.

Sura 9:73: “¡Oh, Profeta! Combate a los incrédulos y a los hipócritas, y sé severo con ellos. Su morada será el Infierno. ¡Qué pésimo destino!”

Sura 9:123: “¡Oh, creyentes! Combatid a aquellos incrédulos que habitan alrededor vuestro, y que comprueben vuestra severidad. Y sabed que Allah está con los piadosos”.

Samuel Huntington, profesor de Ciencias Políticas de la Universidad de Harvard, escribió en 1997 un libro llamado El choque de civilizaciones y la reconfiguración del orden mundial. En él se refiere a la desproporcionada participación de los musulmanes en la guerra y el terrorismo alrededor del mundo, y a raíz de ello acuñó la frase “las fronteras sangrientas del islam”. En aquel momento, mucho antes de los ataques del 11 de septiembre de 2001, él no tenía idea de cuán profética sería esa frase.

En el libro Religion, Culture and International Conflict: A Conversation (Religión, cultura y conflicto internacional: Una conversación, Michael Cromartie, 2005), el profesor Huntington escribió: “Aunque grupos de todas las religiones han participado en diversas formas de violencia y terrorismo, las cifras dejan en claro que en la década pasada los musulmanes han estado involucrados en muchas más actividades de este tipo que la gente de otras religiones . . .”

“Si usted echa una mirada al mundo islámico, verá que en la década de 1990 los musulmanes estaban luchando contra los no musulmanes en Bosnia, Kosovo, Macedonia, Chechenia, Azerbaiyán, Tayikistán, Cachemira, Indonesia, las Filipinas, el Medio Oriente, Sudán, Nigeria, y otros lugares. Además, los musulmanes han estado luchando entre ellos mismos” (p. 5).

Él hace notar que los musulmanes estuvieron involucrados en 23 de los 32 conflictos armados en el año 2000. Hoy en día las cifras son similares. Un rápido vistazo al mapa mundial muestra que casi todas las guerras del mundo se están llevando a cabo alrededor de las fronteras del mundo musulmán, donde el islam está expandiéndose y combatiendo a los no musulmanes. Mientras que la Biblia nos enseña a amar a nuestros semejantes (Levítico 19:18; Mateo 22:39), el Corán les dice a los musulmanes que peleen contra ellos: “Combatid a aquellos incrédulos que habitan alrededor vuestro”.

Vale la pena además destacar que en cuanto a sus doctrinas sobre el más allá,  muchos musulmanes creen que la única forma segura de entrar en el paraíso es convertirse en mártires que luchan por el islam. Esta creencia proviene de la sura 22:58-59: “A aquellos que emigraron por la causa de Allah, luego murieron o cayeron por ella, ciertamente Allah los proveerá con un bello sustento [en el paraíso], y él es el mejor de los sustentadores. Les introducirá en el Paraíso y ello les complacerá, y en verdad, Allah es Omnisciente, Tolerante”.

De acuerdo a la forma de pensar islámica, un mártir tiene garantizado un lugar en el paraíso apenas derrame su primera gota de sangre; y cuando muera, 72 hermosas doncellas, vírgenes y de ojos oscuros, estarán esperándolo para ser sus compañeras perpetuas en el paraíso. Esta es una de las razones por las que tantos jóvenes musulmanes están dispuestos a morir como hombres-bomba: porque tienen garantizada la entrada al paraíso apenas se hagan estallar, ya que están muriendo por causa de la yihad.

El Corán dice además que Alá castigará a aquellos que no se involucren en la yihad como él ordena. La sura 9:39 advierte: “Si no salís a combatir os azotará un castigo doloroso [en esta vida y en la otra], y Allah os substituirá por otro pueblo”. En otras palabras, si usted es musulmán y no participa en la yihad, será castigado y Alá escogerá a otra persona para que luche en su lugar.

La yihad y sus tácticas de terror

El Corán también ordena valerse del terror y la crueldad para llevar a cabo la yihad. La sura 8:59-60 dice: “Que no piensen los incrédulos que podrán huir de nuestro castigo, pues ciertamente ellos no podrán salvarse. Y preparad contra los incrédulos cuanto podáis de fuerzas [de combate] y caballería, para que así amedrentéis a los enemigos de Allah que también son los vuestros, y a otros enemigos que [os atacarán en el futuro y] no los conocéis, pero Allah bien los conoce”.

Por esto es que los guerreros suníes del Estado Islámico son tan increíblemente despiadados y crueles. Como conocen este versículo, utilizan el terror para infundir temor a sus enemigos y desmoralizarlos, de manera que abandonen su deseo de luchar. Quienes llegan a ser capturados (como los chiíes, a quienes ellos consideran apóstatas o no musulmanes) son ejecutados brutalmente, en cumplimiento de lo que leen en su libro sagrado.

El Corán incluso menciona métodos específicos para infundir terror, los que son utilizados por los guerreros del Estado Islámico. La sura 8:12 dice: “Y cuando tu Señor le dijo a los Ángeles: Yo estoy con vosotros, inspiradle valor a los creyentes que ciertamente Yo infundiré terror en los corazones de los incrédulos. Golpeadles [con vuestras espadas] sus cuellos y cortadles los dedos”.

En efecto, ellos hacen todo lo que el Corán les dice que hagan. Cuando su libro sagrado les dice que golpeen los cuellos de los infieles con sus espadas (que los decapiten), ellos hacen exactamente eso.

El mundo civilizado se ha horrorizado al ver a los combatientes del Estado Islámico, y también de Al Qaeda y de los grupos terroristas iraquíes que les precedieron, decapitando brutalmente a los soldados que han secuestrado, como también a periodistas occidentales, a cristianos coptos y a trabajadores humanitarios. Quizás usted haya visto los videoclips de algunas de las decapitaciones que se han mostrado en las noticias o que se han publicado en Internet. Puede que se haya preguntado, tal como yo, acerca del significado de los gritos y cánticos en árabe que se escuchan.

Yo ya sabía el significado de la exclamación “Allahu Akbar” — “Alá es grande” o, más correctamente, “Alá es el más grande” (en comparación con cualquier otro que se le oponga). Después de investigar un poco, aprendí el significado del cántico que suele acompañar a estas exclamaciones: los asesinos cantan versos como el que citamos más arriba, que les ordenan decapitar a los impíos. Están simplemente recitando las escrituras del Corán.

Sin embargo, los líderes de Occidente nos aseguran que tales actos “no representan a ninguna religión, menos aún a la religión musulmana . . .”, según dijo el presidente Obama en una declaración el 16 de noviembre de 2014, después de la decapitación del rehén estadounidense Peter Kassig.

Otro versículo del Corán que ilustra la crueldad de Alá se encuentra en la sura 5:33: “El castigo de quienes hacen la guerra a Allah y a Su Mensajero [Mahoma] y siembran en la Tierra la corrupción es que se les mate, o crucifique, o se les ampute una mano y el pie opuesto o se les destierre. Esto es para que sean denigrados en esta vida, y en la otra tendrán un terrible castigo”.

Aquí Alá ordena torturar, desmembrar y mutilar a los prisioneros. La crucifixión es una forma horrible de tortura y ejecución, y ellos la practican con gusto. Una breve búsqueda en Internet revela cientos de fotos que muestran a islámicos llevando a cabo y celebrando tales prácticas.

El Corán y la esclavitud

¿Qué enseña el Corán acerca de la esclavitud? A pesar de que no se menciona mucho al respecto en los medios de comunicación occidentales, la esclavitud continúa existiendo en partes del mundo musulmán. Aunque el comercio de esclavos en el continente americano durante los siglos XVII, XVIII y XIX fue debidamente prohibido y condenado, el castigo a esta práctica se ha dirigido principalmente a los dueños (de raza blanca) de esclavos y a los traficantes de esclavos, prestándose muy poca atención a los musulmanes árabes, quienes fueron los primeros en esclavizar a africanos para luego venderlos a los blancos.

Esto también es permitido por el Corán. La sura 47:4 dice: “Cuando os enfrentéis a los incrédulos, matadles hasta que les sometáis, y entonces apresadles”. Aquellos que siguen el Corán literalmente han comprendido desde siempre lo que esto significa: que cuando los musulmanes derrotan a sus enemigos, les es permitido matarlos o esclavizarlos.

De acuerdo a escritos musulmanes antiguos, Mahoma –quien es visto como el hombre ideal a quien los musulmanes buscan emular– era traficante de esclavos y, como tal, los confiscaba, vendía y comerciaba con ellos.

Un aspecto particularmente abominable de las conquistas musulmanas recientes ha sido la captura de mujeres y niñas para ser usadas como esclavas sexuales. Esto pasó con la captura de los pueblos yazidi en el norte de Irak por el Estado Islámico, y el secuestro de cientos de niñas escolares por el movimiento islámico Boko Haram en Nigeria. Pero esto también está permitido en el Corán. Note estos versículos:

Sura 23:1-6: “Por cierto que triunfarán los creyentes que observen sus oraciones con sumisión, se aparten de las banalidades, paguen el Zakât [impuesto], se preserven de cometer adulterio o fornicación, y sólo cohabiten con sus esposas o con sus esclavas, pues ello no es censurable . . .”

Sura 33:50: “Por cierto que sabemos [refiriéndose a Alá, que habla de sí mismo en plural] lo que les prescribimos [satisfacer sus deseos sexuales con esclavas] respecto a sus esposas y sus cautivas, para que no sea una falta para ti”.

Un informe del noticiero en línea International Business Times, del 5 de noviembre de 2014, se tituló “Impactante: la lista oficial de precios de esclavos del EIIS muestra a niñas cristianas entre 1 y 9 años siendo vendidas por 172 USD”. El artículo describe además una lista de precios de las esclavas sexuales en un sitio web islámico: “En el nombre de Alá, el más benévolo y misericordioso. Hemos recibido noticias de que la demanda de mujeres y ganado en los mercados ha disminuido significativamente y esto [afectará] las ganancias del Estado Islámico como también el financiamiento de los muyahidines [guerreros yihadistas] en el campo de batalla. Hemos hecho algunos cambios. Abajo están los precios de las mujeres yazidi y cristianas”.

Al mismo tiempo, un video publicado en Internet parecía mostrar a guerreros del Estado Islámico en lo que uno de ellos llama “el día del mercado de esclavos”, mientras recita la sura 23:1-6 (citada anteriormente). Los hombres discuten los precios de las niñas y mujeres, que cuestan entre 100 y 300 USD, dependiendo de la edad y del color de ojos; los ojos verdes o azules incrementan el precio.

Una edición en línea de la revista Dabiq (publicada por un grupo yihadista del Estado Islámico) se jactaba de haber capturado al pueblo iraquí de Sinjar, diciendo: “Las familias yazidi que han sido esclavizadas están siendo ahora vendidas por los soldados del Estado Islámico”. Y luego explicó que “las mujeres y niños yazidi fueron luego repartidos según la charía [la ley islámica] entre los guerreros del Estado Islámico que participaron en las operaciones de Sinjar”. Por lo tanto, al igual que un botín de guerra, los cautivos fueron divididos y vendidos como un bien de propiedad.

Haciéndose los ciegos frente a la triste realidad

La triste realidad acerca del Medio Oriente hoy en día es que estamos viendo la resurrección del islam original de Mahoma, que hizo su aparición en el mundo en el siglo VII.

La nueva religión de Mahoma se dispersó como un fuego, alimentado por el poder y los saqueos. El Estado Islámico está repitiendo las primeras conquistas de Mahoma incendiando iglesias, saqueando monasterios, esclavizando y convirtiendo a la fuerza a los indefensos, y ejecutando despiadadamente a aquellos que los confrontan. Está imponiendo vigorosamente la ley charía cortándoles las manos a los ladrones, apedreando a los adúlteros y blasfemos, azotando a los criminales y prohibiendo todo aquello que se interponga en el camino del islam.

Para desafiar a las principales potencias occidentales han matado brutalmente a ciudadanos estadounidenses y británicos, decapitándolos y subiendo videos de los asesinatos a Internet para que todo el mundo los vea. El mensaje es claro: Alá está de su lado, y no tienen nada que temer de las principales potencias mundiales.

A menos que los líderes occidentales despierten de su ceguera intencional y enfrenten la triste realidad de la perspectiva yihadista que está motivando al Estado Islámico y también a Hamás, Hezbolá y a otros innumerables grupos y movimientos, esa parte del mundo continuará siendo un polvorín a punto de explotar y derrumbar gran parte de la civilización moderna. Y aunque parezca increíble, la profecía bíblica indica que este será probablemente el resultado al que se encaminan los eventos de esa región.