La restauración de la moralidad comienza con uno

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La restauración de la moralidad comienza con uno

Cierto día del verano recién pasado estaba sentado sobre mi nuevo sofá, navegando en mi iPad, mientras disfrutaba de una taza de buen café francés recién preparado. Durante las semanas anteriores las temperaturas habían alcanzado los 37°C, pero con el aire acondicionado programado en 23°C, el departamento se sentía muy agradable. Debido a que mi suegra estaba visitándonos, habíamos bajado la temperatura, que normalmente mantenemos en los 27°C para ahorrar dinero en electricidad.

De repente, miré a través del ventanal y estaba comenzando a llover, pero no era una lluvia intensa y fugaz como las que habíamos tenido las semanas anteriores. Esta vez era una lluvia fina y constante que continuó por una hora, para dar paso a un tímido sol.

Mientras miraba el estacionamiento ubicado más abajo, un profundo sentimiento se apoderó de mí: todos estos lujos que disfruto no tendrían ningún significado sin esa lluvia. El iPad, el nuevo sofá, el café francés, el departamento, el aire acondicionado, todo. Si no hay lluvia, nada de lo que tengo sería posible.

Crecí en una zona rural de Indiana, en Estados Unidos. La casa de mis padres estaba rodeada de campos en los que cada año se cultivaba maíz y frijoles de soya. Nosotros no éramos una familia de agricultores, pero el hecho de estar rodeados de aquellas cosechas me permitía saber si los cultivos se encontraban en condiciones apropiadas. Si no llovía por mucho tiempo, el intenso verde esmeralda característico de los campos de maíz saludables comenzaba a transformarse en amarillo pálido, y hasta café. Yo podía determinar si había un déficit de lluvia en la zona solo con mirar a mi alrededor.

En el 2009 me trasladé a Cincinnati. El departamento que comparto con mi esposa está en el tercer piso y tenemos una puerta corrediza que da paso a un pequeño balcón con vista al estacionamiento. El estado de los campos de cultivo no podría estar más lejos de mi mente.

En el verano, cuando la lluvia se retrasa un poco, no me doy cuenta. Por supuesto que me percato del calor y de cómo se seca el pasto, pero cuando me dirijo al trabajo, mi ruta no me lleva a través de campos de cultivo sino por un paisaje urbano típico de la región central de los Estados Unidos. Ni siquiera se me pasa por la mente el estado de los campos de maíz, porque no es algo que veo con solo abrir los ojos.

Hace mucho tiempo, el Creador de la Tierra hizo una promesa. Él dijo que si le obedecíamos y le amábamos con todo nuestro corazón, mente y alma, nos daría bendiciones increíbles, asombrosas y abundantes. Nos daría lluvia a tiempo y pasto en los campos para el ganado, a fin de que pudiéramos comer y saciarnos (Deuteronomio 11:13-15).

¡Qué maravilloso! Él derrama sus bendiciones sobre sus hijos que le aman y obedecen. Estados Unidos ha experimentado esta prosperidad, y mi estilo de vida es posible gracias a que esta nación ha disfrutado de la increíble abundancia que Dios le ha otorgado. Los fundadores de mi país creyeron en el Eterno y establecieron una nación que históricamente ha prosperado tal vez más que ninguna otra.

Dios quiere que cada ser humano en la Tierra viva para siempre. Su plan es que todos lleguemos a ser miembros de su familia, y a pesar de que todos pecamos y caemos de diferentes maneras, él nos sigue amando. Nos bendice cuando le obedecemos y le amamos, pero también permite que pasemos por dificultades si comenzamos a alejarnos de él.

Si observamos el mundo que nos rodea, es fácil darse cuenta de que las cosas no andan bien. Las naciones se están apartando cada vez más de Dios y él nos está advirtiendo de los problemas que esto acarrea y que se ciernen sobre nosotros. ¿Cuál es nuestra responsabilidad personal para enfrentar
este dilema?

J.C. Penney y el desfile del orgullo

A comienzos de este verano, mientras revisaba mi página de Facebook, vi unas fotos de un “desfile del orgullo” de homosexuales en Columbus, Ohio. La hermana de un amigo es lesbiana y se casó con su pareja durante el desfile. Había muchos colores y disfraces extravagantes, de aquellos que representan el movimiento del orgullo gay. Una foto en particular me llamó la atención: un grupo de jóvenes llevaba un lienzo con el logo oficial de la conocida tienda de departamentos J.C. Penney, y en letras mayúsculas decía: “EL AMOR ES EL AMOR. NO OCULTES TU ORGULLO”.

Recientemente, esta compañía cambió drásticamente su imagen corporativa. Dio un giro completo, no solo en cuanto al logo, la gráfica y los modelos que actúan en sus comerciales en televisión. Mediante la implementación de una nueva visión, quiere que sus clientes vivan una experiencia al comprar y que perciban la identidad que sus ejecutivos desean publicitar.

J.C. Penney ha hecho noticia por su agresiva publicidad para atraer al mercado gay y ha contratado como vocera a una de las lesbianas más famosa del país. Su catálogo de junio para el Día del Padre tuvo como protagonista a una pareja homosexual, y está promocionando su postura en los desfiles del orgullo gay en Columbus y quién sabe dónde más.

Esto me sorprende mucho, porque J.C. Penney siempre ha sido una de las grandes tiendas más conservadoras de Estados Unidos. Uno pensaría que gran parte de su clientela es más bien tradicional y conservadora, y si tomamos en cuenta este hecho, no es poca cosa que la compañía haya emprendido un cambio tan radical.

Unas pocas semanas después de ver estas fotos en Facebook, un amigo actualizó su estado diciendo que estaba muy consternado porque el personaje de D.C. Comics, Linterna Verde, había “salido del clóset” (había declarado abiertamente ser homosexual).

Como no soy un fanático de Linterna Verde, tuve que buscar información al respecto en Google. Lo que pasó fue que la empresa tomó el personaje original de Linterna Verde, Alan Scott, y lo volvió a presentar como un homosexual declarado (sin embargo, al estilo de las historietas, él está en un mundo diferente y paralelo al del primer personaje de Linterna Verde).

Para no quedar atrás, la competencia Marvel Comics hizo que Northstar, de X-Men, que se había declarado gay en 1992, se casara con su amigo (no mutante) de siempre, Kyle.

¿Por qué estos cambios? Para apoyar el progreso social y promocionar “la diversidad”. Por largo tiempo, las tiras cómicas han abordado temas sociales —los X-Men originales fueron creados en 1960, y en la trama de sus historias representaban a las minorías en su lucha contra la segregación, el racismo y la intolerancia.

Los editores de estas historietas, que por su naturaleza misma van dirigidas a los muchachos jóvenes, obviamente ven que el siguiente gran tema social de nuestro tiempo son los derechos homosexuales. Tal como el cambio de estrategia de J.C. Penney en relación a este tema, las tiras cómicas muestran la evolución de nuestra cultura y aluden a lo que se considera como la próxima injusticia social que debe ser reparada.

Dios usa la lluvia para llamar nuestra atención

Volvamos nuevamente a nuestro Creador y su promesa. Después de prometer abundantes bendiciones a quienes lo amaran y le obedecieran, explicó la forma en que atraería nuestra atención si dejábamos de amarlo y nos rehusábamos a obedecerle. Una de las cosas que dijo fue: “y haré vuestro cielo como hierro, y vuestra tierra como bronce” (Levítico 26:19).

El desfile gay en Columbus, el increíble calor y la sequía que afectaron a gran parte de los Estados Unidos este último verano, la fina lluvia que vi a través del ventanal, las promesas de Dios acerca de la lluvia . . .
todo ello dio vueltas en mi cabeza y concluí: “Tenemos que arrepentirnos”.

Mi estilo de vida, tan alejado del rubro agrícola gracias al cual me alimento, con mi nuevo sofá, iPad, y mi fino café francés, son insignificantes sin la lluvia periódica y constante que riega los campos de cultivo. Si el cielo se volviera como hierro y la comida se encareciese tanto que se me hiciese imposible adquirirla, o si simplemente no hubiera comida disponible, ¿podría comerme el iPad para sobrevivir? ¿Podría comerme el sofá?

Es fácil señalar con el dedo estos temas culturales tan divisivos y gritar: “¡Tienen que arrepentirse!” y no preocuparse más del asunto. Después de todo, la gente debería saber muy bien que todos estos pecados son abominables ante Dios.

No obstante, deberíamos saber que exaltar el materialismo sobre todo lo demás, mentir para beneficio personal, considerar el aborto como “un derecho de la mujer” y celebrarlo, quebrantar el sábado, usar el nombre de Dios en vano, tener relaciones prematrimoniales, cometer adulterio, ver pornografía, y prácticamente todas las demás prácticas de nuestra cultura, ¡también son pecado! Debido a que en este país nos alejamos cada vez más de Dios, estamos colmando su paciencia. Dios está intentando llamar nuestra atención a través de la disciplina; ¿nos volveremos a él, o seguiremos rechazándolo?

¿Dónde comienza el cambio?

Esto es lo que debemos entender: el arrepentimiento no es simplemente algo que todoslos demás necesitan hacer. Es algo que usted tiene que hacer. Es algo que yo debo hacer. La sangre de Jesucristo fue derramada porque “todos pecaron y están destituidos de la gloria de Dios” (Romanos 3:23, énfasis nuestro).

Cuando cada individuo reconozca que su estilo de vida, sus pensamientos, su comportamiento o creencias van en contra de Dios y se arrepienta, habrá una transformación radical de los corazones a nivel nacional.

Pero el arrepentimiento nacional debe empezar por uno mismo.

No es algo que únicamente los demás necesitan hacer. Cada ser humano necesita asegurarse de vivir de acuerdo a los valores del Reino de Dios. Si usted no lo hace ahora, puede que cuando Dios traiga su Reino a la Tierra ya sea demasiado tarde.

Como la refrescante lluvia que finalmente llega y acaba con una implacable sequía, el arrepentimiento proporciona gran alivio. El apóstol Pedro dijo: “Arrepentíos y convertíos, para que sean borrados vuestros pecados; para que vengan de la presencia del Señor tiempos de refrigerio” (Hechos 3:19). Dios anhela bendecirnos, pero ¿haremos lo que se necesita para cumplir con sus condiciones? ¿Pondremos atención a su advertencia y nos volveremos a él antes de que sea demasiado tarde?

Comience con usted mismo. Identifique todo aquello que en su vida no está de acuerdo con Dios y cámbielo. Sea un ejemplo para sus vecinos. Arrodíllese ante su Padre hoy mismo y comience una vida que demuestre obras de arrepentimiento (Mateo 3:8). Con la ayuda de Dios y la guía de las Escrituras, ¡sin duda lo logrará!

BN