¿Existieron realmente Adán y Eva?

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¿Existieron realmente Adán y Eva?

Muchos intelectuales de renombre y líderes de opinión en los medios de comunicación se encuentran en las garras de la creencia evolucionista y consideran que saben más que Dios.

Por ejemplo, un titular reciente en uno de los periódicos dominicales de Gran Bretaña, The Observer (El observador), dice: “Dawkins y Attenborough celebran su victoria sobre los creacionistas”. Un  subtítulo afirma: “Recorte de fondos en las escuelas públicas que enseñen acerca del ‘diseño inteligente’”. El primer párrafo del texto dice: “Los principales científicos y naturalistas, entre ellos el profesor Richard Dawkins y Sir David Attenborough, están pregonando su victoria sobre el movimiento creacionista después de que la semana pasada el gobierno [británico] ratificara las medidas que prohibirán a los grupos anti-evolucionistas la enseñanza del creacionismo en las aulas de clases” (15 de enero de 2012).

Pero la Biblia claramente enseña que Adán y Eva existieron, y no solo en el Génesis. La genealogía de Jesucristo en Lucas 3:23-38 se remonta hasta Adán. En el versículo 38 se afirma que Dios es el padre de Adán,  ya que él fue quien creó a este  primer hombre. De hecho, el apóstol Pablo dice que los seres humanos son linaje de Dios (Hechos 17:28). Pablo se refiere específicamente a Adán como el primer hombre (1 Corintios 15:45, 47). Pablo declaró a Timoteo que “Adán fue formado primero, después Eva” (1 Timoteo 2:13).

Previamente, Pablo había mencionado que “la serpiente engañó a Eva con su astucia” (2 Corintios 11:3). Judas nos dice que Enoc fue el séptimo patriarca desde Adán (Judas 14), tal como la genealogía en Génesis 5 claramente demuestra.

Al describir las terribles condiciones durante el tiempo del fin, Jesucristo dijo llanamente: “Porque aquellos días serán de tribulación cual nunca ha habido desde el principio de la creación que Dios hizo, hasta este tiempo, ni la habrá” (Marcos 13:19). Un poco antes, confirmando la institución matrimonial, Cristo dijo: “Al principio de la creación [de los seres humanos], ‘hombre y mujer los hizo Dios’” (Marcos 10:6).

Cristo basó su enseñanza sobre el matrimonio en la creación de Adán y Eva. Después de haber mencionado la creación de los dos primeros seres humanos, varón y hembra, él prosiguió: “Por esto dejará el hombre a su padre y a su madre, y se unirá a su mujer, ‘y los dos serán una sola carne’ [citando Génesis]; así que no son ya más dos, sino uno. Por tanto, lo que Dios juntó, no lo separe el hombre” (Marcos 10:7-9).

El apóstol Pablo se refería a Adán al afirmar que “el pecado entró en el mundo [la sociedad humana] por un hombre y por el pecado la muerte, así la muerte pasó a todos los hombres, por cuanto todos pecaron” (Romanos 5:12). Más aún, Pablo explicó que Adán fue, en algunos aspectos, un precursor o tipo de Jesucristo (v. 14). Haciendo un resumen del rescate de la raza humana a través de este segundo Adán, Pablo continúa: “Pues si por la transgresión de un solo hombre [Adán] reinó la muerte, con mayor razón los que reciben en abundancia la gracia y el don de la justicia reinarán en vida por medio de un solo hombre, Jesucristo (v. 17).

En cuanto al tema de la expiación del pecado, Pablo lo replantea de diferentes maneras. Por ejemplo: “Así como por la desobediencia de un hombre muchos fueron constituidos pecadores, así también por la obediencia de uno [Cristo], muchos serán constituidos justos” (v. 19).

Después de leer todas estas escrituras, debería ser evidente que no hay manera lógica de  separar el relato del Génesis sobre la creación divina de Adán y Eva de la doctrina fundamental del Nuevo Testamento. Lo segundo está profundamente ligado con lo primero.

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