Hijos de la misericordia

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Hijos de la misericordia

De todas las virtudes de Dios, probablemente su misericordia es la más atrayente para nosotros. Se manifiesta en nuestras vidas de muchas y distintas maneras, y gracias a la misericordia de Dios, cada uno de nosotros tiene una oportunidad para la vida eterna. Además, su misericordia es la que nos provee todo lo necesario para mantenernos vivos en este planeta: el aire que respiramos, el sol que nos calienta y alumbra nuestros días, la comida que nos alimenta y el techo que nos protege.

En la Biblia, la palabra compasión se relaciona estrechamente con la misericordia. La palabra griega equivalente a compasión literalmente significa “de las entrañas”. Implica una reacción visceral por alguien que sufre. La misericordia es la combinación de esta emoción y la reacción que ella desencadena en nosotros. Jesús relató la historia de un hombre que había sido golpeado, asaltado y abandonado a su suerte (Lucas 10:30). Dos hombres aparentemente religiosos pasaron junto al herido, pero no le ofrecieron ninguna ayuda. Luego pasó un samaritano, persona que pertenecía a un grupo muy despreciado por la gente en tiempos de Jesucristo, y cuando vio al hombre que yacía en el suelo, le tuvo compasión (Lucas 10:33). Él puso manos a la obra, curó sus heridas y le cuidó. Después de relatar esta historia, Jesús le preguntó al hombre que lo escuchaba: “‘Quién, pues, de estos tres te parece que fue el prójimo del que cayó en manos de los ladrones?’ Él dijo: ‘El que usó de misericordia con él’. Entonces Jesús le dijo: ‘Ve, y haz tú lo mismo’” (Lucas 10:36-37).

La moraleja que nos entrega este relato es que no debemos limitarnos a sentir lástima, sino que tenemos que actuar. Esta es la forma en que Dios demuestra su misericordia para con nosotros, y esto es lo que Cristo nos enseñó e hizo.

Jesús practicó la misericordia de Dios durante todo su ministerio sobre la Tierra. En la vida cristiana, la misericordia es un comportamiento distintivo del Reino de Dios (Mateo 5:1-12). “Bienaventurados los misericordiosos, porque ellos alcanzarán misericordia”. Jesús agregó: “Sed, pues, misericordiosos, como también vuestro Padre es misericordioso” (Lucas 6:36).

La misericordia es un aspecto del carácter de Dios que necesitamos admirar, alabar y amar. Pablo se refirió a Dios como el “Padre de misericordias” (2 Corintios 1:3). Jesucristo representó y manifestó este atributo. Un día, él se enfrentó a una multitud de personas muy necesitadas y les tuvo compasión “porque estaban desamparadas y dispersas como ovejas que no tienen pastor” (Mateo 9:36). En lenguaje actual podríamos decir que su corazón se apesadumbró, que tuvo un desgarrador sentimiento de compasión. Jesús demostró su misericordia dándoles palabras reconfortantes de esperanza, sanando sus enfermedades y dándoles de comer.

Como seguidores de Cristo e hijos e hijas del “Padre de misericordias”, ¿no deberíamos ser misericordiosos, tal como nuestro Padre Celestial y Jesucristo lo son? Las tres áreas en las que podemos demostrar misericordia con otros son: la física, la emocional y la espiritual.

1. Físicamente, deberíamos considerar las palabras de Santiago: “Y si un hermano o una hermana están desnudos, y tienen necesidad del mantenimiento de cada día, y alguno de vosotros les dice: ‘Id en paz, calentaos y saciaos’, pero no les dais las cosas que son necesarias para el cuerpo, ¿de qué aprovecha? (Santiago 2:14). Lo que Santiago nos está enseñando es que debemos actuar cuando hay necesidad física. Deberíamos aplicar este principio en nuestra familia, en la Iglesia y en el mundo en general.

2. En segundo lugar, ofrecer apoyo emocional a otros es importante para desarrollar relaciones personales. En las Escrituras a Jesucristo se le conoce también como el “Consejero admirable”, y él tiene el carácter de Dios el Padre, quien es llamado el “Dios consolador”. También podemos consolar a otros con nuestras palabras cuando sabemos que están pasando por un momento difícil, como la muerte de un ser querido, salud quebrantada, problemas laborales  o relaciones personales conflictivas. Podemos demostrar misericordia escuchando, alentando y entregando apoyo emocional. El compañerismo es una magnífica forma de ayudar a otros en este sentido.

3. Finalmente, hay muchas formas de demostrar misericordia espiritualmente. Una de ellas, y con la que podemos expresar este principio cristiano en nuestras relaciones con las personas, es el perdón. Esto puede incluir a quienes tal vez nos lastimaron en nuestra juventud o nos han ofendido en nuestra vida adulta. Pablo enfatiza esto cuando escribe: “Vestíos, pues, como escogidos de Dios, santos y amados, de entrañable misericordia, de benignidad, de humildad, de mansedumbre, de paciencia; soportándoos unos a otros, y perdonándoos unos a otros si alguno tuviere queja contra otro. De la manera que Cristo os perdonó, así también hacedlo vosotros” (Colosenses 3:12-15). Él señaló que todo esto está unido por el amor, es decir, la preocupación activa por el prójimo.

Aprendemos de la Biblia que lo que recibimos de Dios debemos hacerlo extensivo a los demás: perdón, consuelo, misericordia, aliento, satisfacción de necesidades físicas, apoyo emocional y amor en sus muchas formas y expresiones. Consideremos cómo podemos extender la misericordia a los necesitados, a los desamparados, a los pobres, a los viudos y viudas y a los desconsolados, de manera que podamos ser genuinamente hijos de la misericordia, y representar así a nuestro Padre de misericordias.

- Por Roy Fouch