Introducción: Usted puede tener una fe viva

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Introducción

Usted puede tener una fe viva

“. . . Cuando venga el Hijo del Hombre, ¿hallará fe en la tierra?” (Lucas 18:8).

En nuestro mundo existe una crisis de fe. Son pocas las personas que tienen un concepto optimista del futuro. Muchos no tienen fe en que sus matrimonios serán duraderos, que los políticos servirán honradamente a su país, o que el sistema educativo los preparará adecuadamente para los desafíos que los esperan en el futuro. Al enfrentarse a los apuros de la vida diaria, muchas personas sencillamente no tienen la confianza de que el mañana será mejor que el presente.

En un mundo agobiado, desilusionado y escéptico, los sentimientos de que “cada día el rico es más rico y el pobre más pobre” y “nunca sale nada bien” nos hacen aún más vulnerables a la desesperanza.

Al mismo tiempo, muchas personas consideran que los principios de la Biblia son condenatorios y que sus promesas están obsoletas. El concepto que predomina es que debemos aceptar y dar validez a todas las opiniones, sin importar cuáles sean. Pero lo que no se tiene en cuenta es que esta manera de pensar inevitablemente produce la incertidumbre, la cual socava la fe. Quizá no negamos la existencia de Dios, pero debido al materialismo, el humanismo y la decadencia moral de la sociedad que nos rodea, nos convencemos de que Dios se ha ido muy lejos y no se interesa en nuestra vida. Nuestra forma de ver las cosas deja a Dios fuera del cuadro.

La religión es superficial, incluso para muchos que se consideran a sí mismos cristianos. No tienen un conocimiento básico de las enseñanzas de la Biblia o de las creencias de su iglesia. ¿Cuántos no creen que casi todo en la vida se reduce a gustos personales, y que lo único que importa son sus propios sentimientos? En lugar de buscar la guía de Dios, confían solamente en sí mismos para resolver sus problemas. Luego, debido a que las emociones son tan subjetivas, la gente queda confundida y trata de asirse a cualquier cosa que ofrezca alguna luz de esperanza.

Incrédulos que se creen religiosos

Como dice un adagio conocido: “Del dicho al hecho hay mucho trecho”. En el mundo occidental, varios millones de personas profesan ser cristianas, pero ¿cuántas de ellas realmente tienen una fe viva? Si bien muchas oran, al menos de vez en cuando, no están seguras de que sus oraciones tengan algún efecto real. La falta de una confianza viva y dinámica en Dios y en nuestra relación con él es algo que afecta a casi todas las personas.

Al hablar de la fe, surgen las siguientes preguntas: ¿Está dispuesto Dios a aceptar varias perspectivas opuestas y contradictorias? ¿Es cierto que todos los caminos nos conducen a Dios?

Jesucristo señaló la base de la verdadera adoración a Dios: “La hora viene, y ahora es, cuando los verdaderos adoradores adorarán al Padre en espíritu y en verdad; porque también el Padre tales adoradores busca que le adoren” (Juan 4:23). Nuestra adoración a Dios debe estar basada firmemente en la verdad. Aunque la adoración tiene que ver con las emociones y los sentimientos, Dios espera que entendamos cómo y por qué él quiere que le adoremos. Sólo cuando entendemos estos conceptos podremos empezar a adquirir la fe viva que se nos menciona en la Biblia.

El eterno problema

Las generaciones van y vienen, pero los problemas crónicos, como por ejemplo la falta de una fe auténtica y activa, todavía persisten. Hace dos mil años, Jesús relató una parábola que demuestra la necesidad de tener y practicar una fe viva. Habló de una viuda a quien un juez no le quería hacer justicia; pero ella insistió con tanta perseverancia que finalmente el juez decidió ayudarla, porque ya estaba cansado de tanta insistencia (Lucas 18:1-5).

Jesús se valió de este ejemplo de la vida diaria para explicar la promesa de Dios de ayudar a los que él ha llamado: “¿Y acaso Dios no hará justicia a sus escogidos, que claman a él día y noche? ¿Se tardará en responderles? Os digo que pronto les hará justicia. Pero cuando venga el Hijo del Hombre, ¿hallará fe en la tierra?” (vv. 7-8).

Jesús nos asegura que Dios responderá a nuestras oraciones. ¿Tiene usted fe en que responderá a las suyas?

Entender las instrucciones de Dios y obedecerlas inspirará nuestra fe en él y en sus promesas. La fe nos ayuda a hacer frente a nuestro mundo tan turbulento y confuso. Nos da la confianza y seguridad que necesitamos para poder seguir adelante.

La pregunta que Jesús hizo cuando terminó de relatar la parábola de la viuda y el juez injusto tiene implicaciones muy profundas para cada uno de nosotros: “Cuando venga el Hijo del Hombre, ¿hallará fe en la tierra?” Hoy en día, la fe es un recurso muy escaso, pero podemos llegar a tenerla siempre y cuando entendamos cuáles son las claves que la garantizan. Si usted quiere aprender cómo puede tener una fe viva, por favor continúe leyendo.