¿Qué sucede después de la muerte?

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La vida es muy preciosa; sin embargo, la muerte nos rodea por todas partes. Nadie quiere morir, y no queremos que mueran nuestros seres amados.

Si queremos entender la muerte, es necesario que primero entendamos qué es la vida. Los grandes pensadores del mundo, entre ellos los filósofos griegos Platón, Aristóteles y Sócrates, se han enfrentado a este interrogante.

¿Podemos saber qué es exactamente la muerte? ¿Somos almas inmortales? ¿Seguimos estando conscientes después de morir? ¿Vamos a algún lugar para recibir nuestra recompensa o nuestro castigo? ¿Qué sucederá realmente cuando muramos?

Algunos creen que ciertos pasajes de las Escrituras respaldan la creencia de un alma inmortal. Estudiemos detenidamente tres de estos pasajes para ver lo que dicen en realidad.

Hemos mencionado varias veces la expresión alma inmortal. Sin embargo, en la Biblia no aparece esta expresión por ninguna parte. Conviene preguntar entonces en dónde se originó esta idea.

La vida eterna que Dios nos ha prometido es cierta; podemos estar seguros de que él cumplirá su promesa si le somos fieles.

Dios nos ha dado una vida física y temporal. Como todos somos físicos, tarde o temprano todos moriremos. En la Biblia se nos revela que este ha sido el resultado de las decisiones que los primeros seres humanos tomaron en el jardín del Edén y no tiene nada que ver con la evolución.

Aunque sabemos que tarde o temprano todos tendremos que morir, Dios tiene planeado algo muchísimo más grande que esta existencia física.

La idea de que las “almas” van al cielo es algo que existía mucho antes del cristianismo. De hecho, esta creencia estaba presente en imperios tan antiguos como Babilonia y Egipto.

En Filipenses 1:23-24 el apóstol Pablo escribió: “De ambas cosas estoy puesto en estrecho, teniendo deseo de partir y estar con Cristo, lo cual es muchísimo mejor; pero quedar en la carne es más necesario por causa de vosotros”.

¿Ha ascendido algún ser humano al cielo?

¿Qué sucederá con aquellos que han tratado de vivir lo mejor que han podido, pero que han muerto sin tener la oportunidad de hacer este compromiso?

¿Es el destino de los impíos estar quemándose en el infierno eternamente? Muchos creen que así es, pero ¿qué dice la Biblia al respecto?

La expresión griega traducida como “por los siglos de los siglos”, no siempre significa la eternidad o infinidad, sino que puede indicar algo que no será detenido, algo que continuará mientras las circunstancias lo permitan.

El castigo de los pecadores incorregibles será eterno, es decir, será permanente e irrevocable. Sin embargo, esto no significa que esas personas serán atormentadas eternamente por un Dios vengativo y cruel.

Todo ser humano que sea lanzado al lago de fuego perecerá, porque el fuego lo consumirá. Su castigo será eterno, pero no será atormentado eternamente.

La lección principal de este relato es muy sencilla: la recompensa que tendremos eternamente depende de las decisiones que ahora tomemos y de la clase de personas que seamos.

No podemos negar el dolor que experimentamos ante la muerte. Lloramos y nos lamentamos. ¿Cómo podemos afrontar nuestro dolor? ¿Cómo podemos consolar a los que están sufriendo?

Existen ciertas cosas que podemos hacer para ayudar a los que están sufriendo por la muerte de un ser querido. He aquí algunas recomendaciones:

Por medio de la resurrección, Dios va a reunirnos nuevamente con nuestros seres queridos y amigos, y va a extender sus promesas a todo ser humano que haya vivido alguna vez.

De vez en cuando las revistas y los periódicos relatan la historia de alguien que supuestamente volvió a vivir después de estar muerto, y al recuperar la conciencia cuenta lo que experimentó. En algunos casos excepcionales, la experiencia parece contradecir los numerosos pasajes bíblicos que nos hablan acerca de la muerte. ¿Puede ser esto posible?