Introducción: El Nuevo Pacto

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“Este es el pacto que haré con ellos después de aquellos días, dice el Señor: Pondré mis leyes en sus corazones, y en sus mentes las escribiré” (Hebreos 10:16).

¿Acaso el nuevo pacto anula la ley de Dios y elimina toda obligación de obedecer los Diez Mandamientos y demás preceptos de Dios? Esta creencia ha formado parte de las enseñanzas del cristianismo tradicional por mucho tiempo. En este folleto examinaremos cuidadosamente esta suposición.

Más importante aún, analizaremos el propósito real de los pactos bíblicos de Dios —más de uno— y su papel fundamental en el plan que el Creador tiene para la humanidad. Es muy importante que entendamos su verdadero significado.

¿Cuántas personas saben que la estructura de la Biblia gira en torno de una serie de pactos divinos —a los que podríamos llamar contratos o acuerdos— que revelan y definen la relación que Dios quisiera tener con todo ser humano?

Estos pactos nos revelan las promesas de Dios. También definen las condiciones que toda persona debe llenar para poder recibir las bendiciones de estas promesas. Los pactos de Dios son el fundamento de su plan divino para enseñar adecuadamente a todas las personas cómo deben pensar y comportarse.

Dios tiene una meta específica. El resultado final de su plan es una familia de hijos e hijas inmortales que hayan desarrollado el mismo carácter justo que era evidente en Jesucristo cuando estuvo entre nosotros como ser humano.

Este carácter sólo puede ser creado por medio de un proceso interactivo entre cada persona y Dios. Es un proceso netamente personal.

¿Por qué tenemos libertad de elección?

Para hacer posible que desarrollemos este carácter santo y justo, Dios nos ha dado la libertad de elección. Al darnos la libertad para escoger, nos permite aprender por nuestra propia experiencia que nosotros, con nuestra limitada capacidad humana, no podemos prever todas las consecuencias dolorosas y dañinas que nos traen las malas elecciones. Sólo confiando en la guía de Dios podemos aprender a evitar tomar malas decisiones.

Tomar malas decisiones fue algo que comenzó con nuestros primeros padres, Adán y Eva. Ellos tenían que escoger entre dos alternativas críticas. Podían permitir que Dios los guiara por completo en su forma de pensar y de vivir, o podían tratar de discernir, con base en sus propias experiencias, la mejor manera de vivir.

Ellos escogieron aprender por su experiencia personal en lugar de poner toda su confianza en la instrucción, guía y ayuda de Dios. Toda la humanidad ha seguido este mismo camino, cosechando por ello los mismos resultados amargos y tristes.

Los pactos de Dios revelan su plan de revertir este peligroso patrón de elecciones dañinas. En estos pactos promete su ayuda divina y su bendición para aquellos que se vuelvan a él con todo su corazón, buscando la guía y la ayuda que necesitan.

Algunas de las bendiciones que nos da por aceptar su guía y su ayuda son de naturaleza espiritual, ofreciéndonos beneficios eternos. Otras son físicas, y su propósito es bendecirnos en nuestra vida física y temporal.

¿Por qué la promesa de un nuevo corazón es algo tan necesario?

El último pacto que Dios nos revela en la Biblia, y el más importante, gira alrededor de su promesa —su compromiso inquebrantable— de crear un nuevo corazón en aquellos que se vuelvan incondicionalmente a él en busca de su ayuda.

¿Por qué es necesaria la intervención divina para poder tener ese cambio en el corazón? Es muy sencillo. ¡Fuimos creados de una forma incompleta!

Dios creó a los seres humanos con una capacidad asombrosa para pensar de una forma creativa. Nuestra capacidad intelectual excede por mucho la creatividad de todas las demás criaturas físicas. Este talento exclusivo que Dios nos ha dado de poder diseñar y producir lo que nos imaginamos, nos ha sido dado conforme a su propia increíble capacidad de creación (Génesis 1:27).

Pero todavía hay una dimensión que nos falta en nuestro pensamiento, una dimensión que tiene que ser agregada para que podamos controlar adecuadamente nuestros pensamientos y las acciones que siguen como consecuencia de ellos. La Biblia nos revela que Dios está decidido a darnos esta capacidad adicional.

Él ha prometido darnos el conocimiento, el entendimiento y el poder para manejar adecuadamente la forma en que pensamos, sentimos y nos comportamos, a condición de que escojamos de una forma voluntaria y sincera cooperar con él por completo. ¡Necesitamos desesperadamente que nos dé esta capacidad! La triste historia de la humanidad nos muestra que, sin la ayuda de Dios, no siempre podemostomar decisiones sabias o mantener actitudes correctas.

En lugar de ello, cada uno teje su propia red de pensamientos y patrones de conducta para formar una mezcla conflictiva de bien y mal. No todo lo que pensamos y hacemos es errado, pero tampoco es siempre correcto. Al igual que Adán y Eva, cosechamos el fruto del árbol de la ciencia del bien y del mal.

Si nuestra vida será sólo física y temporal, o si durará para siempre, es algo que depende de si le permitimos a nuestro Creador que cambie de raíz nuestras mentes y corazones.

Como le dijo al antiguo pueblo de Israel: “. . . os he puesto delante la vida y la muerte, la bendición y la maldición; escoge, pues, la vida, para que vivas tú y tu descendencia; amando al Eterno tu Dios, atendiendo a su voz, y siguiéndole a él . . .” (Deuteronomio 30:19-20).

Desde el principio Dios ha querido que todos los seres humanos sigan el camino que conduce a la vida eterna. Sin embargo, tan sólo una persona ha obedecido completamente su voz y ha seguido ese camino perfectamente: ¡Jesucristo! Todos los demás nos hemos quedado cortos (Romanos 3:23).

Jesús, por medio de su muerte en la crucifixión, puso en vigor el nuevo pacto. Por eso, la noche antes de ser crucificado, “tomó la copa, diciendo: Esta copa [en sentido figurado] es el nuevo pacto en mi sangre, que por vosotros se derrama” (Lucas 22:20).

En el nuevo pacto Dios reúne todos los detalles cuidadosamente planeados de su plan de salvación. Para beneficiarnos de este maravilloso plan, es esencial que entendamos correctamente el significado y el propósito del nuevo pacto que Cristo puso en vigor. Son muchos los que malinterpretan o desvirtúan lo que la Biblia dice realmente acerca del nuevo pacto. Analicemos algunos de estos conceptos erróneos.