Pentecostés: La Iglesia que se formó en un día

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Pentecostés

La Iglesia que se formó en un día

La Iglesia cristiana comenzó de manera súbita en el Día de Pentecostés, diez días después de que Cristo ascendiera al cielo.

Cristo les dijo a sus discípulos que vendrían grandes cosas en el futuro, “pero recibiréis poder,  cuando haya venido sobre vosotros el Espíritu Santo, y me seréis testigos en Jerusalén, en toda Judea, en Samaria, y hasta lo último de la tierra” (Hechos 1:8, énfasis nuestro en todo este artículo).

Ese Día de Pentecostés se reunieron tan solo 120 fieles seguidores de Cristo, esperando que algo “grandioso” ocurriera. Y sí ocurrió.

“Cuando llegó el día de Pentecostés, estaban todos unánimes juntos. Y de repente vino del cielo un estruendo como de un viento recio que soplaba, el cual llenó toda la casa donde estaban sentados; y se les aparecieron lenguas repartidas, como de fuego, asentándose sobre cada uno de ellos” (Hechos 2:1-3).

El relato continúa describiendo la milagrosa habilidad de quienes estaban ahí reunidos, provenientes de varias naciones, ¡de poder entender las palabras de Pedro en su propio lenguaje!

Pedro, que menos de dos meses antes había intentado esconder el hecho de haber estado con Jesucristo, ahora proclamaba con gran valentía a su Maestro y también su ministerio, muerte y resurrección. Más aún, Pedro acusó a los presentes, que lo escuchaban con gran atención, de haber sido los responsables de la muerte de este poderoso Cristo: “Sepa, pues, ciertísimamente toda la casa de Israel, que a este Jesús a quien vosotros crucificasteis, Dios le ha hecho Señor y Cristo” (v. 36).

¿Cuál fue la respuesta de la multitud? “Al oír esto, se compungieron de corazón, y dijeron a Pedro y a los otros apóstoles: Varones hermanos, ¿qué haremos?” (v. 37). Pedro describe sin titubear el primer paso de acción en la vida de un cristiano: “Arrepentíos, y bautícese cada uno de vosotros en el nombre de Jesucristo para perdón de los pecados; y recibiréis el don del Espíritu Santo” (v. 38).

Inmediatamente se bautizaron 3000 personas. En poco tiempo, los seguidores de Cristo aumentaron de 120 a más de 3000. Luego se añadieron 2000 más.

Es probable que después de que Jesucristo dejara esta Tierra para regresar al cielo, algunos de sus testigos dudaran del potencial de este incipiente ministerio. Una vez que Jesús murió, Pedro y algunos de los otros apóstoles se aprestaban a retomar aquello a lo que estaban acostumbrados:pescar. Quizás pensaron que este ministerio y esta obra habían llegado a su fin. ¡Cuán equivocados estaban! Este no era el fin, sino un nuevo comienzo.

La Iglesia primitiva tomó forma rápidamente y procedió a predicar el mensaje de arrepentimiento y salvación a través de Jesucristo, dejando una marca indeleble e inmediata en la sociedad de ese entonces. En muy poco tiempo, su alcance sobrepasó las fronteras de Judea. La fe que pregonaba no iba dirigida exclusivamente a los judíos, sino a toda la humanidad. Poco después se bautizó un centurión romano junto con su familia, como prueba de que Dios no hace acepción de personas (Hechos 10:34).

El libro de Hechos nos muestra una emocionante historia de crecimiento de la fe cristiana. Esto nos lleva a preguntarnos: ¿Cuáles fueron los factores cruciales que lo promovieron? ¿Es posible alcanzar tal crecimiento ahora?¿Por qué no?

Si en el curso de la historia humana ha habido un momento crucial para que la Palabra de Dios lleve a cabo su obra, ¡ese momento es ahora!Y así como fue necesario contar con los recursos necesarios y la mano de obra y apoyo al comienzo de la Iglesia en Jerusalén para alcanzar al mundo, nosotros también necesitamos suficientes recursos para llegar a nuestro mundo. Pero es imprescindible darse cuenta de que aquel crecimiento dependía del poderque infundía el Espíritu Santo. Tal poder no provenía de los apóstoles ni de las personas, sino que de una fuente externa, de Dios, quien tenía un propósito para llevar a cabo su obra.

Mi oración es que ese mismo poder sea reactivado en nuestra era para que proclamemos el evangelio tal como se hizo después de Pentecostés en el año 31 d. C.

El Día de Pentecostés marcó un hito de crecimiento en la historia de la Iglesia. ¿Será posible que esto se repita? Yo pienso que sí. Esta edición de la revista Las Buenas Noticias contiene artículos que hablan del establecimiento del cristianismo, de la venida del Espíritu Santo, y de lo que todo esto significa para usted.