¿Realmente ‘‘no había lugar en la posada’’?

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¿Realmente ‘‘no había lugar en la posada’’?

Una traducción típica de Lucas 2:7 describe el momento del nacimiento de Jesús: “Así que [María] dio a luz a su hijo primogénito. Lo envolvió en pañales y lo acostó en un pesebre, porque no había lugar para ellos en la posada” (Nueva Versión Internacional).

Todos hemos crecido escuchando que la “posada” en Belén estaba llena, sin ningún “lugar” disponible, por lo cual José y María terminaron en un establo, donde Jesús nació y luego fue envuelto y acostado en un pesebre. Esta imagen ha sido utilizada durante generaciones para promover la clásica escena de Navidad. ¡Sin embargo, un cuidadoso análisis del texto bíblico revela una historia bien diferente!

No era una posada, sino un cuarto para huéspedes

El Nuevo Testamento fue escrito originalmente en griego, y la palabra griega traducida como “posada” en esta sección es kataluma. Este término describe un lugar para descansar, usualmente un cuarto de huéspedes. De hecho, con posterioridad el propio Lucas usa esta misma palabra y claramente se refiere a un cuarto de huéspedes y no a una posada. Veamos Lucas 22:11, donde Jesús les dice a sus discípulos: “Y decid al padre de la familia de la casa: El Maestro te dice: ¿Dónde está la habitación [kataluma], en la cual pueda comer la Pascua con mis discípulos?” (La Biblia de las Américas, énfasis añadido en todo este artículo).

Además, en otros pasajes de su evangelio Lucas usa una palabra griega diferente cuando se refiere a una posada de verdad, no la palabra kataluma. En la parábola del buen samaritano, Jesús menciona que el hombre herido fue llevado a una posada, y aquí Lucas usa la palabra griega pandokheion, que se refiere a una posada. Podemos leer esto en Lucas 10:34, donde dice que el buen samaritano tomó al hombre herido, “lo subió sobre su burro, lo llevó a un pequeño hotel y allí lo cuidó” (Traducción en Lenguaje Actual).

Curiosamente, las versiones en árabe y siriaco (dialecto arameo local) del Nuevo Testamento, cuyos textos reflejan mejor la cultura del Medio Oriente, nunca traducen kataluma como “posada”, sino como una habitación para huéspedes. Como señala Kenneth Bailey, un erudito en cuanto al Medio Oriente y el Nuevo Testamento: “La traducción [de esa palabra como ‘posada’] es producto de nuestra herencia occidental” (“The Manger and the Inn: The Cultural Background of Luke 2:7”, Bible and Spade [“El pesebre y la posada: El trasfondo cultural de Lucas 2:7”, revista Biblia y espada] otoño 2007, p. 103).

Adicionalmente, en Young’s Literal Translation (Traducción literal de Young) se usa el término “recámara de huéspedes” en vez de posada. Dice: “Y dio a luz a su hijo, su primogénito, lo envolvió y lo acostó en el pesebre, porque no había lugar para ellos en la recámara de huéspedes”.

Note además la palabra traducida aquí como “lugar” o “espacio”. En el contexto de “posada”, la mayoría asume que se refiere a un cuarto individual (“no había lugar para ellos en la posada”), sin embargo, las posadas en esa época no solían tener cuartos individuales. La referencia solo alude al espacio físico. Lo que Lucas nos está diciendo es que no había suficiente lugar en el cuarto, o suficiente espacio para ellos en el cuarto de huéspedes.

La evidencia lingüística muestra que Lucas utilizó el término kataluma para referirse a un cuarto de huéspedes y no a una posada; de hecho, “al” cuarto de huéspedes (observe el uso del artículo definido) de una casa en particular.

Hechos históricos

The International Standard Bible Encyclopedia [Enciclopedia estándar internacional de la Biblia], luego de señalar que la palabra katalumaes utilizada en otras partes de los evangelios para referirse a la recámara de huéspedes de una casa privada, comenta: “¿Era la posada en Belén, donde José y María buscaron alojamiento para pasar la noche, un cuarto de huéspedes en alguna casa, o algún sitio público para viajeros? La pregunta no puede responderse con claridad. Algunos creen que pudo haberse tratado de un cuarto de huéspedes suministrado por la comunidad. Sabemos que los visitantes que acudían a los festivales anuales en Jerusalén eran alojados en los cuartos de huéspedes de las casas”(1982, vol. 2, “Inn” [Posada], p. 826).

Otro factor que sirve de poderoso argumento para aclarar el significado de posada, es que éstas no eran lugares apropiados para dar a luz un niño. Las posadas en esa época eran muy distintas a las hosterías u hoteles que conocemos hoy en día. “En términos generales, las posadas tenían mala reputación. . . Esa mala reputación de las posadas públicas, aunada al espíritu hospitalario de los semitas, hizo que los judíos y los primeros cristianos adoptaran la costumbre de abrir sus casas y hacerlas disponibles a los visitantes” (ídem).

Además, y por razones comerciales, las posadas se ubicaban a lo largo de los caminos principales. Con todo, Belén era un pueblo pequeño en las montañas de Judea, y no hay indicios de que haya sido atravesado por alguna carretera romana de importancia. Aparentemente era una aldea insignificante en aquella época, y es muy improbable que allí siquiera existiera una posada.

Esta es otra razón para suponer que lo que realmente escribió Lucas es que no había espacio en el cuarto de huéspedes.Indudablemente, debido al censo romano que se estaba realizando en el momento y a la gran cantidad de gente que viajaba a sus lugares de origen, la disponibilidad de hospedaje era muy escasa.

Cabe preguntarse entonces: ¿significa esto que José y María querían quedarse en la casa de alguien, pero como el cuarto de huéspedes estaba lleno fueron enviados a un establo en medio de la noche, aun cuando María ya estaba en trabajo de parto? Esta posibilidad parece mucho peor que la de haber sido rechazados en una posada. Desde luego, ambas situaciones parecen terribles y francamente humillantes, lo cual dista muchísimo de la forma en que se hacían las cosas en aquel entonces.

Una cultura hospitalaria y respetuosa del parentesco

En tiempos de Cristo, la hospitalidad hacia los peregrinos entre los judíos era algo esencial y se basaba en la ley y el ejemplo bíblicos. En Deuteronomio 10:19, Dios mandó a los israelitas que “amaran al extranjero”. Y Levítico 19:33 dice: “Cuando el extranjero morare contigo en vuestra tierra, no le oprimiréis”. Las Escrituras evidencian que en esos tiempos negar la hospitalidad constituía una atrocidad. La hospitalidad hacia los visitantes aún es sumamente importante en todo el Medio Oriente.

Por otra parte, Belén era el terruño ancestral de José y él seguramente tenía parientes allí, y como era descendiente del rey David, oriundo de ese pueblo, con seguridad al llegar fue muy bien recibido. Si un descendiente de Simón Bolívar llegara a visitar el pueblo natal de éste (Caracas, Venezuela) luego de mucho tiempo, probablemente los lugareños mostrarían mucho respeto al forastero.

Como lo explica Bailey: “[Mis] treinta años de experiencia con habitantes del Medio Oriente me han enseñado que el grado de respeto por los extranjeros de paso es aún muy fuerte, en especial cuando el que busca albergue es alguien nacido en el pueblo. Hemos sabido de casos en que toda una aldea ha participado en un gran festejo para saludar a algún joven que ha llegado intempestivamente a su comunidad y cuyo abuelo se había ido muchos años antes” (p. 103).

También debe tenerse en cuenta que el nacimiento de un bebé era un acontecimiento de gran importancia en esa época. En un pueblo pequeño como Belén, muchas mujeres del vecindario habrían colaborado en el proceso del parto. Bailey señala: “Cuando había un parto, los hombres se congregaban aparte, pero el cuarto estaba lleno de mujeres ayudándole a la partera. En cualquier residencia privada había ropa de cama, facilidades para calentar agua y todo lo necesario para el parto de una mujer campesina” (p. 102).

Todo esto significa que si José hubiera vuelto a su pueblo natal con su esposa a punto de dar a luz y ambos se hubieran visto obligados a buscar refugio en una posada desagradable para que naciera su hijo —un descendiente del rey David—, y más encima hubieran sido enviados a un establo para que naciera la criatura, tal cosa hubiera sido un insulto impensable e inimaginable para ellos y una afrenta a la decencia social. Esto simplemente no pudo ser lo que sucedió. Tampoco pudo ocurrir que fueran desalojados de alguna casa en medio de la noche.

Entonces, ¿qué fue lo que pasó en realidad?

Leamos el texto más detenidamente

Lamentablemente, el acontecimiento del nacimiento de Cristo fue llenándose de tanta tradición y leyenda relacionadas con la Navidad, que es difícil lograr que el texto bíblico hable por sí mismo.

La creencia popular es que José y María llegaron a Belén y que, apremiados por el trabajo de parto, se apresuraron a entrar en la posada, solo para darse cuenta de que no había lugar para ellos y terminar yendo a un establo, donde ella dio a luz.

Sin embargo, una lectura más detenida del texto nos muestra que ellos ya se encontraban en Belén desde hacía varios días cuando empezó el trabajo de parto. Observe cuidadosamente Lucas 2:4-6: “Y José subió de Galilea, de la ciudad de Nazaret, a Judea, a la ciudad de David, que se llama Belén, por cuanto era de la casa y familia de David; para ser empadronado con María su esposa, desposada con él, la cual estaba a punto de dar a luz. Y aconteció que estando ellos allí, se cumplieron los días de su alumbramiento”.

Por tanto, ellos ya tienen que haber estado alojándose en algún lugar de Belén cuando empezaron los dolores de parto, y de seguro esto no ocurrió en un establo. ¿No habrá podido José encontrar un mejor lugar para su esposa embarazada en todo ese tiempo? ¡Claro que sí!

De hecho, debemos tener en cuenta que no muy lejos vivía Elizabet, prima de María, con quien María vivió un tiempo durante su embarazo (Lucas 1:39-40). Si estaban buscando un sitio para alojarse unos días, ¿por qué no fueron a la casa de Elizabet? La respuesta es simple: ellos habían encontrado una casa donde quedarse en Belén, seguramente la de algún pariente de José, y estando ya acomodados, no tenía ningún sentido que de repente fueran a buscar sitio en una posada u otro lugar en la condición en que estaba María.

Pero aún puede quedar la duda: ¿por qué fueron finalmente enviados a un establo? ¡La respuesta es que nunca fueron a un establo!

Jesús nació en una casa, no en un establo

The Archeological Study Bible [Biblia de estudio arqueológica] ofrece algunos antecedentes útiles: “El ‘pesebre’ era el comedero de los animales. Esta es la única indicación de que Jesús pudo haber nacido en un establo.Una tradición muy antigua sugiere que su lugar de nacimiento fue una cueva, que quizá se utilizaba como establo.

“En el siglo 2 d.C,, Justino Mártir dijo que el nacimiento de Jesús ocurrió en una cueva cerca del pueblo. En ese sitio histórico, el emperador Constantino (330 d.C.) y su madre, Helena, construyeron la Iglesia de la Natividad” (2005, p. 1669).

Note que el único indicio de que era un establo es el pesebre, que era un cajón de madera usado para abrevar o alimentar animales, lo cual no asegura que fuera necesariamente un establo. Un pesebre muy bien podía encontrarse dentro de un establo, pero es importante darse cuenta de que en el primer siglo ¡también había pesebres dentro de los hogares!

Una casa típica en la Judea de ese entonces se componía de un área cerca de la puerta, a menudo con piso de tierra, donde se guardaban los animales de la familia para que no fueran robados o depredados, y se aprovechaba el calor que emanaban para ayudar a calentar la casa en las noches frías. La familia vivía y dormía en una parte elevada de la misma habitación. También solía haber una habitación para huéspedes, ya fuera arriba, en un segundo piso, o contigua a la sala de la casa, en la planta baja. Lo típico era que la zona inferior cerca de la puerta tuviera un pesebre para alimentar o abrevar a los animales.

Eric F.F. Bishop, experto en la cultura del Medio Oriente, ha señalado que el nacimiento de Cristo probablemente tuvo lugar “en una de las casas de Belén, cuya parte inferior se reservaba para los animales, donde los pesebres eran ‘piedras ahuecadas’; la tarima [o parte elevada] se reservaba para la familia. Este tipo de pesebre era inamovible; lleno de paja triturada, podía hacer las veces de cuna. Un infante debidamente arropado podía ser dejado ahí con toda tranquilidad cuando la madre debía ausentarse para atender temporalmente algún asunto” (Jesus of Palestine [Jesús de Palestina], 1955,
p. 42).

Más aun, otro experto en cuanto a la vida en el Medio Oriente, Gustaf Dalmann, afirmó: “Hasta hoy en día, en el Medio Oriente tanto hombres como animales domésticos a menudo comparten la misma habitación. Es bastante común entre las familias campesinas vivir, comer y dormir en una especie de terraza elevada. . . en la única habitación de la casa, mientras que el ganado, especialmente burros y bueyes, tienen un espacio en la planta baja. . . cerca de la puerta; esta sección algunas veces se prolonga debajo de la terraza como una especie de bóveda. En esa área, los pesebres están adosados al suelo, a la pared o al borde de la terraza” (Sacred Sites and Ways [Lugares y caminos sagrados], 1935, p. 41).

La sola posibilidad de tener un buey o un asno dentro de la casa habitación durante la noche podría herir nuestra susceptibilidad occidental. Sin embargo, como comenta Bailey: “Somos nosotros, en Occidente, quienes hemos decidido que la vida con estos grandes e inofensivos animales es culturalmente inaceptable. La parte alta de la terraza donde la familia comía, dormía y vivía, no podía ser ensuciada por los animales, los cuales eran llevados afuera cada día para poder asear la parte baja. La presencia de los animales de ninguna manera resultaba ofensiva” (p. 105). Por supuesto, los animales eran llevados afuera al momento de algún nacimiento.

Veamos el caso de la adivina de Endor, a quien el rey Saúl consultó, cometiendo pecado. En Samuel 28:24 dice que “aquella mujer tenía encasa un ternero engordado”, el cual sacrificó para prepararle comida a Saúl y sus hombres (1 Samuel 28:24). Como regla común, eran los adinerados quienes tenían los establos para sus animales fuera de sus casas.

De acuerdo a las costumbres de la época, lo más seguro es que durante el nacimiento de Cristo el pesebre haya estado dentro de la casa y no en el establo. Es preciso señalar que pudo ser en una cueva, pero solo porque algunas casas eran construidas sobre cuevas, aunque no era la norma. Por otro lado, la imagen de una cueva pudo provenir del mito pagano acerca de Mitra, el dios-sol, quien supuestamente nació en una cueva, aunado a la creencia de algunos de que el nacimiento de Cristo tuvo que ser en un sitio escondido, como veremos.

Las piezas encajan perfectamente

Lo visto hasta ahora explica muchas cosas, pero algunos podrían argumentar que si José y María se hubieran alojado en el cuarto principal de una casa en lugar del cuarto de huéspedes, hubiera sido muy incómodo. No obstante, como anota Bailey: “El hecho de haber alojado a la familia de José en el cuarto principal de la casa no implica falta de delicadeza o de hospitalidad hacia ellos. El cuarto de huéspedes estaba lleno y el anfitrión no iba a pedirles a quienes habían llegado primero. . . que se fueran. Semejante comportamiento hubiera sido impensable y, en todo caso, innecesario. En cualquier caso, el amplio cuarto familiar era más apropiado” (p. 104).

Además, teniendo en cuenta la cantidad de mujeres que iban a estar entrando y saliendo de la habitación durante el nacimiento, probablemente la opción más adecuada para todos era que María permaneciera en el cuarto principal. De hecho, es posible que cuando Lucas escribió que no había espacio suficiente haya querido decir que el cuarto de huéspedes era demasiado pequeño para  atender el parto de María.

Bailey continúa explicando que kataluma con toda seguridad se refiere al cuarto de huéspedes: “Esta opción cumple perfectamente tanto con el aspecto lingüístico del texto como con la tradición cultural del pueblo. Esta traducción añade una nueva dimensión a la historia del nacimiento de Jesús: José y María llegan a Belén, encuentran refugio en casa de una familia cuyo cuarto de huéspedes está lleno [o es demasiado pequeño] y entonces son alojados junto a los dueños de casa, según se acostumbraba en el pueblo; el nacimiento tiene lugar allí, en la parte elevada de la terraza de la casa, y acuestan al bebé en un pesebre. . .

“Un lector (palestino) [del relato de Lucas] automáticamente pensaría: ‘Pesebre, eso significa que están en el cuarto principal. ¿Por qué no en el cuarto de huéspedes?’ A esto, el autor inmediatamente responde: ‘Porque no había lugar para ellos en ese cuarto’. Entonces el lector concluye: ‘Ah claro, es lógico, de cualquier forma, el cuarto principal es más apropiado’. Así, gracias a la traducción ‘cuarto de huéspedes’, todas las piezas culturales, históricas y lingüísticas encajan perfectamente” (p. 104).

La reacción de los pastores

Un elemento adicional del relato, y que refuerza esta versión, es que los pastores que recibieron el anuncio —del nacimiento del Salvador, el Señor Mesías, de parte de un ángel— irían a verlo esa noche (Lucas 2:8-11). Como pertenecían a los estratos sociales más bajos, tal vez sentían que su visita a un rey no sería bien recibida, pero el ángel les dijo que la señal sería que encontrarían al bebé acostado en un pesebre (v. 12).

“’Es decir”, dice Bailey en un perspicaz libro que escribió, “ellos encontrarían al niño Jesús en un ambiente campesino igual al de ellos. No estaría en la mansión de un gobernador ni en el cuarto de huéspedes de un comerciante acaudalado, sino en una casa común de dos habitaciones, como las de ellos” (Jesus Through Middle Eastern Eyes: Cultural Studies in the Gospels [Jesús desde la perspectiva del Medio Oriente: Estudio cultural de los evangelios], 2008, p. 35).

El relato de Lucas agrega además que los pastores fueron “apresuradamente, y hallaron a María y a José, y al niño acostado en el pesebre” (v. 16). Al llegar, “dieron a conocer” lo que les habían anunciado (v. 17), lo que demuestra que allí había mucha gente. Luego se fueron, “glorificando y alabando a Dios por todo lo que habían oído y visto” (v. 20).

Bailey señala: “La palabra todo obviamente incluye la calidad de la hospitalidad que presenciaron al momento de llegar. Sin duda, encontraron a la familia de José alojada en perfectas condiciones, no en un sucio establo. Si al llegar hubieran encontrado un sitio maloliente, una madre asustada y un padre desesperado, habrían dicho: ‘¡Esto es indignante, vengan a casa con nosotros, nuestras esposas los atenderán!’

“En cuestión de minutos, los pastores hubieran trasladado a la pequeña familia a sus propios hogares. El honor del pueblo entero hubiera recaído en sus hombros y hubieran sentido la responsabilidad de cumplir su deber. El hecho de que los pastores se fueran sin llevarse a la joven familia quiere decir que no podían ofrecerles mejores condiciones que las que ya les habían sido proporcionadas” (pp. 35-36, énfasis en el original).

¿Adónde nos lleva esto?

¿Cuáles son las implicaciones de desmentir la versión de la escena tradicional de Navidad?

A la luz de los hechos que hemos examinado, primero deberíamos preguntar: ¿por qué ha habido tanta insistencia desde los primeros siglos en que el sitio donde nació Cristo fue un establo o una cueva inhóspita, tal vez  incluso fuera del pueblo, como algunos han afirmado?

Bailey revela: “Después de haber leído una serie de escritos ancestrales árabes y siriacos sobre el particular, a uno le queda la clara sensación de que hay una presión tácita y subjetiva para hacer creer que el nacimiento tuvo lugar sin testigos, debido a la naturaleza sagrada de la ‘madre de Dios’ que da a luz al ‘Hijo de Dios’.

“A pesar de que los sacramentos son consagrados en la más absoluta reserva detrás del altar, de modo que aun los ojos de los fieles no puedan ver el acontecimiento sagrado, igualmente la cristología, la mariología y la religiosidad del Medio Oriente parecen combinarse para insistir en que el nacimiento tuvo lugar sin que ojo alguno atestiguara el misterio divino” (“The Manger and the Inn”, p. 105).

Sin embargo, esto es ficción proveniente de la antigua religión de los misterios paganos. La realidad es muy diferente, como ya hemos visto. Mientras que Jesús fue concebido por Dios el Padre mediante el Espíritu Santo, su nacimiento fue, sin embargo, semejante a cualquier otro en la sociedad de esa época. Aunque fue engendrado por Dios, Cristo en verdad nació como uno de nosotros.

En cuanto a la tradición común, Kenneth Bailey concluye: “Todos sentimos el enorme peso de la tradición eclesiástica que nos rodea con la mitología de la ‘falta de lugar en la posada’. Si nuestras conclusiones son válidas, miles de buenos sermones navideños, representaciones teatrales, imágenes, películas, villancicos y libros tendrían que ser desechados.

“Pero, ¿constituye el mito tradicional de un nacimiento solitario en un establo, un apoyo o un estorbo para la realidad que proclama el texto? Obviamente, un mayor entendimiento cultural amplía el significado de la historia en lugar de opacarlo.

“Herodes repudió el nacimiento de Jesús, pero los pastores de Belén le dieron la bienvenida con gran gozo, tal como lo hiciera posteriormente la gente común. La ciudad de David se mantuvo fiel a lo que le pertenecía y la comunidad colaboró. Él nació entre ellos, en el ambiente natural en que nacía cualquier hijo del pueblo, rodeado de mujeres alegres y colaboradoras.

“Durante siglos, los campesinos de Palestina han nacido en las terrazas elevadas de las residencias familiares de una sola habitación. El nacimiento de Jesús no fue nada diferente, y su encarnación fue auténtica. Su nacimiento muy probablemente tuvo lugar en el ambiente natural para un niño campesino: en un hogar campesino” (pp. 105-106).

Demos gracias por poder examinar el texto bíblico sin los misteriosos sesgos de la tradición religiosa, y de no tener que apoyar el significado erróneo de una expresión con el fin de mantener vivo el mito religioso de la Navidad.

Los bereos nos legaron un maravilloso ejemplo acerca de cómo fundamentar nuestra fe. Lucas los encomió en Hechos 17:11, diciendo: “Y éstos eran más nobles que los que estaban en Tesalónica, pues recibieron la palabra con toda solicitud, escudriñando cada día las Escrituras, para ver si estas cosas eran así”.

¡Ojalá todos hagamos lo mismo!