“Haced esto en memoria de mí”

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“Haced esto en memoria de mí”

Una de las conmemoraciones más importantes del año es el servicio de la Pascua del Nuevo Testamento. Para nosotros los cristianos es una ocasión muy significativa, ya que recordamos el sacrificio de Jesucristo y su aplicación en nuestra vida al momento de bautizarnos. Esta celebración es además muy especial, porque recuerda el compromiso que hicimos con Dios —de seguirlo por el resto de nuestras vidas— al bautizarnos; además, compartimos la comunión del pan y el vino, que representa la unidad que tanto necesitamos si queremos llevar a cabo la obra que Jesús le encomendó a su Iglesia.

¡Sin embargo, si no observamos la Pascua en memoria de Jesucristo,pasaremos por alto el significado primordial de esta fiesta!

La Pascua es una excelente oportunidad para meditar en lo que significa el sacrificio de Jesucristo para nosotros, quien derramó su sangre por nuestros pecados y nos libró de la pena de muerte. También nos recuerda el nuevo pacto que hemos hecho con él mediante su sangre. Ambos aspectos son conmemorados durante la ceremonia de la Pascua, y también recordamos cómo Dios salvó a los primogénitos de los israelitas, cuyas casas habían sido untadas con la sangre de un cordero perfecto, cuando el “ángel de la muerte” pasó sobre ellas.

Todos estos temas y otros más son dignos de recordarse en la ceremonia de la Pascua; sin embargo, no debemos perder de vista el significado más sublime de la Pascua del Nuevo Testamento. Cuando el apóstol Pablo transmitió las instrucciones de Cristo acerca de la Pascua, éste fue su énfasis: “Tomad, comed; esto es mi cuerpo que por vosotros es partido; haced esto en memoria de mí”. En el siguiente versículo el apóstol cita nuevamente a Jesucristo, quien dijo: “Esta copa es el nuevo pacto en mi sangre; haced esto todas las veces que la bebiereis, en memoria de mí” (1 Corintios 11:24-25). Pablo prosigue diciendo que, al hacerlo, “la muerte del señor anunciáis hasta que él venga”.

Pablo no dijo “Hagan esto en memoria de su bautismo”, ni dijo “Hagan esto en memoria de los israelitas que fueron protegidos de la muerte”. El Nuevo Testamento destaca la necesidad de recordar la muerte de Jesucristo.

Nuestro principal enfoque como cristianos debe ser el reconocimiento de Jesucristo y su sacrificio, y ciertamente debemos agradecer al Padre por estar dispuesto a entregar a su Hijo por nosotros (Juan 3:16). Cristo renunció a ser igual que Dios y voluntariamente se convirtió en un siervo (Filipenses 2:6-8). Él también sabía, desde antes de la fundación del mundo, que tendría que llegar a ser nuestro Salvador (1 Pedro 1:18). Él es nuestra propiciación (expiación), y su sacrificio está disponible a todos los seres humanos cuando sean llamados, crean, se arrepientan y lo acepten (1 Juan 2:2).

La profecía de Jesucristo en Isaías 53 revela que él no sería valorado ni respetado por su pueblo. No nos permitamos ser culpables de lo mismo y subestimar su sacrificio en el día dedicado a recordarlo a él y su inmolación por nosotros.

A continuación presentamos algunas razones para apreciar a Jesucristo, mientras nos preparamos para la temporada de la Pascua:

Él estuvo dispuesto a renunciar a su calidad de logos (el Verbo) al lado de Dios (Juan 1:1-2, 14).

Dejó atrás su gloria para convertirse en siervo nuestro (Filipenses 2:6-8).

Fue tentado igual que todos, a fin de poder ser un Sumo Sacerdote fiel para nosotros (Hebreos 4:14-16).

Nos dio un ejemplo perfecto y nunca pecó, guardando todos los mandamientos de su Padre (Juan 15:10; 1 Juan 3:5).

Sufrió antes de morir, para cargar sobre sí todas nuestras dolencias y enfermedades (Mateo 8:17).

Murió de la manera más dolorosa ideada hasta entonces, para saber lo que era morir por todos nosotros (Hebreos 2:9).

Él mora con el Padre y vive eternamente, para interceder por nosotros (Hebreos 7:25).

Compartirá su gloria con nosotros cuando seamos transformados al momento de la resurrección (Filipenses 3:21; 1 Juan 3:2).

Volverá para reunirse con nosotros y traer paz a este mundo (1 Tesalonicenses 4:16-17; Apocalipsis
19:11-14).

Los puntos descritos más arriba debieran motivarnos a valorar a Jesucristo y a recordarlo en la Pascua. Es muy alentador saber que en cualquier momento, dondequiera que sea, tenemos un Salvador que está dispuesto a perdonarnos y cuidarnos, siempre que nos arrepintamos y creamos en su gracia.

Si se le ocurren otras razones para venerar a Cristo en esta Pascua y en las venideras, agréguelas a esta lista. Recuerde las palabras citadas por el apóstol Pablo: “Haced esto en memoria de mí”. ¡Asegurémonos de apreciar y recordar a Jesucristo y su gran sacrificio en la Pascua que se avecina!