¿Qué planeó Dios “antes de que el tiempo existiera”?

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¿Qué planeó Dios “antes de que el tiempo existiera”?

Sin importar si somos jóvenes o viejos, el tiempo es parte integral de nuestra vida y cada día que pasa es como un granito en un reloj de arena que cae inexorablemente, marcando su paso.

Hasta el siglo recién pasado, los científicos creían que el tiempo era eterno y absoluto. ¿Por qué dudarlo? Al fin y al cabo, todo lo que nos rodea se rige por el tiempo y todo tiene un principio y un fin, desde el imponente Sol hasta la más pequeña de las células.

Por ejemplo, Isaac Newton (1642-1727), famoso por su descubrimiento de la gravedad, así lo creía. No fue sino hasta el siglo 20 que la teoría de la relatividad de Einstein y la detección de la radiación del fondo cósmico (que según se dice, es el eco que quedó de la gran explosión que dio origen al universo), entre otros descubrimientos, permitieron establecer que el tiempo efectivamente tuvo un principio y que está intrínsecamente ligado al universo.

Por otra parte, todos los libros religiosos antiguos que se conocen, excepto la Biblia, describen el tiempo como eterno. Solo la Biblia afirma categóricamente, varias veces, que hubo un momento en que el tiempo, como lo conocemos, ¡no existía!

Como señala el astrofísico Hugh Ross: “Debido a que los seres humanos están confinados por el tiempo, que es lineal y no se puede detener o revertir, la idea de que algo pudiera existir ‘antes’ del tiempo es un desafío para la imaginación. No obstante, tanto en el Antiguo como en el Nuevo Testamento, únicos en su tipo entre los textos que precedieron los tiempos modernos, hablan de las actividades de Dios ‘antes de que el tiempo existiera’ (ver, por ejemplo, Proverbios 8:22-23, Juan 1:1-3, 1 Corintios 2:7 y 2 Timoteo 1:9) . . . [El universo] tuvo que surgir de un ‘ámbito’ o ‘entidad’ superior al espacio y al tiempo” (Why the Universe Is the Way It Is  [Por qué el universo es como es], 2008, pp. 128-130, énfasis nuestro en todo este artículo a menos que se indique lo contrario).

Desde la perspectiva bíblica, Dios “habita la eternidad” (Isaías 57:15), en otras palabras, esa es su morada, desde la cual interviene a voluntad en el universo (Isaías 46:10).

Además, la Biblia revela que Dios no solo ha existido siempre, sino también que él hizo grandes planes “antes de los siglos”, o “antes de que el tiempo existiera”. Sorprendentemente, la Escritura señala tres facetas principales del plan de Dios para la humanidad, que él diseñó antes de la creación del universo. Repasémoslas y veamos cuán entrelazadas están.

Dios le ofrece al hombre vida eterna y ser parte de su familia divina

La Biblia habla de “la esperanza de vida eterna que Dios prometió desde antes de que el tiempo existiera,y él no miente” (Tito 1:2, Palabra de Dios para Todos).

Esta es la razón por la que usted y yo fuimos creados: para que tengamos una relación eterna con Dios el Padre, con su Hijo Jesucristo, y con todos aquellos que eventualmente serán glorificados (Hebreos 2:10).

Siendo el amor la principal característica que identifica a Dios el Padre y a Cristo (1 Juan 4:8), ellos quieren compartir este vínculo divino con nosotros por toda la eternidad.

Como dice en 1 Juan 3:1-2: “Mirad cuál amor nos ha dado el Padre, que seamos llamados hijos de Dios . . . Amados, ahora somos hijos de Dios, y aún no se ha manifestado lo que hemos de ser; pero sabemos que cuando él apareciere, seremos semejantes a él, porque le veremos como él es”.

La vida eterna significa que ya no estaremos limitados por el tiempo. Todos hemos tenido un comienzo, pero se nos promete que, si somos fieles a Dios, resucitaremos a vida eterna en un cuerpo espiritual glorioso. ¿Puede haber un propósito más sublime para nosotros?

El regalo de la gracia de Dios: un favor inmerecido, que incluye el perdón y la ayuda a través de Cristo

La gracia de Dios, el favor inmerecido que él nos ha concedido, es también algo que él había previsto antes del inicio de los siglos. Esta dádiva suya consiste en llamar a la gente y guiar al arrepentimiento y al perdón a todos los que acepten el sacrificio de Jesucristo por sus pecados y abandonen su estilo de vida impía, comprometiéndose a obedecer las santas leyes de Dios. Además, esto incluye la ayuda para seguir obedeciendo, grandes bendiciones en esta vida y el futuro galardón en su Reino.

En 2 Timoteo 1:8-9 leemos: “Dios nos salvó y nos llamó a ser su pueblo santo. No lo hizo por lo bueno que habíamos hecho, sino porque así lo quiso por su generoso amor. Ese amor nos lo dio antes del inicio del tiempo mediante Jesucristo” (2 Timoteo 1:9, Palabra de Dios para Todos).

Dios decidió crear seres humanos con libre albedrío, concediéndoles la libertad de elegir qué hacer con sus vidas. Es decir, podrían elegir el pecado, que produce infelicidad; pero aun en ese caso, Dios ya tenía un plan preparado para solucionar dicho problema. Los que no se arrepintieran finalmente morirían, pero quienes se arrepintieran, aceptando la gracia de Dios, serían rescatados y recibirían la vida eterna.

No podemos obtener la vida eterna por nuestros propios medios, ya que ello solo es posible mediante la gracia de Dios. Como la Biblia nos dice: “Porque la paga del pecado es muerte,pero la dádiva de Dios es vida eterna en Cristo Jesús Señor nuestro” (Romanos 6:23).

En otras palabras, antes de que existiera el tiempo Dios ya había ideado un plan para que nuestros pecados fueran perdonados. Antes de crearnos, Dios el Padre y el Verbo, quien luego se convirtió en Jesucristo (Juan 1:1-3, 14), en su inmenso amor estuvieron dispuestos a pagar el precio más alto. Jesús, Hijo amado del Padre, se sacrificaría y moriría como sustituto por nuestros pecados.

Por eso dice la Escritura: “Y si invocáis como Padre a aquel que imparcialmente juzga según la obra de cada uno, conducíos en temor durante el tiempo de vuestra peregrinación; sabiendo que no fuisteis redimidos de vuestra vana manera de vivir heredada de vuestros padres con cosas perecederas . . . sino con sangre preciosa, como de un cordero sin tacha y sin mancha, la sangre de Cristo. Porque él estaba preparado desde antes de la fundación del mundo,pero se ha manifestado en estos últimos tiempos por amor a vosotros” (1 Pedro 1:17-20).

El misterio que proclama la Iglesia de Dios: El plan de salvación del Eterno

Dios no planificó el universo y nuestra existencia de manera casual e improvisada sino que diseñó todo cuidadosamente, preocupándose hasta del más mínimo detalle (Mateo 10:30), y nos ha revelado mucho acerca de su maravilloso plan a través de sus profetas y apóstoles.

Como escribió el apóstol Pablo: “No, la sabiduría de la que hablamos es el misterio de Dios, su plan que antes estaba escondido, aunque él lo hizo para nuestra gloria final aún antes que comenzara el mundo” (1 Corintios 2:7, Nueva Traducción Viviente).

Acerca de este versículo, The Bible Knowledge Commentary (Comentario de conocimiento bíblico) dice: “En el meollo de esa sabiduría está el plan de salvación destinado para nuestra gloria,determinado antes de los siglos”(1983, énfasis en el original).

Este plan de salvación se resume en las fiestas de Dios expuestas en la Biblia, a través de siete fases principales.

Se inicia con la Pascua, que simboliza el sacrificio de Jesucristo por nuestros pecados. La segunda fiesta, los Días de Panes sin Levadura, representa a los hijos de Dios, que reconocen ese sacrificio por el pecado y siguen adelante luchando diligentemente para eliminarlo de sus vidas, aspirando a alcanzar la justicia de Cristo. La tercera fase es representada por el Día de Pentecostés, cuando los discípulos recibieron el Espíritu de Dios y se fundó la Iglesia a fin de que Dios el Padre y Jesucristo pudieran morar en nosotros (Juan 14:23).

La cuarta fase es la Fiesta de las Trompetas, que señala la segunda venida de Jesucristo a la Tierra, esta vez para reinar como Rey de reyes sobre todas las naciones. La quinta fase es el Día de Expiación, cuando Satanás será quitado de en medio para que no pueda engañar más a la humanidad, que en su mayoría terminará por arrepentirse. La sexta fase es la Fiesta de los Tabernáculos, que simboliza el reinado de mil años de Jesucristo sobre toda la Tierra.

Por último, la séptima fase de este plan de salvación es la última fiesta, el Octavo Día, también conocido como el Último Gran Día. Éste representa la oportunidad de salvación para todos los seres humanos que no fueron llamados anteriormente y no hayan sido pecadores incorregibles, y que entonces serán resucitados. Así pues, ellos tendrán la oportunidad de ser llamados y aceptar el sacrificio de Jesucristo por sus pecados.

Dios no hace acepción de personas, por lo que a esa gran mayoría de seres humanos finalmente se les quitará el “velo” de engaño que los mantuvo cegados en cuanto a las verdades espirituales de Dios durante su vida (Isaías 25:7). Ellos tendrán acceso al Espíritu Santo de Dios y finalmente entenderán y seguirán las preciosas leyes de Dios, que allanan el camino para la verdadera salvación.

Vemos entonces que estas tres facetas inseparables del plan de Dios fueron diseñadas antes de que existiera el universo, antes de que al reloj cósmico se le diera cuerda y comenzara a marcar el tiempo.

El don de la vida eterna que Dios nos ofrece, su gracia y sabio plan de salvación para la humanidad, fueron preparados antes de la creación para que un día todos tuviéramos la opción de disfrutarlos. ¿Estamos dispuestos a aceptarlos? Podemos hacerlo, ¡y no hay nada más importante que eso! Nuestro compromiso, en Las Buenas Noticias, ¡es ayudarle a alcanzar esa meta!