¿Es usted un buscador de la verdad?

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¿Es usted un buscador de la verdad?

¿Es usted un buscador de la verdad? ¿Qué significa para usted la palabra “verdad”? ¿Entiende cuán valiosa es? Las verdades más cruciales a lo largo de la historia humana se centran en las preguntas: ¿Quién es Dios? ¿Qué es Dios? ¿Cuál es su propósito? Y la consecuencia lógica de tales interrogantes también se relaciona con la humanidad: ¿Quién es el hombre? ¿Qué es el hombre? ¿Cuál es su propósito?

¿Podría usted dar una respuesta convincente a cada una de estas preguntas? Tanto las bibliotecas como el Internet están atestados de información, y el conocimiento sigue multiplicándose aceleradamente. Sin embargo, la verdad que realmente puede liberar a una persona del miedo, la ignorancia, la superstición y los dogmas del hombre es cada vez más difícil de encontrar. El apóstol Pablo profetizó que la humanidad estaría aprendiendo incesantemente, pero sin llegar jamás al conocimiento de la verdad (2 Timoteo 3:7).

Creo que la mayoría de la gente diría que se considera buscadora de la verdad; sin embargo, cuando se trata de buscarla, en nuestra sociedad existe una gran paradoja. La gente quiere saber la verdad concreta acerca de otras personas, de sus socios en los negocios, de los políticos y celebridades, etc., pero esta obsesión con la verdad carece en absoluto de un propósito trascendental. Una vez que se ventilan los así llamados “chismes sabrosos”, ¿sentimos algún deseo de convertirnos en personas más honorables y bondadosas?

¿Acaso el desenterrar hechos cuestionables de nuestro prójimo y lanzarlos a la cara de otras personas produce un cambio conductual? ¿No será esto solo otra forma de voyerismo, mediante la cual la gente disfruta contemplando la “ropa sucia” de sus semejantes? En algunos casos, esto solamente es una manera de vivir su propia vida a través de los demás.

Todos los barómetros sociales indican de manera incuestionable que nuestra sociedad continúa deslizándose inexorablemente hacia el estilo de vida de Sodoma y Gomorra. Cierto programa de televisión en los Estados Unidos concluye cada episodio con los comentarios de los miembros del panel, cada uno de los cuales denuncia “el suceso indignante” de la semana. Sin embargo, pareciera que la gente ya no se indigna al extremo de actuar en contra de algo, y, si llega a levantar su voz, generalmente lo hace a través de violentas protestas que lo único que logran es exacerbar las tensiones que causaron el problema.

Nos hemos desensibilizado y embobado hasta tal punto, que casi nadie se atreve a defender prácticamente nada. Le preguntamos nuevamente, ¿es usted un buscador de la verdad, alguien con el valor suficiente para aceptarla y ponerla en práctica?

Necesitamos el tipo de personas que yo llamo “de las tres c”: convicción, compromiso y coraje. La convicción procede de la firme creencia, con todo nuestro corazón y mente, en que cierto principio es correcto, justo y bueno. El compromiso tiene que ver con darse cuenta de que las cosas que uno ha aprendido y comprobado deben ser tenidas en alta estima y defendidas con todo nuestro ser. Y el coraje,o valentía, es en realidad el resultado directo de la convicción y el compromiso: uno va a responder valientemente a una situación de acuerdo a cuán convencido y comprometido esté con sus principios.

Es muy irónico y paradójico que nuestra sociedad gaste miles de millones en sacar a la luz lo peor de las personas y en publicar y difundir chismes, mientras los problemas verdaderamente importantes de la vida siguen sin respuestas: ¿Qué sucede con el ser humano después que muere? ¿Acaso la gente buena literalmente va al cielo, un glorioso lugar lleno de felicidad? Y en cuanto a la gente malvada, ¿verdaderamente va a un lugar llamado infierno, donde es atormentada en el fuego por toda la eternidad? ¿Tiene el hombre un alma inmortal? De ser así, ¿de dónde provino ésta? ¿Creó Dios almas inmortales, buenas, puras y justas, para después colocarlas en cuerpos pecadores y desafiarnos a “salvar nuestras almas”?

Estas son solo algunas de las grandes interrogantes existenciales del hombre, pero en realidad nadie les presta mucha atención. Incluso la gente que asegura creer en Dios lo ha moldeado según su propia imagen, para que se acomode a su estilo de vida y a sus ideas sobre lo que es y no es aceptable ante él. Como resultado, lo bueno es considerado malo y lo malo es considerado bueno.

El deseo de aceptación social

Los programas de debates en radio y televisión están llenos de gente de todo tipo, siempre dispuesta a dar su opinión sobre cualquiera sea el tema de conversación del día. Pero ¿quién o qué les otorga semejante autoridad? Después de la participación de los entrevistados, el anfitrión generalmente hace un resumen y entrega su propio punto de vista, pero poco o nada se hace para entender verdaderamente por qué nos encontramos en esta Tierra.

Y aunque de vez en cuando puede que uno de los invitados al programa mencione ciertos principios respaldados por la Biblia, el anfitrión responde prontamente que hay muchas interpretaciones de la Biblia y que él no está necesariamente de acuerdo con tal perspectiva. Así, hasta las claras palabras de la Biblia son desechadas como otra simple opinión. De hecho, el agnosticismo es muy predominante en nuestra sociedad: nadie cree en nada con absoluta convicción, y todo se reduce a un asunto de opinión personal.

La gente que ve estos programas se conforma con este tipo de enfoque y cree que es justificable, y todos quedamos con la errónea impresión de que una opinión es tan válida como cualquier otra. Esta clase de razonamiento descuidado y pobre hace que la gente crea en Dios según su propia conveniencia y que, como resultado, adopte formas cada vez más aberrantes para explicar su supuesta individualidad y espiritualidad.

El temor más grande de los seres humanos es el ostracismo social, por tanto, la gente hará cualquier cosa para seguir siendo parte de la estructura social en que se encuentra. La principal preocupación de nuestra sociedad es complacer a los creadores de imágenes y tendencias: el mundo de la farándula, el mundo corporativo, el mundo político, el mundo de las comunicaciones, el mundo de los inversionistas, el de las pandillas en los barrios marginales, etc.

Si usted no encaja en cierta imagen, si no es políticamente correcto, si no hace lo que ellos dicen, es eliminado de su círculo. En efecto, existe una verdadera tiranía grupal a todo nivel de nuestra sociedad.

Pero si usted es una persona “c”, puede romper las cadenas que lo atan y liberarse. La humanidad ha sido engañada y esclavizada mediante el miedo, la ignorancia, la superstición y los dogmas del hombre. El mundo actual está más y más esclavizado en nombre de la libertad, pero esa libertad en realidad es solo otra forma de esclavitud. Hay únicamente un camino que conduce a la verdadera libertad, y es el que proclamó Jesucristo: “. . . y conoceréis la verdad, y la verdad os hará libres” (Juan 8:32). Estas son las verdades que determinarán su futuro y el futuro de sus hijos:

• Usted nació para cumplir un propósito grandioso y trascendental y para llegar a ser miembro de la familia de Dios.

• Dios existe y desea profundamente relacionarse con usted.

• El hombre no tiene un alma inmortal; la vida eterna solo puede sernos concedida por nuestro Creador.

• Los seres humanos no tienen conciencia después de la muerte.

• No vamos al cielo después de morir.

• Dios resucitará a los fieles al sonido de la séptima trompeta al regreso de Cristo.

• Reinaremos en la Tierra como reyes y sacerdotes con Dios y Jesucristo.

• Los pecadores no serán torturados eternamente en un lago de fuego. Serán quemados y reducidos a cenizas bajo los pies de los santos.

• Jesús no nació un 25 de diciembre, y en las Escrituras no existe indicación alguna de que debamos observar su natalicio en este día ni en ningún otro del año.

• Jesús no fue crucificado en Viernes Santo, ni resucitó de la tumba el domingo.

• No habrá un rapto secreto de la Iglesia antes de la gran tribulación.

Estas son solo unas cuantas de las preciosas verdades que usted puede y debe conocer, pero Satanás y sus cómplices quieren que usted crea exactamente lo opuesto. Satanás es el maestro del engaño y está engañando al mundo entero. Usted debe llegar a amar la verdad tanto como ama su vida, así que este es el momento de tomar en serio las palabras del apóstol Pablo en su epístola al joven Timoteo: “Procura con diligencia presentarte a Dios aprobado, como obrero que no tiene de qué avergonzarse, que usa bien la palabra de verdad” (2 Timoteo 2:15). Más adelante Pablo exhorta al ministerio a predicar la Palabra de Dios, porque llegará el tiempo en que los seres humanos  “apartarán de la verdad el oído y se volverán a las fábulas” (2 Timoteo 4:1-4).

Pero, por sobre todo, desarrolle un amor incondicional por la verdad para evitar ser zarandeado por todo viento de doctrina y ser engañado. “Con toda perversidad engañará a los que se pierden por haberse negado a amar la verdad y así ser salvos. Por eso Dios permite que, por el poder del engaño, crean en la mentira. Así serán condenados todos los que no creyeron en la verdad sino que se deleitaron en el mal” (2 Tesalonicenses 2:10-12, Nueva Versión Internacional).

Ahora pregúntese, ¿soy un buscador de la verdad? ¿Amo la verdad? Este asunto es de vida o muerte.