Ecumenismo

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Ecumenismo

Jessica, la hijita de uno de mis amigos, le preguntó: “Papá, ¿por qué no celebramos Navidad?” Su padre le respondió: “Porque Jesús no nació un 25 de diciembre, y Dios quiere que celebremos únicamente sus días santos, como la Fiesta de los Tabernáculos”. La niña contestó: “Pero Navidad es la fiesta de toda la gente, ¿no sería bonito celebrar Navidad y además la Fiesta de los Tabernáculos?” ¡Mi amigo no pudo menos que sonreír!

Seguramente nosotros también sonreiríamos frente a tal sugerencia. No obstante, esta niña había expresado “inconscientemente” su deseo de unidad eclesiástica. ¿Qué hay de malo con tener una perspectiva y un enfoque ecuménicos? Para ser francos, el planteamiento ecuménico también ejerce una poderosa atracción sobre muchos adultos; de hecho, un número cada vez mayor de personas (incluidas aquellas que tienen cierto conocimiento bíblico) se sienten atraídas hacia esta idea, cuyo espíritu sigue diseminándose por doquier.

La mayoría de los partidarios del ecumenismo creen honestamente que Dios desea que éste se lleve a cabo. Pero, ¿será cierto? Es perfectamente posible ser sincero y a la vez estar equivocado; por tanto, es necesario que todo creyente verdadero se empape del conocimiento de la Palabra de Dios (la Biblia), porque de otro modo su sinceridad es inútil.

¿Qué es exactamente el ecumenismo?

La palabra “ecumenismo” se deriva de un antiguo vocablo latino, ecúmene,que significa “un lugar donde viven personas diferentes”. En la actualidad la palabra ecúmene describe “las condiciones mínimas para vivir en comunidad”. Dicho de otro modo, se refiere a compartir creencias comunes como la inmortalidad del alma, el concepto trinitario, el domingo como el día del Señor, etc.

En la práctica, el ecumenismo es un movimiento interreligioso que abarca  muchas iglesias. Éstas aseguran que trabajan conjuntamente para superar sus divisiones organizacionales y diferencias doctrinales, a expensas de la verdad bíblica. Su lema es “Unidad en la diversidad”, pero la pregunta lógica es, ¿puede haber verdadera unidad en la diversidad, y si la hay, a qué costo?

La cooperación, la transparencia y el respeto recíprocos son valores indispensables en cualquier sociedad civilizada. Sin embargo, el concepto ecuménico se contradice a sí mismo cuando pretende alcanzar “unidad en la diversidad” mediante el ejercicio de un tipo de “amor” que no es el amor de Dios que encontramos en la Biblia. Examinemos el ecumenismo más acuciosamente.

Unidad y amor que no son aprobados por Dios

La unidad es algo deseable, pero Jesús claramente ordenó a sus discípulos que se unieran en la verdad, no en el engaño. El pueblo de Dios es santificado por la verdad, no por la unidad a cualquier costo (Juan 17:19). Desde el comienzo de la historia bíblica, cada vez que los seres humanos se han unido mediante el engaño y no mediante la verdad ¡las consecuencias han sido desastrosas!

Adán y Eva se concertaron para desobedecer a Dios; en tiempos de Noé la gente practicaba la corrupción como un modo natural de vida; los hombres se asociaron para construir la torre de Babel; la gente de Sodoma y Gomorra se unió en su concupiscencia para pervertirse sexualmente y cometer además otros pecados (Ezequiel 16:49-50). La lista de eventos históricos protagonizados por hombres unidos para desarrollar sus propios sistemas sociales e imperios (casi siempre a expensas de otros pueblos) es bastante larga. No hace mucho, hasta los japoneses, la Italia fascista y la Alemania nazi se aliaron en su intento por conquistar otros pueblos y lograr la unificación de Europa por la fuerza militar.

Desde los acontecimientos en el huerto de Edén, la naturaleza del hombre nunca ha cambiado. ¿Qué tiene que ver esto con el actual ecumenismo? Esta es una oscura historia que vuelve a repetirse. El antiguo imperio de Constantino está intentando levantarse nuevamente con más fuerza que antes, pero esta vez bajo el lema “unidad en la diversidad”. “Cuando llegue ese día, todas las naciones se unirán para acabar con Jerusalén” (Zacarías 12:3, Traducción en Lenguaje Actual) y “Contra el Señor, y contra su Cristo” (Hechos 4:26; Salmos 2:1)

¿Por qué se opondrán abiertamente los hombres a Dios “en los últimos días”? Aunque son sinceros, ya están siendo engañados por Satanás el demonio (Apocalipsis 12:9). Se están asociando simplemente para reconstruir su antiguo imperio, una iglesia extraordinariamente organizada, en lugar de buscar el Reino de Dios y su justicia. Ya han cambiado el orden prioritario de los dos mandamientos más importantes: “Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con toda tu mente.  Este es el primero y grande mandamiento. Y el segundo es semejante: Amarás a tu prójimo como a ti mismo” (Mateo 22:36-39). Tristemente, el “primero” o “grande” mandamiento, aquel que resume los cuatro primeros de los Diez Mandamientos (Éxodo 20), para ellos ya no es importante.

“Adoramos a Cristo”, dicen. ¿Acaso bendice Cristo a quienes han cambiado o abolido la ley de su Padre? Jesús dijo: “No todo el que me dice: Señor, Señor, entrará en el reino de los cielos, sino el que hace la voluntad de mi Padre que está en los cielos” (Mateo 7:21).

Lamentablemente, el ecumenismo se reduce a lo que la gente le dice a Dios: “Creemos en ti y a ti oramos, ¡pero no nos digas cómo vivir!” El concepto ecuménico habla de unidad y amor, ¡pero ofende a Dios porque esclaviza a gente ingenua en la práctica de la idolatría!

“¿Acaso no saben ustedes que, cuando se entregan a alguien para obedecerlo, son esclavos de aquel a quien obedecen? Claro que lo son, ya sea del pecado que lleva a la muerte, o de la obediencia que lleva a la justicia” (Romanos 6:16, Nueva Versión Internacional).

Todos aquellos que tratan de alcanzar la unidad sin obedecer la ley de Dios son parte del sistema llamado “Babilonia la grande”, “la gran ramera . . . sentada sobre una bestia escarlata”, como se describe en Apocalipsis 17. Dios hará que tal sistema colapse en los últimos días. Por ello es que la Biblia nos amonesta a no conformarnos a este mundo, sino a buscar a Dios y su justicia (Romanos 12:2 y 2 Corintios 6:17).

Unidad y amor que   son aprobados por Dios

En Juan 17 Jesucristo le ora a su Padre para que su pueblo se una. ¿Cómo es esto posible? La unidad duradera y armoniosa solo puede lograrse a través del amor y el Espíritu de Dios (Romanos 5:5), no de diferentes espíritus.

¿Cómo puede usted discernir la unidad que es aprobada por Dios? “Y en esto sabemos que nosotros le conocemos, si guardamos sus mandamientos” (1 Juan 2:3). Por lo tanto, “El que dice: Yo le conozco, y no guarda sus mandamientos, el tal es mentiroso, y la verdad no está en él” (v. 4, leer hasta el 6, énfasis nuestro).

A medida que el ecumenismo se vuelve más amenazador y agresivo hacia quienes aman la ley de Dios, debemos hacer lo que nos dice el apóstol Pablo en Efesios 6:11: “Vestíos de toda la armadura de Dios, para que podáis estar firmes contra las asechanzas del diablo”.

Mantengámonos firmes en la fe, pues “aunque vivimos en el mundo, no libramos batallas como lo hace el mundo. Las armas con que luchamos no son del mundo, sino que tienen el poder divino para derribar fortalezas. Destruimos argumentos y toda altivez que se levanta contra el conocimiento de Dios, y llevamos cautivo todo pensamiento para que se someta a Cristo” (2 Corintios 10:3-5, NVI).

Jesús claramente dijo: “Si obedecen mis mandamientos, permanecerán en mi amor, así como yo he obedecido los mandamientos de mi Padre y permanezco en su amor” (Juan 15:10, NVI). Únicamente el amor de Dios es sincero, puro, libre de egoísmo, fiel, y capaz de producir una unidad duradera basada en la fe, justicia y misericordia.

El amor genuino y la verdadera unidad solo pueden proceder del Espíritu de Dios, “el cual ha dado Dios a los que le obedecen” (Hechos 5:32; 1 Juan 5:2-3). El pueblo de Dios se mantiene unido mediante una mente, un bautismo, un Espíritu, una doctrina, una voz, una actitud y un propósito (1 Corintios 1:10; 12:4, 13; Efesios 4:14; Filipenses 2:2). Este es el camino de Dios, el que verdaderamente funciona y conduce a su Reino. ¡Benditos son los que caminan en él!