Tolerancia, ¿de qué?

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Tolerancia, ¿de qué?

Tolerancia es una palabra que oímos constantemente. Se aplica en los temas contra la intimidación en las escuelas, igualdad social y contra la discriminación. El proyecto Teaching Tolerance (Enseñando tolerancia) del Southern Poverty Law Center (Centro de Leyes de Pobreza en el Sur) provee a los maestros de ideas y materiales para enseñar estos principios en sus aulas. Estos planes no existen solamente para las escuelas, sino también para numerosas organizaciones, grupos y compañías que apoyan varios aspectos del movimiento de la tolerancia.

Superficialmente, parece ser una causa noble. Tiene sentido, incluso, que la tolerancia sea apoyada por los cristianos, y algunos lo hacen incuestionablemente.

Ciertamente, Dios no quiere una sociedad que permita la intimidación y la desigualdad. Su camino no tiene lugar para estos comportamientos destructivos. Bajo su plan, todos los seres humanos tendrán la oportunidad de recibir vida eterna.

Así que, ¿por qué el movimiento de la tolerancia debe ser resistido por los cristianos?

¿Una virtud o un pecado?

Se supone que la enseñanza de la tolerancia es de respeto e igualdad de oportunidades. Eso es lo que la hace confusa para los cristianos cuando ésta se exagera.

Obviamente, está mal que los niños sean intimidados en la escuela, sin importar su raza o antecedentes familiares. Tampoco es justificable la discriminación basada en raza, género o religión. Sin embargo, el problema con este movimiento es que el educar tolerancia también es usado para iniciar la aceptación de la homosexualidad y otros estilos de vida pecaminosos. Mezclado con el respeto básico hacia nuestros prójimos, está la tolerancia y aprobación del pecado. Esto es inaceptable.

Dios nos dice claramente en el Antiguo y Nuevo Testamento que la homosexualidad es un pecado. En el libro de Levítico, Dios dice: “No te echarás con varón como con mujer; es abominación” (Levítico 18:22). Conforme avanzamos al Nuevo Testamento, el libro de 1 Corintios da una lista de los injustos que no heredarán el Reino de Dios (1 Corintios 6:9). Entre varios pecados, está ese de aquellos que viven activamente un estilo de vida homosexual.

¿Significa esto que debemos odiarlos? ¿O que Dios odia a los individuos que cometen pecado? ¡No!

Dios odia el pecado, absolutamente, y todos pecan (Romanos 3:23). Lo que él no quiere es que nosotros continuemos viviendo en pecado (de cualquier tipo) y que seamos tolerantes de estilos de vida pecaminosos. Él quiere que nos arrepintamos. En el libro de Lucas, Jesucristo afirmó: “No he venido a llamar a justos, sino a pecadores al arrepentimiento” (Lucas 5:32).

Intercambia tolerancia por justicia

Puede ser muy difícil hacer frente al mal uso de la tolerancia, porque como cristianos, queremos ser aceptados y no discriminados por nuestras creencias. Sin embargo, esto no quiere decir que podemos mostrar apoyo total a esta causa.

La buena enseñanza mezclada con la mala es la manera como se hace el veneno para ratas. El 90% del veneno no es dañino. Es el pequeño porcentaje que las ratas comen junto con la parte comestible lo que las mata. La enseñanza falsa es lo mismo. La mayor parte de la instrucción será aceptable, pero una pequeña parte será mortal.

Cada vez más individuos están adoptando la causa de la tolerancia y sus voces se vuelven más fuertes y difíciles de evadir. La Biblia parece ser anticuada y cruel para ellos. Pero hace miles de años Pablo, el líder cristiano, instruyó a la iglesia de Corinto que lidiaran con temas similares. Él desafió a su congregación para que dejaran atrás sus elecciones de vidas pecaminosas, algunas de las cuales incluían pecado tanto homosexual como heterosexual, y que se convirtieran en una nueva creación, formada con la ayuda de Dios.

Pablo enseñó sobre un Dios que es severo e intolerante del pecado, pero que ama a las personas y quiere verdadera felicidad para ellos, construida sobre un sistema de leyes que lleven a la verdad.

Entonces, ¿qué tipo de tolerancia podemos permitir aceptar?

Debemos tolerar la verdad, la justicia, la honradez, la obediencia y el amor para todos. ¡Estas cosas no pueden fallar!

Fuente: ucg.org