¿Puede uno ser cristiano en un ambiente político extremadamente candente?

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¿Puede uno ser cristiano en un ambiente político extremadamente candente?

Un prominente siquiatra expresó así su opinión de cierto presidente: “No se equivoquen, él es una fuerza . . . perfectamente despiadada, una mente muy versátil imposible de predecir”.

¿Qué le parece tal afirmación? ¿Es esta una descripción del actual presidente de los Estados Unidos, o de algún otro presidente  del mundo moderno? No. Esta declaración en realidad la hizo en 1933 el doctor Carl Jung, un siquiatra suizo y colega de Sigmund Freud. El presidente al que se refería era el recientemente inaugurado Franklin Delano Roosevelt, quien había puesto en marcha una amplia gama de propuestas legislativas y decisiones ejecutivas en sus primeros cien días como presidente. Dichas propuestas remecieron al mundo y suscitaron una mezcla de calma, alivio, miedo y fervor. Roosevelt hizo varias cosas que hoy en día hubieran causado profunda molestia.

Es preciso entender que cuando observamos los acontecimientos actuales y su aparente barbarie, puede producirse un error de percepción muy común: podemos pensar que los sucesos de hoy representan lo peor que ha sucedido jamás, o podemos considerarlos una dádiva y una bendición de Dios. Cualquiera sea el enfoque que adoptemos, es muy fácil verse atrapado en el pánico que se apodera de las multitudes y, como consecuencia, llenarse de angustia y  preocupación innecesarios.  

El apóstol Pedro sabía lo que ello significaba: él escribió su primera epístola a principios de la década de los60d. C., unos cuantos años antes de la destrucción del templo de Jerusalén. Pedro y su hermano Andrés habían llevado previamente el evangelio del Reino de Dios a los territorios que hoy conforman las modernas naciones de Turquía y Ucrania, y a otras regiones al norte y al este.

El ambiente político en el cual se desenvolvía Pedro, tanto en el Imperio romano como en la periferia de la frontera romana oriental) estaba fuertemente influenciado por uno de los hombres más malvados que hayan existido: Nerón Claudio César Augusto Germánico. Después de un re inicio medianamente bueno, los últimos cinco años de su gobierno fueron simplemente brutales, especialmente para los primeros cristianos. Después de asesinar a su madre, Agripina, Nerón perdió todo escrúpulo y se abandonó a la perversión y el desenfreno y no permitía que nadie se interpusiera en su camino. El historiador judío Josefo escribió que la segunda esposa de Nerón, Popea Sabina, era una influyente theosebes (temerosa de Dios) que posiblemente guardaba el sábado. Varios relatos afirman que ella murió cuando estaba embarazada del segundo hijo de Nerón y este la pateó salvajemente.

Pero muchas otras cosas sucedieron en vida de Pedro durante el reinado de Nerón: después de que un devastador incendio destruyera gran parte de Roma, la capital, en julio del año 64 d. C., el cruel emperador culpó abiertamente a la pequeña comunidad de cristianos. Sin embargo, algunos romanos prominentes echaron a correr el rumor de que el mismo Nerón había prendido fuego a la ciudad. Esto es lo que dice el historiador romano Tácito: “Para detener los rumores, él [Nerón] acusó [del incendio] a quienes comúnmente se llamaban ‘cristianos’ y los castigó con las más espantosas torturas”. Además de lo que encierran las espeluznantes palabras “más espantosas torturas”, Nerón hizo quemar vivos a cristianos inocentes convirtiéndolos en verdaderas piras humanas, y condenó a muchos otros a morir brutalmente en el Circo Máximo para entretener a los romanos.

Fue durante este tiempo que el apóstol Pablo fue ejecutado en Roma, y la Iglesia primitiva perdió también el liderazgo de Santiago, el hermano de Jesús, cuando fue asesinado en Jerusalén poco antes de la destrucción del templo. El mismo Pedro también acabó siendo ejecutado. Este periodo fue muy tenebroso para la Iglesia primitiva.

Todas estas personas eran nuestros hermanos y hermanas espirituales de los tiempos antiguos, así que Pedro tenía razones de sobra para criticar o burlarse del máximo oficial gubernamental del momento. Pero, ¿qué fue lo que aconsejó este apóstol? Él advirtió a los cristianos de su tiempo que debido al caos político y la anarquía reinante en el imperio, su fe sería probada “con fuego”y que probablemente tendrían que ser “afligidos en diversas pruebas” (1 Pedro 1:6-7,).

Pedro no aconsejó a los miembros de la Iglesia que se involucraran en la agitación política de su tiempo, sino que los exhorto a asegurarse de tener sus principios espirituales básicos bien firmes, incluyendo una poderosa visión personal: “Por eso, dispónganse para actuar con inteligencia; tengan dominio propio; pongan su esperanza completamente en la gracia que se les dará cuando se revele Jesucristo” (1 Pedro 1:13, Nueva Versión Internacional).

¿Qué estándar les impuso Pedro? “Más bien, sean ustedes santos en todo lo que hagan, como también es santo quien los llamó” (1 Pedro 1:15, NVI). ¿Qué se espera de nosotros en la actualidad? Tal como nuestros hermanos espirituales de los tiempos antiguos, sí podemos vivir como cristianos en un ambiente político extremadamente turbulento y agitado. Y sí, debemos reconocer que las cosas están muy mal en cuanto al deterioro de los valores y una cultura que solo empeora cada vez más. Pero nuestra motivación debe ser la correcta; como Pedro indica, seamos santos (apartados como siervos e hijos del Dios altísimo) en todo lo que hacemos.

Consideremos este hecho tan importante: los gobiernos de este mundo jamás han sido benevolentes con aquellos que siguen verdaderamente la verdad de las Escrituras. En la última etapa de su vida terrenal, Jesucristo dejó muy claro que él representaba a un gobierno muy superior al de este mundo. Él fue llevado ante Pilato, que encarnaba al gobierno romano, el más poderoso de la Tierra en aquel entonces; pero al encontrarse frente al prefecto, Jesucristo representó al Reino de Dios, infinitamente más poderoso. He aquí el diálogo entre ambos:

“Respondió Jesús: Mi reino no es de este mundo; si mi reino fuera de este mundo, mis servidores pelearían para que yo no fuera entregado a los judíos; pero mi reino no es de aquí. Le dijo entonces Pilato: ¿Luego, eres tú rey? Respondió Jesús: Tú dices que yo soy rey. Yo para esto he nacido, y para esto he venido al mundo, para dar testimonio a la verdad. Todo aquel que es de la verdad, oye mi voz” (Juan 18:36-37).

Cuando Pilato intentó demostrar que tenía poder sobre Jesús, esta fue la respuesta que recibió: “Entonces le dijo Pilato: ¿A mí no me hablas? ¿No sabes que tengo autoridad para crucificarte, y que tengo autoridad para soltarte? Respondió Jesús: Ninguna autoridad tendrías contra mí, si no te fuese dada de arriba; por tanto, el que a ti me ha entregado, mayor pecado tiene” (Juan 19:10-11). Esto dejó bien claro quién está realmente a cargo de los gobiernos de este mundo. Y aunque Dios puede permitir que tengan lugar ciertos acontecimientos, al fin y al cabo cada uno de ellos tiene una razón de ser para cumplir su divino propósito: “llevar muchos hijos a la gloria” (Hebreos 2:10).

Cuando Jesús nos entregó el esquema básico de la oración modelo, puso “Venga tu reino” casi al principio. Según vemos que aquel reino se acerca, debemos darle prioridad a esta categoría del padrenuestro y cerrar nuestros oídos a las voces políticas de este mundo. Tenemos que poner toda nuestra confianza en el poder de Dios, quien ha prometido establecer su reino en esta Tierra. Como Cristo dijo, “Mis ovejas oyen mi voz, y yo las conozco, y me siguen” (Juan 10:27).Su voz es la que escuchan quienes siguen la verdad. ¡Asegurémonos de escuchar y seguir fielmente esa voz!