Nuestra responsabilidad como embajadores

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Nuestra responsabilidad como embajadores

Cada vez que salimos de EE.UU. lo siguiente me preocupa mucho.

El puesto de embajador en la Corte de St. James en Londres es el puesto diplomático más prestigioso del cuerpo consular de Estados Unidos. El diplomático que ocupe esta posición debe ser una persona muy discreta. Debe representar bien a aquellos a los que sirve.

En el mundo en que vivimos hoy en día, los intereses nacionales siempre están en juego; las naciones rara vez permiten que representantes faltos de tacto trabajen mucho tiempo para ellas. Cuando se han producido “deslices” diplomáticos, los embajadores han sido retirados del cargo, reemplazados y, a veces, despedidos de sus cargos.

Para algunos que han sido destituidos, su nombre se ha convertido en una vergüenza dentro de los círculos políticos y públicos a causa de su comportamiento. Un diplomático con mal desempeño deja una mala imagen de su país.

¿Qué acerca de usted, o de mí? ¿Alguna vez ha reflexionado sobre su responsabilidad como embajador?

Usted es un embajador, ¿sabe? En 2 Corintios 5:20 Pablo lo explica claramente, que usted y yo somos embajadores en nombre de Cristo. Somos embajadores con un mensaje, el mensaje del venidero Reino de Dios.

En las visitas que hacemos mi esposa y yo, a menudo pienso que no sólo tengo una gran responsabilidad de representar adecuadamente a la Iglesia Unida de Dios, sino aún más importante, al Rey del Reino del que usted y yo somos ciudadanos, Jesucristo.

Como embajadores de Jesucristo, ¿qué tan bien usted y yo representamos al gobierno de Dios?

¿Estamos siempre dispuestos a representar ese gobierno, sí, nuestro gobierno, y el modo de vida que representa, con la mayor prudencia posible?

Un diplomático exitoso entiende a las personas, y hace su mejor esfuerzo para llevarse bien con ellas. El tacto es como el lubricante requerido para trabajar y servir a la gente.

La palabra viene del Latín tactus, que significa “tocar”. Es una habilidad que debemos desarrollar en nuestro “tocar a la gente” con la que entramos en contacto. Es especialmente útil en situaciones estresantes o difíciles.

El tacto es diplomacia diaria en la vida real. Algunos parecen haber nacido con ella; otros aparentemente luchan por conseguirla pero nunca plenamente.

Al entrar en este día de reposo... tómese unos momentos, para hacer una pausa, pensar, reflexionar, meditar, orar y pedirle a Dios, “¿estoy realmente siendo y haciendo lo que Dios quiere que yo sea y haga para cumplir mi papel como embajador de Jesucristo? ¿Son diplomáticas mi forma de hablar y de actuar, de modo que las personas cuyas vidas están en contacto conmigo pueden ver al Rey y el gobierno al que represento?

Y, a medida que termino de escribir, como todos los viernes por la tarde... al entrar en el día de reposo... ¿quisieran acompañarme a reflexionar en estas cosas?