Este año no decoraré mi árbol con hilos de palomitas de maíz

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Este año no decoraré mi árbol con hilos de palomitas de maíz

Recuerdos y tradición

¡Oh, la emoción de decorar el árbol de Navidad!

Si su familia es como la mía, nosotros teníamos nuestras propias pequeñas costumbres que hacíamos cada año para decorarlo. Para nosotros como niños, la costumbre era hacer muchas palomitas de maíz, y de ahí ponerlas en hilos. El grano todavía estaba caliente cuando tomaba una aguja en mis pequeñas manos y añadía otra pieza a mi hilo. No todas las palomitas terminaban en la decoración del árbol, por supuesto, porque una buena porción de las mismas encontraban camino en mi estómago. Cuando terminábamos, estaba muy orgulloso de mi logro como un niño de seis años. El árbol nunca estaba completo si no estuviera adornado con nuestros hilos de palomitas.

También recuerdo lo emocionante que era escuchar sobre un hombre con traje rojo que vivía en el Polo Norte con duendecitos incansables haciendo juguetes para todos los niños y niñas alrededor del mundo. Él incluso tenía renos voladores y podía apretujarse dentro de todas las chimeneas y dejarnos juguetes debajo de nuestros árboles – árboles como los de mi familia.

Era una historia divertida. Capturaba mi imaginación, de igual manera que lo hizo con otros millones de niños y niñas. Pero también era un cuento ficticio. Cuando crecíamos, nos dábamos cuenta que no era real. Nos decían que era una alegoría: el hombre del traje rojo supuestamente representa la idea de dar y cuidar.

Cómo y por qué hacemos lo que hacemos

Todos tienen “su” tema. Ese del que saben todo al respecto. Cuando uno conoce todos los detalles de un tópico en particular, se llega a conocer la relación entre cómo y por qué funcionan las cosas en ese campo. Un hombre puede saber todo lo que hay que saber sobre fútbol, por lo que entiende todas las reglas, por qué está ahí y cuando se aplica dicha norma.

Considere otra vez la historia de la Navidad. Se trata de celebrar el nacimiento de Jesús. Y también de dar. Así que conmemoramos esas cosas… ¿decorando un árbol? En la primavera, la tradición de buscar los huevos de pascua viene a la mente. Así como un día entendí la verdad de Santa Claus, también me percaté que la Pascua Florida no tiene nada que ver con la resurrección de Jesús. ¿Alguien alguna vez dijo realmente, “Cristo resucitó esta mañana… ¡así que vamos a colorear huevos, escondámoslos, digámosle a los niños que un conejo lo hizo y luego hagamos un juego para encontrar los huevos de colores!”? Parece un poco extraño.

Pero es la tradición, ¿cierto? No hay nada de malo en visitar a la familia, dar regalos a sus seres queridos, o tener costumbres que realmente no tienen sentido. Pero, ¿qué pasa cuando lo mezclamos con la religión? En estos días, la Navidad ya no es un feriado religioso para muchas personas; es un tiempo de buena voluntad hacia los hombres. Si esa es su forma de pensar, puede dejar de leer ahora mismo. Sin embargo, para que aquellos que si ven la Navidad (y Pascua Florida) como parte del culto cristiano, la pregunta es: “¿Le importa de verdad a Dios el cómo y por qué de nuestra adoración?”

¿Qué tienen que ver con el nacimiento de Jesucristo un hombre en traje rojo, árboles brillantemente decorados, muérdagos, acebo y velas? Es más, ¿de dónde viene la fecha del 25 de diciembre? Porque la Biblia no revela la fecha en que nació Jesús (y de hecho da una fuerte indicación de que él no pudo haber nacido en esa época del año).

¿Tiene importancia el hecho de que hay poca correlación entre el cómo y el por qué guardamos estas celebraciones? Estas son preguntas cruciales si realmente nos importa lo que Dios piensa.

La verdadera adoración de Dios

Adorar a Dios es la tarea noble que cualquier humano puede realizar. Hace unos tres mil años, el Rey David de Israel escribió un salmo de alabanza e instrucción para su pueblo. Sus palabras decían: “Dad al Eterno la honra debida a su nombre; traed ofrenda, y venid delante de él; postraos delante del Eterno en la hermosura de la santidad” (1 Crónicas 16:29).

David dio esta instrucción porque Dios representa la perfecta santidad (Salmos 99:5, 9; Apocalipsis 15:4). Parte de la razón de nuestra existencia es de adorarle por siempre (Salmos 22:27; 86:9). La Biblia revela que no hay futuro para las personas que rehúsen honrar a su Creador. De hecho, él dice que eventualmente “vendrán todos a adorar delante de mí” (Isaías 66:23).

Imagínese usted como ciudadano patriótico de un país en particular. Acaba de ir a su tienda más cercana y compró la bandera de su nación. Quiere mostrar el mayor honor posible a su bandera, pero en lugar de izarla hasta el tope del asta, toma un encendedor y le prende fuego. Obviamente esto no tiene sentido. Sabemos que hay ciertas maneras de mostrar respeto y honor a una bandera. Quemar la bandera de un país se hace solamente cuando se quiere deshonrar a la nación que la bandera representa (o al final de su vida útil en una ceremonia sombría). Definitivamente hay un cómo y un por qué un ciudadano patriótico de un país honra y respeta su bandera. El quemarla (el cómo) no tiene correlación con honrarla (el por qué). Lo mismo es cierto para cómo y por qué adoramos a Dios.

Jesucristo mismo comentó al respecto. Él dice que “los verdaderos adoradores adorarán al Padre en espíritu y verdad” (Juan 4:23-24, énfasis añadido). Advierte que algunos adorarán a Dios en vano, porque sus prácticas están basadas en tradiciones y edictos humanos en vez de la verdad bíblica (Mateo 15:7-9). Él califica dichas adoraciones como inaceptables e hipócritas, diciendo que dichas personas “de labios me honra, mas su corazón está lejos de mí” (Marcos 7:6-9).

¿Qué piensa Dios?

¿Qué dice Dios acerca de las costumbres de la Navidad (y Pascua Florida)? ¿Acaso quiere que le adoremos como nosotros, nuestros padres o nuestros abuelos queramos? ¿Cómo nos dice la Biblia? ¿Explica la Palabra de Dios si él espera que su pueblo le adore en días y tiempos específicos? ¿Qué podemos aprender del ejemplo de Jesucristo, cuyos pasos Dios espera que sigamos? (1 Juan 2:6; 1 Corintios 11:1).

En contraste con los feriados popularmente celebrados, la Biblia nos enseña días específicos de adoración – las “fiestas” anuales de Dios (Levítico 23:1-2) – las cuales son desconocidas para la mayoría de las personas. Estos días santos no son solo tradiciones de la antigua nación de Israel, desechadas por Cristo. Éstas son la hoja de ruta que Dios dio a su pueblo para explicar cómo salvará al mundo entero.

Así que este año, no decoraré mi árbol de Navidad con hilos de palomitas de maíz. De hecho, ni siquiera tendré uno. Porque sé que el cómo y el por qué le importan a Dios.

Fuente: ucg.org