¿En quién confías?

Usted está aquí

¿En quién confías?

Recientemente la revista Reader’s Digest entrevistó a más de 1000 estadounidenses para realizar una lista de las 100 personas más confiables (Courtenay Smith y Alison Caporimo, “Reader’s Digest Encuesta de Confianza: Las 100 personas más fiables de Estados Unidos”, RD.com).

El número uno de la nómina fue el actor Tom Hanks. He disfrutado de una serie de sus películas durante años y parece un hombre bastante agradable pero, ¿la persona más confiable en Estados Unidos?

Me encanta el programa de televisión Jeopardy. Sé por qué. Su anfitrión Alex Trebek se sitúa como la octava persona más confiable. Me gusta su ingenio irónico y digna conducta pero, ¿un conductor de un programa de juegos como la octava persona más fiable en Estados Unidos?

De hecho, de los 10 mejores, siete están conectados con la industria del entretenimiento. ¿Qué dice esto sobre el estado de nuestra sociedad?

Me pareció interesante que personas que deberían ser líderes confiables para la sociedad ocuparan lugares muy bajos. Tuve que recorrer toda la lista hasta la Corte Suprema de Justicia Ruth Bader Ginsburg en el número 36 para encontrar a alguien que actualmente presta servicios al gobierno. Desafortunadamente la jueza Judy [anfitriona de un programa de tribunal de arbitraje] es más confiable que un magistrado de la Corte Suprema.

Los dirigentes religiosos resultaron aún peor. Billy Graham se ubicó en la más alta posición, número 67.

Los empresarios tomaron un respiro con Bill Gates. Obtuvo la posición número 7, aunque sospecho que apareció en la lista principalmente por su trabajo caritativo. Luego de él, el siguiente líder de negocios más confiable es Warren Buffet en el número 71.

¿Qué nos dice esto de nuestra sociedad?

En primer lugar, me dice lo obsesionados que estamos con el entretenimiento donde los actores parecen ser el grupo más creíble en el país. ¡Piensa en eso! Personas que se les paga para interpretar un rol y hacernos creer algo que no es, son más fiables en Estados Unidos. Nos sentimos tan unidos y pensamos que los conocemos tan bien que en realidad estamos dispuestos a decir que confiamos en ellos.

En segundo lugar, me dice que tenemos una carencia de liderazgo honrado, y que las personas en quienes queremos confiar se han descalificado así mismo para lograrlo. Pareciera que vemos corrupción y deshonestidad en todos los niveles de gobierno. Además, nuestro sistema político se ha vuelto tan tóxico que incluso cuando parece que no hay maldad a su alrededor se empeñan en destruir la reputación del otro.

Con todos los escándalos empresariales que se han producido en la última década ciertamente es comprensible que los líderes de negocios en general no sean de confianza. El mundo religioso también ha tenido una conducta vergonzosa.

Así que, ¿en quién confiamos?

Todos tenemos personas cercanas en quienes deberíamos de fiar como un cónyuge, miembros de la familia, amigos íntimos, pero la gente comete errores y aún en esas relaciones la franqueza podría dañarse. Algunos están tan heridos por traiciones que van por la vida con “problemas de confianza”.

Si alguien pudo haber tenido problemas reales fue el antiguo rey David de Israel. Fue traicionado una y otra vez por quienes estaban a su lado. El rey Saúl lo puso en su círculo cercano y luego trató de matarlo. David también fue engañado en diferentes ocasiones por su esposa, hijos y amigos leales.

También sabía lo que era ser traicionado por la confianza ya que mató a un amigo cercano con el fin de cubrir un adulterio cometido con su cónyuge.

David sabía dónde podía depositar su fe y lo hizo en la música. Él escribió “En ti confiarán los que conocen tu nombre, por cuanto tú, oh Eterno, no desamparaste a los que te buscaron” (Salmos 9:10).

David entendió, incluyéndose a sí mismo, que no podía poner su confianza absoluta en la gente, sino que necesitaba colocarla en Dios.

Así que pregunto nuevamente, ¿en quién debemos confiar?

Si ponemos nuestra fe absoluta en la gente estaremos decepcionados. Sin embargo, cuando lleguemos a conocer a nuestro Señor y Creador encontraremos, al igual que el rey David, que es donde nuestra confianza debe pertenecer.

Fuente: ucg.org